Era el día 2 de Diciembre de 2015 a las 6 a.m., horario japonés. Aún era 1 de diciembre en mi tierra natal, mientras que en este nuevo mundo ya había perdido 1 día de vida, sin embargo yo ya pensaba que había valido un poco la pena; estaba viviendo un momento de extrema ilusión y sorpresa. A través de la ventana del avión se ilustraba un inmenso paisaje oriental, presumiendo sus frondosos contornos verdes como una esmeralda, con pequeños toques de sencillez en diferentes tipos de ramas en una inmensa cantidad de árboles. Se apreciaba la pequeña carretera fuera del aeropuerto, junta a aquél bosque lleno de vida en el que se apreciaba la naturaleza de Dios, transmitiendo un sentimiento y un mensaje de paz. El bosque nos estaba diciendo "Cuídanos hoy. Ámanos hoy"; pude sentir la sonrisa de muchas plantas, la delicadez de la obra hecha por el hombre, el aire puro y el cielo con un celeste brillante, como un sueño dorado. Definitivamente nos encontrábamos ya en el aeropuerto internacional de Narita.
No tardó mucho para que nos pasaran a recoger nuestros equipajes y organizarnos bien para registrar la migración. Empezaba a apreciar los símbolos alfabéticos japoneses: el katakana, el kanji, sin entenderles mucho. Sabemos que las pronunciaciones van de "ka", "ki", "ku", "ke", "ko", entre muchísimas otras que no podría agregar pues no estamos en clases de japonés básico (o como diríamos en la preparatoria, "japonés para indios"), así que me limitaré a mencionar esas cuantas.
Al fondo se podía observar el cartel gigante de bienvenida: "WELCOME TO JAPAN", viéndose en las esquinas la misma frase escrita en diferentes idiomas, entre ellos el español. Mi emoción en aquél momento no podía ser mayor, estaba muy ilusionado y con grandes metas una vez dentro de ese país.
Terminado todo el proceso de registro e identificación, nos permitieron recorrer la zona subterránea del aeropuerto. Me fui a sentar con mis amigos Sabrina, Lalo y Claudio en el establecimiento Starbacks que se encontraba en aquella zona, proseguimos a charlar un poco sobre nuestra nueva vida.
-¡Venga! Que por fin hemos llegado, extrañaban tanto esa sensación que añoré por cierto tiempo indefinido allá en Monterrey- nos comentaba Claudio.
- Para mí esto es algo normal, ¿no creen?- respondía Lalo con cierta indiferencia.
- Pues la verdad, ni sé que puedo esperar. ¡Estoy soñando!- me tocó responder- ¿Dónde está el maestro Araiza?
El maestro Araiza era nuestro tutor del viaje; él era el responsable de nosotros ya que éramos aun chicos de 16 y 17 años, menores de edad que no sabían mucho sobre la vida independiente. Él estaba dispuesto a dirigirnos a nuestros apartamentos en Shinjuku que, aunque fuera un lugar muy transitado por los ciudadanos, se encontraban en una zona muy tranquila. Ahí nos quedaríamos 2 días en lo que preparábamos nuestras cosas para partir posteriormente a Kyoto, en donde se encontraba nuestra nueva preparatoria, Osaka High School.
-Chavos, vamos partiendo. El que se tarde se queda aquí y a ver cómo llega al apartamento. – nos decía el maestro con una actitud más estricta de lo normal.
Esa misma mañana salimos del aeropuerto y proseguimos a subir al bus que la Uden nos ofreció en este viaje. Era un autobús relativamente grande con un pequeño apartado en la esquina superior derecha del vidrio frontal con las siglas de nuestra institución regiomontana, en el que subimos nosotros 4, nuestro maestro y dos guías, Fumi y Alfonso. Éstos últimos se presentaron de la manera más amigable y cálida posible, dándonos la bienvenida a nuestro nuevo "hogar".
Fumi era japonesa, ella vivía en Kyoto y parecía algo mayor de edad, pero muy tierna. Medía unos 160 centímetros y, a pesar de ser de Japón, sabía hablar español a la perfección, obviamente con grandes áreas de oportunidad en sus enunciados.
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De la Oscuridad de la Luna, a la Luz del Sol
Teen FictionXabier era un joven de 17 años, estudiante de una de las preparatorias más prestigiadas de Monterrey, que soñaba a lo grande. Su vida daría un giro hacia una realidad que jamás esperaría experimentar después de conocer a Hikari-san, con quien pasarí...