El camino de la casa de Sooyoung hasta el lugar que indicaba el mapa, había sido relativamente corto, unos pocos kilómetros y ya me encontraba en la zona exacta. Pero tenía un pequeño problema...
-¿Dónde se supone que debo plantarla? -Metí la mano en el bolso para sacar el frasco y empecé a desesperarme- Maldición... ¡¿Qué hago ahora?!
-No maldigas, maldecir es malo. -Escuché una voz bastante suave. Y al voltear lo vi, era el niño que había visto antes de encontrar la rosa, antes que todo empezara- ¿Qué tienes?
-Eh... yo... no...
-¿Algún problema con ella? -Preguntó, apuntando con su pequeño dedo índice al frasco. Yo asentí- ¿Qué pasa?
-No sé dónde debo colocarla...
-Yo te ayudo.
-¿Tú cómo sa...?
-No hagas preguntas. Ella dijo que podrías necesitar mi ayuda, sólo eso necesitas saber. -Dicho esto, se acercó a mí y me quito el frasco de las manos- Sígueme, yo sé dónde.
Lo seguí y llegamos al centro de la pradera, dónde sólo había césped y un árbol muy bonito. Él se acercó al árbol y se agachó, sacó con mucha delicadeza la rosa y le observó un poco triste, luego sonrió un poco y me miró.
-Se ve bastante mal, pero... te quedaba mucho tiempo de sobra.
No dije nada, porque la verdad no sabía qué decir. Dibujó una equis (X) en el suelo con sus dedos y se levantó, entregándome la rosa. Le miré confundida, pues pensaba que iba a ayudarme.
-Allí debes plantarla, ¿ok? -Asentí- Mis abuelos escogieron bien. -Se acercó y me agarró desprevenida, abrazándome. Sentí una paz increíble, le devolví el abrazo casi enseguida- Ahora, haz tu trabajo. Nos veremos luego.
Eché un vistazo hacia el árbol y cuando giré, él niño ya no estaba ahí. Busqué con la mirada por todos lados, pero no lo encontré. No me sorprendí, me habían pasado cosas más absurdas e increíbles, como para sorprenderme de que de repente desapareciera.
Me acerqué al árbol, me eché ahí y comencé. Abrí un hoyo con una pala que había traído precisamente para eso, y metí la raíz de la flor allí, y luego pues lo normal. Le regué un poco de agua y me senté. El libro no decía nada más, sólo mencionaba que la flor debía brillar y que si esto no pasaba, nada había funcionado.