4.1 La salvadora de Northwest Coast

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Me doy cuenta de que mi buen humor se fue al carajo cuando noto que mis mejillas arden y que la pluma tiembla entre mis manos. Estoy babeando el escritorio, literalmente, pues el perfume del chico me embriaga.

—Señor Haddock, ¿le importaría quitarse el gorro? No estamos en Alaska —le reprime la profesora, quien se acomoda los lentes y sigue escribiendo la operación matemática en el pizarrón. Él se queda con ganas de contestarle, pero se limita a soltar un suspiro y quitárselo. Ahora sí que me estoy comiendo la silla.

Tres clases. Han pasado tres míseras clases y todavía no consigo deshacerme de su olor. El reloj, mi único amigo, marca los segundos que faltan para el toque del descanso. Algo me dice que los lunes serán de los días más pesados, pues según mi horario, después de esto tengo dos clases seguidas de química, y hasta el final del día, la única clase que disfruto: música.

Justo cuando la maestra me elige a mí de entre todos para que resuelva la ecuación, suena el ring del almuerzo.

—Será otro día —le contesto, tomando mi cartera al ritmo en que los demás se ponen de pie. Con paso rápido, camino al lado del castaño, que hasta la fecha no sé su nombre, y que con la misma sonrisa, me fulmina. Abro más los ojos, presumiendo la exageración de rímel, y me lo paso por alto, aunque siento que el tiempo se detuvo cuando lo vi a los ojos.

Salgo del salón, dejando que la corriente de estudiantes me guíe hacia la cafetería. No me digno a esperar a Rapunzel, pues después de lo que me hizo estoy molesta con ella. ¿Quién abandona a su primamejoramiga (así, todo junto) en el escenario, con el público lleno de payasos?
Saco el móvil, pues de nuevo vibró.

Grupo: Gurls
Mer: ¿¿Dónde mierda están?? Me meo del miedo. [11:32]

Punz: Justo en la fila de gentío que espera la comida. Salvé a Anna de la multitud, pero Elsa no corrió la misma suerte. [11:32]

Elsa: Sigo viva, gracias. Nos vemos allí. [11:33]

Punz: Si es que aquel castaño no te distrae en el camino... [11:33]

HermAnna: ¡Lo sabía! [11:33]
Vaya, si Anna se atrevió a tomar el teléfono mientras está en la escuela, en verdad está obsesionada.

[...]

—No...no estoy segura.

—¡Yo te vi babear, Elsa! ¡Incluso es ridículo que lo niegues! ¡Te gusta!
Ahora sí. Tomo mi guitarra imaginaria, y aprieto los labios con fuerza.

—¡No volveré a caer por otro idiota! —le contesto a la pelirroja, poniéndome de pie.

—¡Elsa! —me trata de detener mi hermana. No le hago caso, pues ya me cagaron.
Me volteo una última vez hacia ellas, y cuando miro hacia el otro lado, ya me estrellé con otra persona.

—Vaya, lo siento —le digo, aunque debería ser él quien se disculpe. Cuando miro abajo, me doy cuenta de que mi blusa está manchada de malteada de fresa, y cuando veo arriba, me doy cuenta de que choqué con aquel chico albino, quien resultó ser bastante guapo—. Oh no, no puede ser —digo, observando la gran mancha rosada.

—Joder, lo siento de verdad —me dice, tratando de limpiar mi blusa con una servilleta.

—No...no te molestes —le digo, sonriendo—. Sólo lo estás arruinando —reí.

—Creo que tienes razón —contesta, dedicándome una sonrisa tímida—. Soy Jack...por cierto.

—Elsa —respondo, extendiéndole una mano. Él la toma y vuelve a sonreír.

How To Be A #DISNEY GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora