Caminos y Decisiones.

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El viento soplaba ensordeciendo mis emociones acorralándome en un sin fin de pensamientos. Estaba de pie frente a una puerta de madera con el número 3132-1E, llena de incertidumbre y curiosidad deslice mis dedos sobre su textura, pegue la oreja para escuchar a través de ella, pero no se producía ningún sonido, solo pude percibir su olor a madera vieja. El lugar parecía estar abandonado, su fachada era desgastada y rugosa, aún me parecía una falacia que Verónica me había citado en un lugar enigmático como el que contemplaban mis ojos. ¿Cuántos caminos habíamos recorrido en el transcurso de nuestra separación para traernos hasta aquí? ¿Cuántas decisiones nos habían separado? Y sin embargo lo único que quería escuchar eran sus motivos. Su cercanía era a la vez tan lejana que me desconcertaba y me llenaba de miedo, un miedo tan liquido con el cual podía funcionarme, evaporarme y solidificarme.

Me senté en el piso con la espalda y la cabeza recargada a la puerta intentando estabilizar mi borrachera emocional. Saque la tarjeta y leí nuevamente la dirección, el número, la fecha y la hora. Definitivamente no era miércoles, faltaban aproximadamente 53horas 32 minutos con 18 segundos para el ansioso encuentro. ¿Qué camino me esperaba después de cruzar el umbral? ¿Cuántas decisiones ,debía tomar aún?, suspire fatigada y cerré los ojos, necesitaba observar un poco de lo que tenía adentro.

Todo el caos que me rodeaba se desvaneció entre polvos de colores, abrazada por las sombras y besada por el silencio llegue a la habitación del último piso de una torre, donde podía contemplar la ciudad y acuarelas trazando un atardecer sobre los tejados con mezclas entre azules, lilas, naranjas y amarillos. me vi reflejada en uno de los cristales de los ventanales, una explosión vitral me estampó contra el piso, cada cristal eran pedazos de mi, me sumergí en un espiral psicodélico de espejos. Mi reflejo, su reflejo, ella y yo éramos una sola pieza, siempre habíamos estado unidas por un lazo invisible. Camine sobre los cristales hasta la orilla del ventanal, el aire se envolvió alrededor de mis cabellos, vi la lejanía entre mis pies y el piso. No sabía cómo ni por qué pero estaba lista para saltar, para recuperar lo que era mío y había dejado ir, sanar mis heridas y pegar mis pedazos. Tome el impulso y salte del edificio, mientras descendía una guitarra tocaba "oblivon" acompañando mis pensamientos.

La música continuaba acompañando mi estado de anímico, abrí los ojos y me concentré en averiguar de dónde provenía aquella melodía melancólica. Me puse de pie y camine sigilosamente, dos edificios más adelante había una puerta entre abierta por donde escapaba el sonido, empuje despacio y entre sin avisar, no tarde mucho en divisar a la persona que tocaba la guitarra, era un chico de aproximadamente 28años, sus facciones ya las había visto en algún lugar pero no recordaba donde, su pelo negro y ondulado como las sobras de los rincones, él estaba sentado en una silla oxidada y sobre sus piernas recargada una guitarra negra que lloraba melodiosamente como sus ojos, mientras una pareja bailaba tango en medio de la habitación de la manera más triste y seductora, ellos me miraron sin prestar atención y continuaron con sus movimientos, tome una silla y me senté a lado del chico que tocaba la guitarra. ¿Qué hacía ahí? No lo sabía, pero era una necesidad de mis sentidos, un consuelo para mis emociones. El chico finalizó la pista y sin hacer pausa comenzó a interpretar "libertango", y entonces en un abrir y cerrar de ojos vi pasar a Verónica por una de las puertas de la habitación, me puse de pie para seguirla, atravesé la puerta y la seguí por el pasillo sin hacer ruido, ella siguió caminando apresuradamente sin percatarse de mi presencia, atravesó dos puertas más antes de subir unas escaleras en forma de espiral, yo espere que avanzara un poco más para que no se diera cuenta de la había encontrado. Ella continuó ascendiendo mientras yo comenzaba el acenso pegada a la pared, al llegar al séptimo piso la perdí de vista, el lugar era más grande de lo que había podido imaginar. Habían demasiadas puertas como para adivinar en cuál de ellas se encontraba la figura de Verónica. Por primera vez me sentí atrapada en una realidad alterna aún que era consciente de que estaba equivocada. Camine por los pasillos tratando de espiar por las mirillas de las puertas sin tener algún éxito, y justo cuando estaba apunto de espiar la última puerta una voz me sacudió por la espalda.

-será mejor que salgas de aquí y esperes hasta el miércoles para verla. -dijo una voz masculina.

Me giré con cautela para encontrarme con el rostro de aquella voz, era el chico de la guitarra el que me hablaba y me sonreía.

- ¿como sabes que la veré el miércoles? -pregunté insegura.
-porque se te cayó esto -dijo mientras me entregaba la tarjeta donde venían apuntados los datos-, y porqué me di cuenta a quien seguías.
-¿ella vive aquí? -pregunté aún más ansiosa.

Sonrió para sí mismo, acomodo su guitarra y empezó a tocar "quizá, quizá, quizá."

-hay respuestas que llegan en su momento y no antes, yo no puedo resolver las dudas de los extraños, pero si puedo sanar sus penas con mi música -respondió.
-eso no me sirve de mucho ahora y menos cuando te he visto llorar, pero agradezco tu gesto.

Él me miro sin decir nada.

-porque tengo la sensación de que tú sabes algo que yo no -insistí.

Sonrío y bajo la guitarra.

-¿qué podría saber yo de alguien que desconozco? -respondió divertido.
-yo te he visto antes -le respondí ante el vago recuerdo.
-¿ah sí, donde? -dijo intrigado.
-no lo recuerdo -resoplé frustrada.
-vaya que hermosa memoria -respondió con sarcasmo.

Por un momento me sentí más confundida, ¿qué era todo eso?, ¿cómo era que una cosa me había llevado a otra?

-será mejor que me vaya.

Él asintió mientras yo me alejaba, acomodo su guitarra para tocar "por una cabeza". le eche un último vistazo antes de bajar por las escaleras, él tenía la mirada fija en mí, al bajar los primeros cinco escalones oí su voz.

-ten suerte Ana -susurró.

Al escuchar mi nombre de sus labios me sentí desconcertada, titubee un momento antes bajar el siguiente escalón, él entró a la habitación que yo pensaba espiar, suspire y continúe bajando los escalones, salí del edificio y camine por las calles sin sentido, pensando en el destino, sus caminos y las decisiones. ¿Quién era el y que tenía que ver con Verónica? ¿Qué había sido todo ese extraño encuentro?, repase una y otra vez la escena desde el principio hasta el fin y seguía sin entender.

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