La familia Nam lo aceptó sin problemas, brindándole no sólo techo y comida, sino también cariño y comprensión. Y cuando Woo Hyun les habló a todos de su condición de doncel lejos de sentirse horrorizados, se mostraron encantados. Sung Kyu sólo recibió felicitaciones y buenos deseos.
Mi Joo, una prima de Woo Hyun, tenía una pareja de gemelos y le obsequió a Sung Kyu algunas prendas de ropa para el bebé. Mientras que Soo Min, la esposa de Sung Yeol, le regaló unos blusones prenatales. A Sung Kyu le avergonzaba, pero tenía que admitir que la joven lo había hecho con la mejor de las intenciones.
Y en cuanto a la mamá de Woo Hyun... Jamás había conocido a una señora tan dulce y adorable como esa. Tenía una familia enorme... y enferma, pero siempre estaba sonriendo.
Sung Kyu no tardó nada en descubrir que, a excepción de Dong Woo, el resto de sus hijos tenía algún tipo de enfermedad: Sung Yeol luchaba contra una arritmia debido a su adicción a la cafeína, Sung Jong tenía diabetes gracias a su afición a los caramelos y Woo Hyun... pues el apuesto rubio tenía asma.
La familia más sana del mundo no eran, pero todos tenían buen corazón y eran muy unidos. Incluyendo a los "huérfanos", Myung Soo y Ki Bum, aunque más tarde "adoptaron" a un chico llamado Jong Hyun, quién tenía los mismos problemas respiratorios que Woo Hyun.
Woo Hyun...
Y eso era algo que no podía dejar de lado.
Nam Woo Hyun.
Sung Kyu pasó los siguientes meses en casa de los Nam, yendo al médico con regularidad y siendo consentido por todas las mujeres de la casa, incluyendo a otra prima de Woo Hyun y la novia de está, Kei y Ji Soo respectivamente. La familia Nam era bastante abierta de mente.
Pero en ese tiempo Woo Hyun no había intentado nada con él. Y Sung Kyu no podía evitar entristecerse por aquello.
De todas formas era probable que el gusto de Woo Hyun por él hubiese desaparecido en aquellos meses. Estaba gordo y feo. El embarazo no le había sentado nada bien. Tenía seis meses y era una vaca. Daba asco. A él mismo le daba asco mirarse al espejo. Nunca había sido delgado en exceso, pero tampoco había llegado al grado de la deformidad.
Si a él le molestaba mirarse no quería ni imaginar lo que sentiría Woo Hyun cuando estaba cerca de él.
¿Lo peor?
Que Sung Kyu tenía un corazón de pollo que siempre le jodía la vida y en aquellos meses al lado de la familia Nam se había enamorado perdidamente de Woo Hyun.
Sung Kyu chasqueó la boca, arrojando otra camisa que no le cerraba a la diminuta cama. No quería usar las blusas que Soo Min le obsequiara, pero a ese paso...
—Sung Kyu, ¿puedo pasar?
Era Woo Hyun. Al momento su corazón comenzó a latir a toda velocidad mientras tomaba una toalla y se cubría el pecho y el abultado vientre con ella.
—Sí. Adelante.
—El desayuno está listo —habló el joven de cabellos dorados a la vez que entraba, frunciendo el ceño al verlo—. ¿Qué pasa?
—Nada.
—¿De verdad?
—Ah. Lo que pasa es que nada me queda. Soy una vaca.
Se mordió la lengua. Mierda, sonaba como una chica. Tantas puñeteras hormonas estaban terminando con su masculinidad.
Woo Hyun miró la ropa sobre la cama un momento, llevándose una mano a la cabeza antes de sonreír de nuevo.
—Lo tengo. Compremos ropa nueva.
—Sabes que no tengo dinero para eso. Si ni siquiera puedo pagarles por la comida y el hospedaje...
—¿Y quién dijo que tienes que pagarnos?—. Y Woo Hyun hizo un adorable puchero—. Tú ahora eres parte de la familia, Sung Kyu.
Parte de la familia. O sea que era un hijo más para los señores Nam. Y un hermano más para Woo Hyun.
Sung Kyu también hubiese querido que Woo Hyun fuese el otro padre de su hijo.
El centro comercial se hallaba a reventar. Y Sung Kyu no quería estar ahí. Sin embargo Woo Hyun no desistió, tomándolo de la mano y llevándolo hasta la sesión de ropa masculina.
—No creo que las batas de Soo Min te hayan gustado.
Comentó el rubio mirando camisetas.
—No. Soy un hombre.
—Lo sé—. Woo Hyun revisó las tallas—. Vaya, no tienen extra grande. Espera aquí. Iré a preguntar.
Humillante. Sin duda. Pedir las tallas extras... Observó con envidia la esbelta figura de Woo Hyun alejándose entre las percheras, los maniquíes y los clientes. Y se sintió repentinamente acalorado. Quería irse a casa, o sea a casa de los Nam. Podía pasar el resto del embarazo usando una cobija encima.
Retrocedió un paso, chocando contra alguien sin querer.
—Lo siento.
Murmuró, avergonzado, sólo para abrir los ojos de golpe al reconocer a la otra persona.
—¿Ho Won?
—Vaya, vaya, pero si es Kim Sung Kyu —y los ojos de su ex novio lo recorrieron de arriba a abajo, deteniéndose en su vientre—. Así que era verdad. Vas a tener un hijo.
—Sí.
—¿Es mío?
—Es mío —susurró Sung Kyu —sólo mío.
—No me extrañaría tratándose de un fenómeno de circo como tú—. Y Hoya sonrió—. Nunca he follado con un hombre preñado.
Sung Kyu retrocedió ante estas palabras. ¿De qué hablaba?
—Dijiste que era asqueroso.
—Y lo eres, pero me gustan las emociones fuertes.
Y sujetó a Sung Kyu del brazo.
—Suéltame.
—Vamos, Sung Kyu. Te encanta esto y lo sabes.
Hoya lo sometió entre sus fuertes brazos.
—No. Suéltame, Ho Won. Yo no...
—¿No oíste? Te dijo que lo soltarás.
La fuerte voz de Woo Hyun los hizo volver el rostro a ambos. Hoya lo soltó y Sung Kyu corrió patosamente a los brazos de Nam, quién lo estrechó entre ellos al momento.
—¿Quién eres tú?
—Soy...
—Es el padre de mi hijo —respondió Sung Kyu —es decir, el otro padre. Lo siento, Hoya, pero no estaba seguro si era tuyo o de él, pero ya hemos hecho un análisis de sangre y el hijo es de él.
—Tú... Perra. ¿Me engañabas?
Y Hoya dio un paso, pero Woo Hyun cubrió a Sung Kyu con su cuerpo.
—Sí, lo hacia. ¿Y qué? ¿Quieres pelear por ello?
Hoya soltó un bufido ante las palabras del rubio.
—¿Por esa basura? Quédatelo.
Y se dio la vuelta para marcharse.
—Lo siento —murmuró Sung Kyu —no quería involucrarte.
—Ese era Ho Won, ¿no?
—Sí —Sung Kyu soltó un suspiro—. ¿Podemos irnos?
—Está bien —Woo Hyun se sonrojo un poco cuando Kim lo tomó de la mano—. Recuerdame no volver aquí.
—Y eso, ¿por qué?
—Bueno, porque no tienen tallas grandes y dejan entrar a cualquiera —y sus siguientes palabras hicieron enrojecer a Sung Kyu está vez—. Y tenemos que recordar advertirle sobre ello a nuestro hijo.
