6

3.8K 449 64
                                    

Sung Kyu recuperó la consciencia apenas unas horas después de la cesárea, con dolor en cada parte de su cuerpo, sin saber que el agotamiento había sido el culpable de su desmayo. Se sentía como si le hubiesen dado la paliza de su vida.
Y no tardó nada en recordar a su bebé. Su preciosa hija recién nacida.
Se incorporó de golpe, sólo para sentir un par de cálidas manos empujándole de regreso a la cama.
—Sung Kyu, cariño. No te agites.
La madre de Woo Hyun.
Sung Kyu parpadeó entonces, percatándose de que no se hallaba solo en aquella pequeña habitación de hospital. No sólo la señora Nam se encontraba ahí, sino también su esposo, el señor Nam. Más sus hijos, Dong Woo, Sung Yeol y Sung Jong. Los "adoptados" no estaban presentes.
—¿Dónde está mi bebé?
Replicó Sung Kyu, pasando de todos ellos, con la ansiedad pintada en su rostro.
—Por aquí —le hizo dar un respingo la voz de Woo Hyun, a quién no había visto. El rubio tenía un pequeño bulto envuelto en una cobija rosa entre sus brazos—. Es muy lista. Sabe quién es su padre.
—Yo soy su padre. Damela ahora mismo.
Replicó Kim, con las mejillas rojas, estirando los brazos, pero antes de que Woo Hyun se la entregara apareció Min Ho seguido por una enfermera.
—Aún estás delicado, Sung Kyu. No hagas movimientos bruscos.
—Cargar a mi hija no es ningún movimiento brusco.
Volvió a replicar y tomó a su hija entre sus brazos. Era mucho más hermosa de lo que él recordaba. Su piel era blanca y su cabello negro azabache. Sus ojos eran marrones y tan pequeños como los del propio Sung Kyu. Era un ángel en miniatura.
—Está bastante sana —explicó Min Ho —pero dadas tus... circunstancias la estamos alimentando con leche de fórmula. Es bastante buena y nutritiva.
Pero Sung Kyu apenas y le prestaba atención. Se había perdido en los pequeños ojos de su hija, la cual le miraba a su vez. Sí, lo miraba. Como si supiera exactamente quién era él.
—¿Lo ves?—. Woo Hyun se inclinó para quedar también en el campo visual de la nena—. Sabe que tú también eres su padre.
Sung Kyu lo miró, sonriendo un poco.
Su padre. Era el orgulloso padre de esa hermosa niña.
—Doctor Choi —escucharon la voz de la señora Nam —deme a mí todas las instrucciones pertinentes para el cuidado de Sung Kyu y de mi nieta.
—¿Nieta?
Inquirió Sung Kyu, mirándola con la boca abierta.
—Claro que sí, mi nieta. ¿Creyeron que no me daría cuenta, pillines? Woo Hyun apareciendo de repente contigo...
—¡Oh no, señora Nam...!
Trató Sung Kyu, pero Woo Hyun le arrebató la palabra, exhibiendo su mejor sonrisa.
—Pensábamos decírtelo, mamá, pero después del nacimiento de nuestra hija.
—Pues ahora ya no tienen que decirme nada, que lo he adivinado todo —la buena mujer se volvió hacia sus hijos y su marido—. Demosles algo de espacio.
Y la señora Nam se acercó para quitarle a Sung Kyu la beba de sus brazos.
—Señora Nam...—. Ella lo miró con desaprobación—. Eh... ¿Mamá? ¿A dónde lleva a Hyun Jae?
—¡Oh! Se llama Hyun Jae. Es un nombre precioso—. Sung Kyu observó a su "mamá" hacerle cariñitos a su hija —para una hermosa niña, pero papi y papi deben estar un rato a solas—. Se volvió hacia Sung Kyu—. No te preocupes, cariño, te la traeré cuando haya que dársele el biberón.
Y la familia Nam se marchó. Con Min Ho y la enfermera detrás de ellos. Sung Kyu miró a Woo Hyun al momento.
—¿Por qué no puede quedarse?
Se quejó Kim, haciendo un puchero. La había visto durante diez segundos solamente.
—Lo siento por eso, Sung Kyu —declaró Woo Hyun —mamá es así con todos sus nietos, pero cuando lleguemos a casa no te separarás de ella para nada. Te lo prometo—. Y Woo Hyun lo tomó de la mano—. Hyun Jae. Me gusta.
—Así se llamaba mi abuela.
Mintió Sung Kyu. Su abuela se llamaba realmente Hee Jae. El "Hyun" venía, naturalmente, de Woo Hyun. Su otro papá.
—¿Sabes, Sung Kyu?—. Habló Nam tras unos minutos de silencio—. Es una verdadera lástima que no puedas alimentar a Hyun Jae.
—¿Como podría...?
Empezó Sung Kyu, pero repentinamente las manos de Woo Hyun se habían trasladado hasta su sencilla bata de hospital, rozando sus pezones con las yemas de los dedos.
—Por aquí —susurró, acariciándolo, dejando a sus dedos juguetear con los dos botones de Sung Kyu —por ejemplo.
—No hagas eso.
Jadeó Kim, pero no hizo el menor intento por apartarle. El contacto de Woo Hyun se sentía bien. Se sentía correcto.
Y entonces recordó sus últimas palabras antes de que Hyun Jae naciera. Las palabras de ambos en realidad.
—Eres muy sensible, Sung Kyu. Mira que duros se han puesto y eso que estoy usando sólo mis dedos —una sonrisa pícara apareció en el rostro del rubio—. Imagina como se pondrán cuando utilice mis labios...
—¡Woo Hyun!
Sung Kyu enrojeció, imaginándolo. Y el otro joven rió su gracia, soltándole.
—No te preocupes. Soy muy paciente. Esperaré a que estés completamente recuperado.
—¿Esperar?
Woo Hyun sujetó las dos manos de Sung Kyu entre las suyas.
—Te lo dije. Te amo. Estoy enamorado de ti. Y quiero que me permitas ser el otro padre de Hyun Jae y un esposo para ti.
Sung Kyu se mordió el labio inferior.
—¿Estás seguro? ¿No vas a arrepentirte? Sabes que soy... eso. ¿No saldrás huyendo? Y además Hyun Jae no es tu hija realmente, sino de él...
—Para mí es suficiente con que sea hija tuya para quererla como mía —replicó Nam —y sobre lo primero... Claro que estoy seguro. Te amo y "eso" me parece fantástico. No saldré huyendo. Menos aún después de que tú no lo hiciste después de conocer a mi familia.
—¿Cómo podría?—. Bromeó Sung Kyu débilmente—. No tenía a donde ir...
—Eres cruel, Sung Kyu. Y yo que me he desvivido por ti y por nuestra hija. ¿Sabes que casi no dormía por estar al pendiente de ustedes? Aunque creo que ahora dormiré menos... Supongo que tendré que levantarme en las madrugadas a cambiar pañales y preparar biberones. Y luego está lo de los eructos... ¿Cómo se hace? ¿Para qué? ¿Me vomitará encima Hyun Jae? Voy a tener que aprender algunas nanas también. Aunque por lo menos me libraré de tus antojos extraños. Y ya no podrás decir que eres una vaca, aunque a mí me parecías sexy con esos kilos de más. Tuve muchas fantasías...
—¡Woo Hyun!—. Se escandalizó Sung Kyu, medio avergonzado, medio divertido ante aquel monólogo extraño, pero así, loco y parlanchín, era como Kim lo amaba—. ¿Quieres callarte y simplemente besarme? Sí, serás el otro padre de Hyun Jae. Sí, serás mi esposo.
Woo Hyun se acercó a él de nuevo.
—Lo sabía. El verbo siempre funciona.
—Eres un bobo.
Y Woo Hyun lo besó. Después de tantos meses de imaginar a que sabrían los acolchaditos y rosados labios de Woo Hyun, Sung Kyu por fin lo estaba descubriendo. Y eran mucho más dulces de lo que había imaginado.
—Te amo.
Le recordó Woo Hyun, acariciando su rostro con ternura antes de besarle de nuevo.
—También te amo.
Se sonrieron, felices de estar, por fin, mutuamente correspondidos.
—No sabes como agradezco que hayas intentado cruzar la calle con el semáforo en verde —comentó Woo Hyun con alegría—. Si no lo hubieras hecho jamás te hubiera conocido.
Sung Kyu frunció el ceño al escucharle.
—Pero el semáforo estaba en rojo. Tú te pasaste el alto.
—No. Estaba en verde.
—En rojo.
—En verde.
—No, en rojo.
—Estabas alterado, así qué...
—No. Lo recuerdo bien. Estaba en rojo, Woo Hyun.
El rubio sonrió, rozando su nariz con la de Kim.
—¿Qué te parece un empate? ¿Amarillo?
Sung Kyu suspiró, rodeando el cuello del chico con sus brazos antes de besarle él está vez.
—Pero con una condición.
—¿Cual?
—Ve y robate a nuestra hija. Quiero verla otra vez.
Pero Sung Kyu sonreía, avergonzado, sonrojado, pero feliz. Había conseguido lo que siempre había soñado tener. Una linda familia, una hermosa hija y un amor dulce y real.
Sung Kyu sintió los protectores brazos de Woo Hyun en torno a él, mientras el rubio le susurraba su plan para robarse a Hyun Jae de los brazos de la señora Nam, ante lo cual Sung Kyu sólo pudo asentir.
No era un monstruo. Y no era asqueroso.
Sólo era Kim Sung Kyu, un joven doncel.

Doncel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora