Su respiración la sentía en mi cuello. Agarraba con demasiada fuerza mis caderas mientras me penetraba.
-Me encantas, Tamaki… – Susurró en mi oído por tercera vez mientras me daba cada vez más duro.
-¡Kyouya! – Ambos nos separamos del otro rápidamente al ver que alguien estaba a punto de abrir la puerta.
-Vístete rápido…maldita gente y sus jodidos momentos inoportunos. – Me mordí el labio inferior y me fui detrás de él, lo volví hacia mí y lo bese.
-¿Tienes que ser tan malhumorado en este momento? Sólo recuerda que esta noche puedes desquitarte. – Sonrió y me besó en la frente.
-Sólo ve a vestirte. – Se puso sus boxers, una camisa que sacó de uno de los cajones y un pantalón color beige. Me puse el uniforme de nuevo intentando disimular que estaba totalmente arrugado. Acomodé mi corbata como pude y saqué algunos libros para parecer que estábamos estudiando.
-¿Qué pasa? – La mujer que siempre intentaba meter ropa en los cajones de Kyouya volvía a aparecer con otro monto de camisas. Pude sentir como Kyouya ponía los ojos en blanco. – No cabe más ropa…deberías dejar de intentar…hablo en serio.
Por supuesto ella siempre iba a intentar y ahí estaba, sacando ropa como loca mientras la doblaba cada vez más para que todo cupiese.
-¿Cómo te va, Tamaki? Kyouya no te ha mencionado mucho estos últimos meses.
-Bien…quiero decir que me va bien…sí, es que estos últimos meses he estado muy ocupado y no he tenido tiempo de hablar mucho con Kyouya. – No estaba mintiendo…estaba tan ocupado teniendo sexo con él que ni siquiera nos preguntábamos cómo había estado el día. – Pero nos han puesto un trabajo entonces por eso estoy aquí.
-No olvides visitarnos de vez en cuando…aquí ya te hemos cogido bastante cariño, en especial Kyouya, desde ese día en el que viniste la primera vez él empezó a quererte mucho.
-Okay, ya fue suficiente, deja de intentarlo…simplemente mete esas camisas en otro lugar. Ahora, necesito hacer el trabajo, te quiero mucho pero quiero privacidad para hacer ese proyecto, es justo y necesario. Yo también quiero que te quedes pero no se puede, primero mi privacidad. – Mientras le decía todo eso la cogió de la cintura y empezó a sacarla suavemente de la habitación, cerró la puerta y recostó su espalda en esta para deslizarse por esta.
-Necesito conseguir más cajones para meter la ropa…intenta algo que nunca sucede. – Suspiró y me miró, sus lentes estaban algo desacomodados.
-Tus lentes, acomódalos. – Bajé la mirada ruborizado al sentir sus ojos grises y oscuros clavados en los míos.
-¿Por qué dejaste de mirarme? – Sabía que él sabía por qué pero no, él siempre el inteligente y yo el imbécil.
-Porque eso era lo único que tenía que decirte… ¿Hay algo malo en eso? – Intentaba disimular que me estaba muriendo por dentro porque no podía sostenerle la mirada.
-Supongamos que te creo. ¿Qué estás haciendo ahora? Déjame ver eso que escribes. – Se paró y caminó hacia mí, el pantalón se pegaba a su cuerpo perfectamente. Agarró el cuaderno que tenía y lo empezó a leer.
-¡Hey! ¡Dámelo, eso me pertenece! ¡Esto es una violación de la privacidad! ¡Joder Kyouya, pásame el jodido cuaderno! – Intenté quitárselo pero de alguna forma en esos últimos meses había crecido unos 10 cms más que yo y era imposible que con su mano al tope yo pudiese alcanzar el cuaderno.
-Tamaki ¿Estás escribiendo todos los días sobre lo que hacemos?
-¡Sí! ¡Ahora dame el cuaderno! ¿Lo siento, okay? ¡No sabía que no podía escribir sobre eso! – Volví a saltar para intentar atrapar el cuaderno.
-Ese es el jodido punto. Así como te lo he quitado yo hoy puede hacerlo cualquier persona, y tienes que entenentender que el maldito problema en el que me meterías no sería muy bueno. Mi familia se arruinaría de saber que me acuesto con un hombre. ¿¡Lo entiendes, no!?
-¡Entiendo! ¡Todo esto es por puro y simple placer, eso lo supe desde el principio! ¡Lo que no entiendo es por qué no puedo escribir sobre eso, nada se va a enterar!
-¡Claro que lo harán, Tamaki! Tienes que botar ese cuaderno, quémalo o haz algo…pero no puedes seguir con eso.
-Lo haré porque tengo derecho a hacerlo. – Kyouya me apartó de un empujón que hizo que cayera al piso.
Me paré y lo seguí, vi que bajaba con afán por las escaleras. La chimenea estaba encendida y Kyouya no tardó en pararse enfrente de esta y botar el cuaderno.
-¡De verdad te detesto! – Subí corriendo las escaleras, agarré mi maleta y salí del cuarto de Kyouya.
-Hey, Tamaki ¿A dónde vas?
-A mi casa donde no queman mis cosas. A dar por culo. Que te follen. – Abrí la puerta y me encontré con el padre de Tamaki.
-Hola Señor Ootori. Que tenga un buen día. – Salí de la casa y caminé por la acera. Un auto negro con ventanas polarizadas empezó a andar detrás de mí. – ¡Déjame en paz, Kyouya!
La ventana del lado derecho bajó dejándome ver a Kyouya en el volante. Sí, él sabía conducir pero nunca lo hacía porque para eso tenía chofer, según su padre.
-Va, lo siento Tamaki. No quería hacer eso. Sólo me parece que es muy arriesgado, además estás demasiado mayor para hacer un diario.
-¡Y a ti qué coño te importa! ¡Yo veré lo que hago! – Apresuré el paso e igual lo hice Kyouya con el auto.
-¡Lo siento! Discúlpame, no volverá a suceder si tú dejas de hacer eso. – Puse los ojos en blanco.
-Bien, te disculpo porque no volverá a suceder. ¿Sabes por qué? Porque esto se acaba, deja de pensar sólo en ti, Ootori.
-No estoy pensando sólo en mí, estoy pensando en ambos ¿Crees que tu padre aceptaría esto así de fácil? ¡Estamos haciendo cosas que van contra nuestros principios! ¡Dime sobre tu abuela! ¡Ella te detesta, no soportaría que te acuestes conmigo!
-Ella de seguro te quiere más a ti así que no hay lio.
-Precisamente por eso, Tamaki. Mi familia no puede quedar en ridículo por mi culpa y la tuya tampoco por tú culpa.
-¿Por qué siempre haces esto?
-¿Hacer qué? – Sus ojos grises volvieron a verme y suspire.
-Convencerme de que me quede contigo…tienes razón, esto no está bien y es estúpido…son simplemente hormonas que algún día se volverán polvo que se irá al universo…o yo que sé a dónde.
-No te estoy convenciendo…tú lo has decidido tú mismo. Sube al auto, Tamaki…me has prometido que te ibas a quedar esta noche en casa…mi padre me ha preguntado por qué te has ido.
-Lo siento…Kyouya… ¿Yo te importo?
-Sí, ahora sube al auto. – Quitó el seguro y abrí la puerta subiendo.
-Sabes que estás volviendo mi vida un jodido enredo…
-Tal vez esa es la idea. – Las ventanas se subieron y Kyouya me beso. – Nunca te alejes de mí…
-Lo prometo. – Lo besé y me subí a su regazo mientras me agarraba de las caderas
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Desastres Caóticos
FanficPor que siempre se tiene que sufrir cuando amas a alguien y terminas deseando morir para acabar con el sufrimiento....... Es que acaso no puede uno ser feliz sin tener que sufrir a cada momento? ------------------------------------ Hermoso fic de la...