CAPÍTULO I

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CANDADO

CANDADO

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Abrió los ojos... ¿Qué había pasado? No sabía pero intento incorporarse. Logro ver, estaba en la cama de una habitación muy oscura, maniatado, ¿Pero porqué? Escucho unos pasos firmes y decisivos y volteó desconcertado. Los pasos se acercaron y pudo sentir que se detenían justo frente a la habitación en la que se encontraba encerrado. Necesitaba respuestas. Se abrió la puerta. Intentó mirar aquella silueta que entraba por la puerta los más claramente que pudo, pero antes de reaccionar ésta terminó de invadir la habitación a su antojo y exclamó:
—Veo que recién despiertas...—El hombre alto, rubio y sin duda elegante... lo conocía.

—¡Oye! ¿¡Que diablos pasa!? ¡¿Como llegue aquí?!—Se apresuró a decir. El hombre comenzó a caminar y a acercarse, se sentó en la cama, le acaricio la mejilla al menor y le dijo: —...Parece que no lo recuerdas... Riki. —El menor entrecerró los ojos como si no entendiera una palabra de lo que se le dijo.
—¡¿Recordar que?!¡Dejame salir ahora!—Respondió agitado al comentario del rubio, a lo que este respondió levantando el mentón, poniéndose de pie y caminando dos pasos hacía adelante, dándole así, por unos segundos, la espalda al menor y añadiendo:
—Riki no te iras de aquí.—Las pupilas del menor se estremecieron al movimiento de sus parpadeos por un intentó de abrir sus ojos. En nada de tiempo sintió que la impotencia invadía todo su cuerpo, corriendo por su sangre. Era demasiado y no podía creerlo, era una trampa. El que Iason lo dejara libre era demasiado sospechoso, demasiado bueno para ser cierto.
—¡¿De que hablas?! ¡dijiste que me dejarías libre!¡Dijiste que me dejarías volver a Ceres!—Se puso de cuclillas en la cama, mirando la espalda del rubio, aun maniatado. Definitivamente todo aquello se le había subido a la cabeza en segundos y sentía que explotaría en cualquier momento.
—No puedo dejarte libre, Riki...—Musitó seriamente.
—¡¿Pero de que diablos hablas?! ¡Ya basta!—Se retorcía en la cama, y no podía liberarse. Lo único que deseaba era salir de ahí lo más pronto posible. Al escuchar las replicas del menor el mayor se dio la vuelta y en un movimiento rápido y desesperado, se inclinó hacía el menor, cerró los ojos y lo besó fuertemente en los labios. Riki se estremeció e intento apartar los labios de Iason de los suyos una vez, otra vez y otra vez, pero el rubio volvía al control de ellos tomándolo del mentón y sometiéndolos fieramente a los suyos, sin dejar que el aire participase en el encuentro Iason lo seguía besando cada vez más fuerte y con más áncias. Lo besaba y no se cansaba, lo besaba y quería más. Riki intentaba rechazar los besos pero...
—...I-Iason...tu...- Alcanzo a decir.
—No te dejaré ir, porqué estoy enamorado de ti...Riki.—Dijo con aparente ternura.
—¡Pero... pero... tienes que dejarme libre!—Gritó el menor, pero el mayor no parecía estar escuchando.
—Tus labios... tus ojos...tu cabello... tu forma de ser...tan dominante. Riki todo de ti me encanta y ahora...eres mío.—Le dijo acercándose a su oído para por consiguiente pasar a su cuello. El menor se quedo en blanco al escuchar esas palabras y más por saber de quién provenían en ese momento, y solo le recordaron a alguien. Se detuvo, paró de resistirse a los besos, detuvo su mirar y murmuró.
—... Guy...—En milésimas de segundos volvieron a la mente de Riki muchos recuerdos. El mayor al escuchar ese nombre no pudo evitar enfurecerse y exclamó fríamente:
—No.—Escuchar ese nombre no le gusto nada. Sus ojos brillaban más de lo habitual, parecían de hielo fino. Pero Riki apenas pudo verlos, estaba sumergido en sus recuerdos y pensamientos. El rubio se incorporó bruscamente y sin más le dijo:

—¡No volverás a verlo nunca!—Lo sabía, sabía que estaba perdiendo el control por Riki y definitivamente no podría recuperarlo. Riki al escuchar eso no pudo evitar sobre exaltarse.
—No lo harás... ¡No puedes apartarme de el!—Gritó, a lo que el rubio le hizo voltear y volver a la cama.
—Escuchame bien, Riki. Olvida a ese tipo. —Para ese punto Iason estaba amenazando a Riki y el sabia lo que seguía.
—¡No lo haré y no harás que lo haga, Iason!—El rubio lo tomó de la mandíbula decisivamente, tocó su cintura con su mano libre y se acerco a el.
—Te lo repetiré las veces que sea necesario. Eres mío... y no dejaré que nadie más te toque y te tenga, jamás.
—...—Riki se quedó en silencio e imagino que podría ser lo que le estaba pasando a Iason.
—¿Qué es lo que te pasa?... Iason.—
Iason intento besar su cuello, logrando el intento, paso a descubrir los hombros de Riki, acariciándolos y besándolos cariñosamente...
—...Ah...que...que haces...—Riki se dio cuenta del cambio en las caricias de Iason, cada vez eran más cariñosas y apacibles con su piel.
—No... no hagas e...—Sin terminar la frase Riki terminó en los labios de su amante, correspondió el beso y el mayor comenzó a quitarle la bata del lado superior.
—Quiero saborear tu piel, Riki.— Dijo excitado al terminar de aflojar la prenda completa, dejando al menor, completamente desnudo y a su merced.
—Iason...—El Alto dió la vuelta al bajo y admiró la perfecta silueta de su cuerpo lentamente de arriba hacía abajo durante un momento.
"No dejaré que te apartes de mi"...—El mayor lo continuó besando, sacando gemidos al hacerlo.

La noche transcurrió lenta y serenamente. Sin el bullicio de una sociedad enloquecida, Tanagura era la cuidad perfecta para personas de grandes reputaciones o altos rangos de estima social, pero no para el tipo de persona que era Riki, quien estaba acostumbrado a hacer lo que quería, cuando quería y como quería, tener personas a su mando, darles ordenes y conservar el tipo de pareja que le apetecía. Todo eso en Tanagura se había quedado pausado. Estaba seguro de que Bison se mantendría unido gracias a Guy, como también estaba seguro de que la única forma de respirar en Tanagura era a través del mercado negro. Quería ver a Guy y ese era el medio perfecto para hacerlo, ¿Pero como hacerlo sin que Iason se enterara? No importaba qué, mantendría vigilado muy de cerca hasta el último esbirro que tuviese que ver con el, y lo destruiría si intentaba ayudarlo a salir de aquel lugar. Lo que implicaba como respuesta final, el confinamiento de Riki, por un talvés prolongado tiempo.

Se despertó a la mitad de la noche con la cabeza llena de pensamientos fuera de órbita, se levantó y caminó hasta el ventanal. "Me encerrará por siempre... ¿Eso hará?".

AI NO KUSABI   |   Llave Y CandadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora