Capitulo II Dulce Despertar

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Abrió sus ojos, aun con mucho cansancio, y miro el reloj. Era un poco temprano, pero tenía que bañarse y preparar el desayuno, así que debía levantarse.

Se sentó en la cama, sin saber en que momento había llegado ahí, y noto que un brazo varonil rodeaba la parte baja de su vientre.

Sonrió, para luego mirar con cariño su rostro dormido. Era tan lindo, el hombre perfecto…

Durmiendo tranquilo, con la cabeza girada hacia ella… posiblemente por haberla estado observando antes de dormirse, sabía que a el le gustaba hacerlo. Mostrando a ella, en esos momentos, una hermosa vista de su ancha y seductora espalda, descubierta… Las sabanas solo alcanzaban a tapar el resto de su cuerpo desnudo, de la cintura para abajo.

Llevo una mano a la sabana y la levanto, para luego sonreír quedamente.

-¿Qué tiene de lindo mirar mi trasero? –pregunto el despierto, tomando la mano con que ella levantaba la sabana y tirándola sobre el.

-a ti también te gusta mirar mi trasero –le recordó ella.

-eso es diferente… -susurro el, mirándola sobre si, desnuda como el la había acostado la noche anterior.

-por cierto… ¿Cómo es que llegue aquí? –pregunto, ya suponiendo que obviamente el la había llevado.

-te dormiste a penas terminamos… ¿tan aburrido fue? –pregunto fingiendo enojo.

-estaba cansada –se excuso. –Además, tu me agotas –dijo riendo.

-hmp… -se hizo el ofendido.

-oh, vamos… amor, no seas así conmigo –pidió besando sus labios entre cortadamente.

El la miro a los ojos, estaba pensando… y ella sintió curiosidad de saber en que.

Estuvo a punto de preguntarle, pero su voz se le adelanto.

-me gustas –dijo de la nada.

-ya lo suponía –ella rió.

-no, en serio… me gustas demasiado… -la miro con detenimiento otra vez.

-y a mi me encanta que me lo digas –susurro besándolo con afecto.

Era tan hermoso, siempre lo había soñado, escuchar esas palabras de su boca. Sentirse querida, protegida y hasta amada por el.

Creyó que nunca la amaría, pero se equivoco, el tardo muy poco en enamorarse de ella.

Aun lo recordaba, luego de regresar a la aldea, visto por casi todos los aldeanos como un traidor, sintiendo el rechazo nuevamente, sintiendo la soledad y el dolor otra vez.

Se había acercado una noche a el, estaba sentado en un banco, de un parque desierto por la oscuridad de la noche. Aun recordaba como se veía, triste, cansado, solo…

Como un perro al que abandonan en una noche de tormenta.

Camino con tranquilidad hasta el, ella quien pasaba de regreso de su guardia en el hospital, se sentó a su lado y le acaricio el cabello.

No la miro, se sintió tonta e ignorada, y aun así continuo.

Podía odiarla si quería, ignorarla… eso ya no le afectaba, ni siquiera le importaba ser una molestia para el.

Lo único importante para ella, era saber que cuando el se sintiera solo, estaría ahí… a su lado, aunque no la quisiera ver.

Pronto vio como las caricias lo relajaban, sus facciones parecieron aliviarse y ella sonrió.

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