Capítulo IV

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La chica se había ido horas atrás, dejándolo solo y aburrido en la casa. Estaba mirando la televisión, un programa trivial al que no le daba mucha importancia, mucho menos atención.

Su cuerpo aun seguía descubierto, no sabía porque, le era cómodo estar así.

No tenía nada que hacer, era su día libre… en realidad, muchos de la semana lo eran. Siendo el líder de escuadrón, podía descansar algunos días de la semana, la aldea era un lugar tranquilo y no había tantos problemas como para que su trabajo fuese demasiado pesado.

En cambio ella, siendo médica en el hospital principal, era todo lo contrario. Los enfermos siempre llegaban, trabajaba casi todo el día, y por eso el se molestaba si llegaba más de las ocho.

Hasta las siete treinta era su horario de trabajo, le molestaba que aquel lugar la retuviese más tiempo porque eran pocas las horas que podía compartir con el.

Pero sabía que, al final, terminaba dándole la razón, porque tanto el como ella sabían que no había motivos para dejar morir a un paciente.

Por eso la disculpaba cuando su excusa era haber tenido una operación urgente.

Pero hasta el se sorprendía del odio que podía llegar a tenerle a todos esos allegados a ella. Hasta el propio Naruto había sido victima de sus celos…

Sonrió, recordando la cara pálida que puso Naruto luego de su amenaza, solo por haber abrazado efusivamente a su mujer.

"-yo no abrazo a Hinata, entonces creo tener el derecho de que tu no toques a Sakura… si lo haces…."

No hizo falta decir más, su amigo entendió a la perfección y jamás volvió a abrazarla, por lo menos frente a el.

Ella se enojo mucho por eso, también lo recordaba pero los recuerdos con ella eran más difusos…

Su ceño fruncido, las palabras en tono elevado que salían de entre esos rosados y finos labios, su cabello alborotado por el mismo enojo, los ojos jade brillando con molestia, su respiración agitada, el subir y bajar de sus hermosos senos al compás de su respirar. Lo que recordaba luego era haberla tomado contra las escaleras de la entrada de su casa, en donde estaban, y haber escuchado sus gemidos una y otra vez. Primero pidiéndole que parara, luego rogando que no se detuviese.

-mujer contradictoria –susurro apagando el televisor y subiendo a vestirse.

Se coloco una remera negra y de tela fina, y un pantalón de la misma tela, pero color marfil.

Era cómodo, casi se sentía como andar desnudo, luego se puso su calzado y bajo por su billetera, iría a buscarla para invitarla a almorzar, ya que seguro le daban un receso a la hora de la comida.

Si no lo hacían, entonces se la llevaría igual.

Sonrió arrogante y salio de la casa, cerrando con llave tras si, y echando las llaves al bolsillo.

Camino tranquilo hasta salir del barrio Uchiha y adentrarse poco a poco en el centro de la aldea, a su paso iba sintiendo las miradas femeninas posarse sobre el, miro el cielo distraído y, por lo mismo, choco con alguien.

Era extraño en el, tanto el estar distraído como el chocar con alguien.

-disculpe –susurro, arrastrando las palabras, cuando vio a la anciana frente a el. Se agacho y recogió las cosas, que por su culpa, la mujer había dejado caer.

-muchas gracias –dijo la mujer amablemente, levantando su vista a verlo cuando el se erguía luego de recoger las cosas. –oh, pero si es el marido de la doctora Haruno –dijo sonriente.

OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora