CAPÍTULO DOS

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Todo pasa lentamente, tal como dice la gente que ha experimentado situaciones cercanas a la muerte. Al principio pensé que la luminosidad que veía a través de mis parpados era la clásica luz tras el túnel de oscuridad, pero no; cuando abro los ojos seguía ahí y aumentaba a cada momento. Venía acompañada del indistinguible sonido de una motocicleta que se acercaba a una velocidad sorprendente.

-¿Traes compañía? -pregunta el hombre tras lanzarme al suelo de una patada en la espalda.

-¡No! -tengo tanto pánico que no consigo formular más que eso.

-Eres un malcriado mentiroso. -me grita mientras envaina su cuchillo y saca una pistola desde la parte interior de su chaqueta, apunta directamente hacia el motociclista.

Apreta el gatillo hasta que todas las balas salen eyectadas pero ninguna detiene la moto. En el momento en que estaba cargando nuevamente su arma, la motocicleta se detiene delante de nosotros y la luz del foco delantero ilumina la escena. Inmediatamente un chico que viste de negro, a simple vista de mi edad, baja de su moto y desenvaina una daga dorada, lanzándose furtivamente al ataque.

Era un chico experimentado, sabía moverse, atacar y defenderse, sólo le tomó unos segundos deshacerse de la pistola del hombre tras abrirle un tajo en la muñeca. La daga se impregnó de sangre violeta. Sí, violeta, pero no era lo más extraño de todo lo que había ocurrido hoy. El hombre cae instantáneamente al suelo, fingiendo haberse rendido pero sólo lo hizo para ganar tiempo suficiente para desenvainar nuevamente su cuchillo.

Se levanta como si nada hubiera pasado, con una estocada dirigida directamente hacia el pecho del chico, sin embargo no fue suficientemente rápido; soltó el cuchillo y posó sus manos en el estómago. Tenía la daga dorada clavada y sangre espesa salía por montones.

El hombre fija su mirada en mí mientras cae de rodillas y su expresión cambia de dolor a exaltación. Miro hacia atrás imaginando que vienen sus posibles aliados pero había nada.

Abre la boca, solamente salió un hilo de sangre violeta pero aún así se esforzaba en poder hablar. Al comienzo titubeó un poco, luego con todas sus fuerzas consigue decir: ''Ya sé lo que eres, vendrán centenares hacia ti...'' y se desploma.

El chico a su lado iba a quitar su daga del cuerpo pero cuando mira mi pecho se queda perplejo, sus hombros se tensan y se aleja del cuerpo rápidamente.

-¿Qué quiso decir ese maniático? -digo con el ceño fruncido, estoy conmocionado.

Apunta con su dedo índice directamente hacia mi garganta y lo entiendo todo; la sangre que emanó desde mi herida, como la del hombre, no era roja.

La cúspide #PGP2016 #WOSAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora