Una Mision Juntos (parte 2)

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Aquel rubio musculoso se encontraba esperando a la albina, estaba algo desesperado, ya se había tardado, si seguían así, perderían el tren, observaba por todo el lugar, pero no se lograba ver por ningún lado.

—Esta mujer, donde se metio, ya se tardo mucho y por su culpa saldremos tarde. —Laxus hacia una mueca mientras cruzaba sus brazos.

Al pasar los minutos, se podía observar a una joven de cabellos blancos correr apurada, con un gesto de cansancio en su rostro.

Laxus, lamento la tardanza, mi despertador no sonó, no quería hacerte esperar, lo siento. —Mirajane estaba agitada, por lo que su respiración era pesada.

Descuida, aun estamos a tiempo, ahora tomemos el tren, ya tengo los boletos. —Laxus mostraba los boletos con una sonrisa, es cierto, por alguna razón no puede enojarse con ella.

Ambos habían ingresado al interior del tren, el camino hacia Aragor seria tardado, además el tren solo los llevaría a la mitad de este, por lo que tomarían una carreta que les llevaría el resto del camino

—Laxus, si tienes hambre, puedes decirme, tengo algo de comida en una maleta. —Mirajana le sonreía.

—Gracias, también tengo comida, igual podemos tomar de cada una. —Laxus sonreía.

—Entiendo, muy buena idea. —Ambos sacaron lo que tenían.

Ambos comenzaron a comer, después de eso, se quedaron en silencio por unos minutos, era agradable, pero después se volvió raro, es como si ninguno de los dos supiera que decir, hasta que Mirajane hablo.

—Laxus, ¿puedo hacerte una pregunta? —Llamaba la atención de este.

—Ya la estas haciendo. —Los ojos del rubio estaban posados en los de ella.

—Que chistoso. Dime, cuando paso lo de la isla Tenrou, ¿Que te hizo ir hasta ese lugar? —Mirajane observaba atenta.

—Bueno, al decir verdad, no lo se, fue un presentimiento, algo me decía que tenía que ir, así que lo hice y me alegra haberlo hecho, pude ayudarlos. —Laxus recordaba aquel día y una sonrisa se plasmaba en su rostro.

—Ya veo, me alegra que pienses así, has cambiado bastante, incluso eres más amable. —Mirajane expresaba una sonrisa nostálgica.

—Bueno, con todo lo que sucedió, todo lo que hice, me arrepiento tanto, Natsu me mostró mi gran error, son mi familia, aun no puedo creer que hiciera todo eso, de que mi abuelo no me importo, es mi culpa que se sintiera asi en ese momento e incluso te hice llorar del enojo, no es algo que me haga sentir orgulloso.

—Mirajane observo con ternura al rubio y sonrió ampliamente. —Ara ara, hasta el gran Laxus, puede ser lindo.

—Si... No le digas a nadie que me escuchaste decir todo eso. —Ambos se observaron unos segundos y después soltaron una pequeña risa.

—Tu secreto esta a salvo conmigo. —Esta le guiñaba un ojo.

Así estuvieron un par de horas, hablaban de muchas cosas, no se dieron cuenta de lo que sucedía a su alrededor, la noche ya había llegado.

—Demonios, el día paso volando, ya es de noche, tenemos que dormir, aun nos queda 1 día de camino. —Laxus observaba por la ventana.

—Si, tienes razón, dormire un poco. —Como no había lugar para dormir cómodamente, solo podían dormir en sus asientos.

—Si, descansa. —Laxus se quedó despierto una hora más, aun no tenía sueño.

Cuando aquel rubio estaba por dormir, presencio un gesto de incomodidad en la albina, así que la tomo por los brazos y la acomodo la cabeza de esta en sus piernas, tal vez no es lo más cómodo del mundo, pero al menos es más cómodo que ir dormido sentado.

El día siguiente se hizo presente, al menos no pasarían igual que el día anterior ya que este día, bajarían del tren en la tarde y no en la noche.

Así pasaron unas horas hasta que llegaron a su "destino" aun les quedaba la mitad del camino, para colmo, este día no había transporte disponible, por lo que pasarían la noche en el pueblo donde se encontraban.

Llegaron a una posada, rentarían cuartos separados, pero Mirajane dijo que no era necesario gastar en una habitación de más, así que solo pidieron una con cama matrimonial, así se ahorraría lo de otra habitación, además solo estarían una noche, Laxus no vio ningún problema, así que aceptó, pasaron la noche en la misma cama.

Al día siguiente, desayunaron temprano y tomaron su equipaje, al salir, rentaron una carreta.

—Oye Laxus, ¿No se te hace raro? —Observaba con seriedad al rubio.

—¿Que es lo raro? —Laxus la observaba curioso.

—Bueno, si el mensaje es tan importante como para pedir a dos magos clase S, ¿No te parece raro que hasta ahora, nadie a intentado evitar que este mensaje sea entregado?

—Ahora que lo mensionas, si es raro, pero mientras nadie ataque, sera mejor... Mira... —Laxus se puso serio.

—Lo se Laxus, hablamos de más. —Ambos bajaron de la carreta.

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Gracias por leer, hasta pronto.

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