Capítulo1: "Ingresando al internado"

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La paranoia de mis padres siempre ha sido la causante de muchas de mis desgracias, y vergüenzas. Toda mi vida he sido sobre-protegida de una manera que perturba, nada de fiestas, nada de salidas, nada de amigos no autorizados, en fin, mi vida es controlada por mis padres en todos los sentidos.

Y la verdad, las pocas veces que los he desobedecido, no se han dado cuenta y han sido cosas que no son tan malas.

¿Me he he escapado a una fiesta? Si.

¿Tengo una amiga no autorizada? Si, pero ya mis padres están totalmente acostumbrados a Lily, así que no cuenta.

Son cosas y detalles sutiles, para nada malos. Pero a pesar de ser su hija perfecta por tantos años. Me están haciendo lo peor que me pueden llegar a hacer.

¡Me están obligando a ir a un estúpido internado!

Maldigo el día en que tuve esa discusión con la profesora Jenkins, la vieja loca esa le dijo a mis padres lo peor que pudo inventar sobre mi.

Primero que nada, me reprobó la materia y le dijo a mis padres que nunca presenté ninguna prueba con ella, que era una descuidada y que tampoco entraba a clases, también desapareció todos mis exámenes para comprobar que lo que ella decía, era cierto ¿Como lo hizo? No tengo ni puta idea. Les contó que me vio entrar a una fiesta ilegal, con todo lo que significa a mi madre ya le estaba dando un infarto.

¡Casi me grita drogadicta en la cara!

Luego les dijo que revisó mi casillero y encontró un porro de marihuana allí dentro. ¡Por Dios! Esa señora está loca.

Y como debí imaginarlo, mis padres le creyeron absolutamente todo. Me creyeron descuidada, rebelde, mentirosa y lo peor de todo, drogadicta.

Ese mismo día retiraron mis papeles de la escuela y me dijeron que me enviarían a un internado para corregir mi comportamiento. Mi madre lloraba preguntándose que había hecho mal conmigo y mi padre solo me miraba decepcionado.

Todo por culpa de la vieja Jenkins.

Porque le dije que su verruga en la nariz era fea, lo cual nunca nadie había dicho y ya entiendo la razón del porque. Esa señora está desquiciada.

Por poco y me llevan presa por portar drogas. Si no fuera porque mis padres aun me tienen algo de compasión, ahora estaría tras las rejas.

Y ahora me encuentro en el despacho del director, sentada en el medio de mis padres y esperando a que el señor se digne a aparecer y nos de la charla. Yo simplemente espero las llaves de la que será mi habitación para poder largarme de aquí y sufrir en paz y soledad.

Pasan aproximadamente unos quince minutos cuando el señor por fin entra, disculpándose por la tardanza.

-Y bien señores... -Comienza a decir, pero es obvio que se le ha olvidado nuestro apellido, algo que a mi padre no le afecta ni le ofende, pero a mi si.

-Foster. -Respondo antes que mi papá, con tono de voz cortante.

-Bien, tengo entendido que vienes aquí por que tuviste algunos inconvenientes en tu antigua institución educativa. -Asiento. -La verdad no voy a darles mucha charla señores, simplemente les puedo asegurar que Samantha está en buenas manos, su hija aprenderá a comportarse bajo la disciplina de ésta prestigiada institución como lo han hecho muchas personas ya.

Y lo que viene, de verdad no lo sigo escuchando. Mi atención se enfoca en las diferentes y llamativas decoraciones que lleva la oficina. La mayor parte es de madera, seguido por algunos detalles de lo que me imagino es acero inoxidable y decorado por muchos cuadros con las distintas personas que se han graduado de este lugar. Alfombras que cuestan un ojo de la cara y parte del otro también, jarrones por los cuales tendría que vender uno de mis riñones para comprarlos y candelabros por los cuales tendría que prostituirme para poder colgarlos en mi casa.

Internado de IdiotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora