-Bueno, ya llegamos-dice el Dr. Foreman entrando a una habitación.
Esta era de un color claro pero cálido. Tenia una pequeña cama, un armario, una ventana, una mesa con una silla y varios pequeños adornos que hacían que la habitación fuera agradable. Luego de observar la habitación, él me carga y me sienta en la cama.
-Tal vez no tengas tanto sueño o mucho cansancio, te permito quedarte despierta y observar tu alrededor. Lo único que te prohibo es levantarte. Tus extremidades aun no reaccionan como debe ser, especialmente tus piernas, así que es mejor que no te esfuerces mucho. Mañana en la mañana veremos que haremos al respecto, ¿de acuerdo?
Asiento y el sonríe un poco.
-Bien, cualquier cosa que pase o que me necesites solo debes presionar el botón que se encuentra al lado de tu cama. Con eso dicho me retiro, te veré mañana, que descanses.
Vuelvo a asentirle y él se retira de la habitación. Sigo observando mi alrededor detenidamente, hasta que mi atención fue captada por un pequeño cubo encima de la mesa. Me da cierta curiosidad saber que hay dentro o para que sirve, pero no debería intentar cogerlo, tal vez se lo pida al Dr. Foreman en la mañana. Sigo observando cada detalle de la habitación hasta que un sentimiento pesado se apodera de mi. Bostezo, o al menos, hago el gesto de este. Me acuesto como puedo en la cama y cierro mis ojos para descansar.
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Siento mi cuerpo reposar y quedar inmóvil como si no tuviera motor que lo moviera. Debo admitir, es una buena sensación y me gustaría quedarme de esta forma por un buen tiempo.
...
Pero...
...
-Kate...
-Kate, despierta.
-Por favor...no me dejes...
-Kate, ¡Kate!
....
-Yo...
....
Siento una luz provenir desde arriba, acompañado de un cálido sentimiento. Un vacío, acompañado de un ruido extraño proviene de mi y me obliga levantarme. Abro los ojos lentamente y despierto por completo por la luz de la mañana. Escucho los pájaros cantar y las hojas de los árboles menear. La cálida y suave brisa que proviene desde afuera y entra por la ventana, acariciando mi piel dulcemente y haciéndome pesar más. La luz del nuevo sol se refleja en las paredes de la habitación e iluminan estas, pintándolas de blanco o amarillo claro.
Mientras disfruto este momento, escucho ruidos provenir desde lejos. Acompañado de estos, escucho pasos aproximarse a la puerta, hasta que veo el rostro del Dr. Foreman.
-Buenos dias-me dedica una cálida, a la cuál le respondo con otra-Ya veo que te despertastes temprano, tal vez por los rayos del sol.
Asiento, ya que asi fue.
-Si deseas, puedo colocarle a la ventana unas cortinas para que los rayos no entren tan fácilmente y así no despiertas tan temprano.