CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

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Estoy flotando entre un mar de sangre.

O eso parecía ser mientras mantenía mis ojos cerrados, toco mi pecho buscando el orificio que dejó el impacto de bala pero mi piel está completamente lisa como cuando toqué mi pierna buscando la herida y la habían sanado en Utopía.

¿Cómo sigo consciente si perdí tanta sangre? -me pregunto asustado.

Miro fijamente la cornisa de los edificios que están a mi alrededor cuando ya no soy capaz de escuchar el bullicio de la gente; en un pestañeo los edificios son reemplazados por frondosos arboles, el escenario ha cambiado a un lago.

-Has sido fuerte pero es temprano para decir que lo conseguirás -dice la estela de luz posándose a mi lado pero no toca el agua.

La corriente me empuja hacia adelante, cada vez hay más movimiento del agua y me estremece pensar que me hundiré hasta el fondo.

-Intentas matarme -digo con reproche.

-¿Cómo vas a ahogarte si ya has muerto? -pregunta con ironía.

No me queda más que resignarme, tengo que buscarle un significado a esto como lo fue en la ocasión anterior pero no tengo la menor idea de lo que hago aquí, ni en sueños había tenido la oportunidad de estar en un lugar tan hermoso como este.

-Te aconsejo que de una vez por todas formes parte del flujo -dice la estela de luz hundiéndose hasta el fondo.

Apenas dice la última palabra la corriente del lago comienza a hacerse más brusca, ya no soy capaz de flotar, me hundo y trago mucha agua salada.

-¡Ayuda! -grito en un intento fallido, es obvio que nadie saldrá en mi rescate en plena Amazonas.

Me sumergo una y otra vez, grito por ayuda y pierdo el control; nunca aprendí a nadar y es el peor momento para aprender.

Concéntrate -me impongo pero ya he perdido el control.

Me sumerjo, pataleo y salgo nuevamente para tomar una bocanada de aire, repito lo mismo una y otra vez hasta que me canso de luchar, contengo el aire y voy directo hacia abajo.

Abro los ojos cuando siento que me he hundido un par de metros, miro hacia abajo y la oscuridad ahí es absoluta al igual que en la farmacia donde Jane y yo nos acurrucábamos para dormir luego de contenerla.

-Voy a morir .pienso, paradójicamente un nudo se forma en mi garganta haciéndome sentir aún peor.

Tienes que ser parte del flujo -recuerdo lo que me aconsejó la esfera de luz, esa maldita esfera que me dice lo que tengo o no que hacer.

Pataleo otra vez, no quiero seguir sumergiéndome hasta el fondo del lago, utilizo mis brazos, una pierna tras otra hasta que emerjo hasta la superficie.

Espasmo tras espasmo intento llenar mis pulmones de aire como lo hacen los peces en su cruda agonía. La corriente hunde mi cabeza por eternos segundos y cuando el agua ingresa por mi nariz siento un dolor extenuante en la frente.

La corriente- logro pensar.

Siempre he estado en contra de todo, desde el consumo de carne hasta el consumismo en Navidad, si algo me caracteriza es la insatisfacción por el mundo entero ya que nunca me sentí parte de él. No fui capaz de seguirle el paso a la vida, no hice amigos, no acepté el estilo de vida de los demás y busqué mi propio mundo inmerso en la soledad, mi vida fue igual de vacía y oscura que el interior de este lago.

He luchado contra la corriente durante tanto tiempo y es el momento de entregarme a ella.

Dejo de patalear sin temor a lo que encontraré abajo, pienso en que dejo de luchar contra todo y me imagino que soy una molécula más que compone este infinito volumen de agua. Mis pulmones se comprimen, he descendido unos cinco metros y me mantengo apaciguado, me obligo a resistirme aunque mis oídos están a punto de estallar por el efecto de la presión.

He bajado siete metros y estoy inmerso en la absuluta oscuridad, ya no escucho el sonido que provoca la corriente allá arriba y me sigo hundiendo, metro tras metro.

Mis ojos comienzan a ponerse vidriosos así que los cierro en completa tranquilidad, sintiéndome parte del silencio y la oscuridad.

Es mi destino, dejo atrás la lucha conmigo mismo y contra el mundo, tanto en Alfa como en Beta; veo el rostro de cada una de las personas que me hirieron algún día y sólo les deseo amor. El chico que intentó lanzarme del cuarto piso, la gemela que me mordió en la guardería, el brabucón que me quitó a la primera chica que atrajo mi atención y que luego me apuñaló e hizo creer a todo el mundo que había intentado suicidarme. Perdono a mi madre por no creerme y encerrarme en el hospital psiquiátrico, a todos y cada uno que intentaron asesinarme en Beta y es el momento en que decido perdonarme a mí mismo.

-Me perdono por la vida que escogí vivir -intento decir con la última bocanada de aire que guardaba.

Una corriente comenzó a empujarme pero tampoco me resistí, me sentía como cuando estás a punto de quedarte dormido y no eres capaz de levantarte a apagar la televisión.

Soy empujado por una especie de corriente marina que me lleva cada vez más rápido, abro los ojos y veo que estoy a punto de ingresar a una tubería donde mi cuerpo cabe perfectamente en su interior.

Luces tras luces es lo único que veo, como si me estuvieran llevando a un pabellón de cirugía, abro la boca y dejo que el agua ingrese hasta mis pulmones; dejé de luchar hace mucho y lo último que siento es un espasmo que viene desde mi pecho, dando comienzo a la apnea por ahogo.

La cúspide #PGP2016 #WOSAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora