CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

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Los matices varían según el ángulo en que se mire.

Mientras estoy mirando nada más que la luz blanca, al parecer que significa mi muerte, comienzo a pensar que no he fracasado en todo. A pesar de no tener las mejores calificaciones conseguí salir a flote y nunca repetí un curso.

Para mí la vida antes de llegar a Beta se basaba en que las cosas se conseguían o fracasaba como blanco y negro pero ignoraba la existencia de una inmensa gama de grises.

Tal vez estoy muerto pero lo entregué todo por devolverle la paz a este lugar, a veces estuve a ciegas sin saber si regresaría a casa o me quedaría aquí para siempre; quizá ese fue el motivo de mi angustia cuando el guardián de La cúspide me pidió que eligiera beber de una copa.

No fui el mejor pero tampoco lo hice tan mal, estuve en un hospital psiquiátrico pero no era el más desquiciado, algunos dieron la vida por mí pero salvé la vida de dos niños e hice lo posible para que Evan estuviera a salvo y que el chico que estaba en una especie de trance en Utopía regresara en sí.

¿Cuánto tiempo tendré que mirar esta luz? -pregunto telepáticamente a algún ser o entre que esté cerca.

Intento decir una palabra pero no puedo mover un solo músculo, ni siquiera siento el látido de mi corazón pero lo único de lo que estoy seguro es que mi voz interior sigue maquinando como siempre.

Me pregunto qué será de Sarah ¿me odiará por envíar a su hermano a Gama o ya lo habían acordado antes mientras nos ignorábamos para que Peter no los usara en mi contra?

Escucho un leve susurro en mi oído, al principio se escucha como el batir de las alas de una abeja pero comienza a hacerse más fuerte.

-¡De pie! -me ordena alguien que no puedo reconocer, su voz suena como si yo estuviese sumergido en agua.

Intentan mover mis extremidades que parecen dormidas pero no puedo ver más que una pantalla de luz blanca en el espacio donde debería ver la puerta trabada de mi habitación.

-¡Que te levantes! -ahora lo escucho como un grito y siento que me toman por la espalda, mi visión comienza a tornarse borrosa como cuando el lente de una cámara intenta encontrar el enfoque perfecto.

Poco a poco puedo ver que no estoy fuera de mi habitación ni mucho menos en un lugar que pertenece a La cúspide, me encuentro en la habitación del hospital psiquiátrico donde hospedé durante dos eternos meses.

La habitación está oscura y parece que está tal cual como la dejé cuando me fui, puedo ver gracias a la luz de la luna que da justo frente a mi ventana protegida por barrotes.

Alguien me puso en una silla y me amarraron las manos y pies a ella tal como lo hacen con los pacientes en deficiente estado mental, aquellos que han llegado a dejar inconsciente al personal que trabaja aquí.

-Era mi última prueba en La cúspide -consigo decir, la persona que me puso aquí permanece detrás de mí, siento su mirada clavada en mi espalda.

-Definitivamente esto está lejos de ser una cúspide -se burla tras de mí.

No lo entiendo, ¿cómo aparecí aquí si estaba tan cerca de mi habitación? Comienzo a convencerme de que fue una trampa del guardián de La cúspide por haber bebido de ambas copas.

-¿Por qué me han traído? -siento temor al no ver el resto de la persona.

-Yo mismo te traje aquí -dice en un tono burlón.

Algo anda mal, si no estoy muerto entonces qué hago aquí, ¿habrán despertado todos del sueño eterno?

¡Chris! -interrumpe la voz del guardián de La cúspide en mi cabeza.

La cúspide #PGP2016 #WOSAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora