Capitulo I

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Caminaba de un lado a otro, casi formando una zanja en su propia habitación. De reojo miraba el reloj, y a veces la cama matrimonial.

Pasadas las doce de la noche, la cama estaba vacía… y el no sabía en donde estaba su esposa. Frunció el entrecejo, pronto perdería los estribos, saldría a buscarla y desataría el caos.

Ella debía llegar siempre a las ocho de la noche, no había excusas para un retraso, y si las había debía dárselas antes de retrasarse por más de unos minutos.

Para eso le había dado el intercomunicador de bolsillo, para tenerla en contacto siempre, más ella, justo ahora, no contestaba.

Tomo su abrigo, ya que hacia frió, su ancha espalda se vio cubierta por una campera de lana negra, para luego salir en busca de su mujer.

El barrio Uchiha estaba, como siempre en completa penumbra, tétrico y desolado, por eso a ella no le gustaba vivir ahí. Miles de veces le había pedido mudarse a un lugar más habitado, y miles más el la había rechazado.

Ese era su lugar, su territorio… no se iría, y ella tampoco. No la dejaría ir.

Al llegar a la entrada de su barrio la vio, llegando como si nada, con expresión de fatiga. Se acerco a la chica, sin ser dulce, ni calmar su creciente ira.

La tomo por el brazo, con suficiente fuerza para dañarla, exigió una y otra vez una explicación, más aunque ella hablaba, el sonido no llegaba a sus oídos, los celos anulaban todos sus sentidos.

-¡¿con quien estabas?! –preguntaba una y otra vez, ignorando las respuestas. –debiste llegar hace horas…

-¡Sasuke! –el grito de ella lo distrajo, había sido demasiado fuerte, hasta llego a aturdirlo.

Paro en seco, la soltó y enfoco su mirada en el enrojecido brazo de la joven. Era notorio el daño, su blanquecina piel estaba llena de marcas, entre ellas, la clara marca de la mano masculina.

-déjame –pidió asustada, con un hilo de voz, casi al borde del llanto.

Ahora los ojos azabache la miraron a ella, sus lindos ojos jade mostraban miedo, mucho para ser que lo estaba viendo a el.

¿Tanto así la había dañado? ¿Tan fuerte era el dolor en su brazo?

-¿A dónde estabas? –repitió la pregunta, esta vez mucho más calmo y dispuesto a escuchar.

-en el hospital –aviso. –tuvimos un problema, debía operar de inmediato… por eso no pude comunicarme contigo –aclaro.

Los cabellos rosas se mecían pacíficos por el viento, algo frió a causa de la noche. La chica tembló, notando que había anochecido, y sin tener como protegerse del cambio brusco de temperatura.

El cerró los ojos, dejando que sus pensamientos se enfriaran con la ventisca. Luego de un rato los entre abrió nuevamente, y la miro con un deje de diversión y curiosidad, ella sonrió por el gesto.

-¿todo salio bien? –pregunto.

-si –sonrió. –por suerte, el niño esta bien. –comento.

-tsk… -susurro, quitándose la campera y colocándosela a su mujer. –vamos a casa, no podía dormir si no llegabas.

Una sonrisa se dibujo en los finos labios de la chica, le halagaba ese hecho, no había duda, como tampoco la había de que también le asustaban mucho los ataques posesivos de su esposo.

-dormir… -susurro desilusionada. –Que mal… en el camino venia pensando que tal vez quisieras hacerme unos masajes, estoy muy cansada –excuso con picardía.

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