Capitulo 4

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Durante toda mi hórrida jornada laboral tuve el impulso de llamar aAlfonso y lanzar alabanzas celestiales al desayuno que me había hecho, que además había acompañado con una notita escrita a mano en la que me deseaba un feliz día. Lamentablemente no tenía su número y ese asunto, así como las pospuestas alabanzas, estarían en mi lista de prioridades cuando la esclavitud de ocho horas

terminara y pudiese volver a casa.

Sin embargo, mis buenas intenciones se quedaron en eso. Tras golpear unas cuantas veces su puerta llegué a la conclusión de que no estaba, lo que me entristeció hasta el punto del puchero ¡En serio hice un puchero!

Cerca de las once de la noche, sentí unos pasos en el pasillo y la llave de su apartamento entrar en la cerradura. Debo reconocerlo, fui capaz de escuchar todo eso solo porque en vez de estar acostada en mi camita viendo televisión, me convencí a mí misma de que, para variar, sería una buena idea leer un libro en mi incomodísimo sofá de ratán.

Aguanté la respiración cuando sentí que la puerta volvía a abrirse y los pasos venían en dirección a mi casa. Luego, dos suaves golpes.

Tuve que resistir la tentación de saltar del sofá como si estuviera en llamas y correr hacia la salida.

-¿Alfonso? -dije haciéndome la sorprendida en lo que abrí la puerta.

-Hola, Anahi. -Sonrió, pero lucía cansado-. Disculpa la hora. Vi la luz debajo de tu puerta y se me ocurrió traerte esto -me tendió un recipiente de plástico-, aunque sé que ya debes haber cenado.

-Sí, bueno...-La imagen de mí misma, recostada contra la nevera, comiéndome las dos lonjas de pan y la rebanada de queso vino a mi mente-. ¿Qué es?

-Es un filete de atún blanco sobre una cama de ensalada de eneldos y vinagre balsámico. Espero que te guste.

-Será mi almuerzo de mañana. Te lo aseguro. -En esos segundos de silencio que se instalaron entre nosotros sentí el impulso de invitarlo a entrar, pero se veía tan cansado y además ¿qué iba a ofrecerle? ¿un vaso de agua? ¿café instantáneo? Definitivamente al día siguiente tenía que ir a la tienda. Mientras tanto solo sabía que no quería que se fuera-. Estuve a punto de llamarte hoy.

-¿En serio? -Por un momento su rostro se iluminó.

-Pero no tengo tu número.

-Tenemos que remediar esa situación -dijo muy serio-. ¿Qué me querías decir?

-¿Ese muffin con salmón? Nunca me había sentido tan feliz de que fuera de mañana. ¡Ni siquiera quería terminármelo de comer! Sabía que me iba a sentir muy sola cuando ese delicioso, maravilloso, exquisito bollo de harina no estuviera conmigo.

La carcajada de Alfonso fue tan fuerte que casi di por sentado que la señora Mullins del segundo piso iba a poner una queja ante el conserje.

-Me encanta la forma en que hablas de la comida.

-Me encanta la forma en que preparas la comida.

-Anahi. -Hizo una pausa-, necesito pedirte un favor.

-¿Se trata de comida?

-Sí, pero no de mi comida.

-No pretendo engañarte con nadie -dije sonriendo pícaramente. Era fácil flirtear de manera exagerada con alguien que no estaba interesado en mí de esa forma. Liberador-. Tú y yo tenemos una relación nueva, pero especial.

-Y a mí me encanta nuestra nueva relación, pero mi jefe insiste en que vaya a probar la comida de la competencia. Como soy nuevo en la ciudad y nadie me conoce, puedo ir a otros restaurantes y ver qué están haciendo con su comida.

-¿Una especie de agente encubierto?

-Algo así...¿Irías conmigo? ¿Mañana en la noche?

-¿Inventaremos palabras claves? ¿Seremos como el señor y la señora Smith?

-Seremos lo que tú quieras que seamos. -Se rio bajito-. ¿A las ocho?

-Es una cita.




Anahi le presume (coquetea) pero sigue pensando que es gay jajaja les gusta la historia?

El Vecino Perfecto(AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora