—¿Te parece que estoy bien?
Replicó el joven doncel, poniendo ambas manos en el pavimento para intentar ponerse de pie, pero un fuerte dolor en la cadera lo hizo bajarlas, soltando un pequeño grito.
—¿Te hiciste daño?—. Se alarmó el otro chico, acercándose a él, pero sin atreverse a tocarlo—. Te golpeé, ¿verdad? Lo siento mucho, me distrajé un segundo con el móvil y...
—Hospital.
Siseó Sung Kyu, llevándose una mano al vientre. El rubio no le había hecho daño, pero la discusión de unos minutos atrás con su ahora ex novio parecía que si.
—¿Como dices?
Y el dueño del vehículo se acuclilló a su lado, acercándose un poco más al pálido rostro de Sung Kyu.
—Necesito... ir al... hospital.
Jadeó el muchacho, tomando al rubio del brazo, sintiéndose aterrorizado. Si algo le ocurría a su bebé él no...
—¿Es el apéndice?—. Inquirió el otro chico, incorporándose y ayudando a Sung Kyu a hacer lo mismo—. A mi tía le sacaron el apéndice el año pasado y...
—No es el apéndice —le cortó Sung Kyu, mordiéndose los labios para no perder la paciencia—. Sólo llevame al hospital.
—Vale, ven —el rubio abrió la portezuela de su auto, ayudándolo a subir—. Ten cuidado.
—Si.
—Espero que no sean los riñones, tengo un tío qué...
—¡Por favor!
Le urgió Sung Kyu, llevándose las dos manos al vientre.
—De acuerdo. Eh... ¿Ponte el cinturón?
Era más una pregunta que una petición, pero la mirada que Sung Kyu le lanzó le hizo cerrar la boca de inmediato, enfocándose en la conducción.
Sung Kyu cerró los ojos, tratando de controlar el dolor con pura fuerza de voluntad, intentando autoconvencerse de que todo estaría bien.
Recordaba a su médico diciéndole que tuviese mucho cuidado. No era el primer embarazo de un doncel que trataba, pero como le había dicho el galeno todos los embarazos tenían sus riesgos. El cuerpo de Sung Kyu estaba apto para la maternidad, tenía una matriz y los óvulos para fecundar, pero seguía siendo delicado.
Sung Kyu soltó un suave gemido, inclinándose más.
—¡Dios! ¡No me digas que es el corazón! Conozco a un tipo qué...
—¿Podrías sólo conducir?
Gimió Sung Kyu, con los puños apretados, intentando no pensar en la cantidad de personas enfermas que aquel chico parecía conocer.
Un cuarto de hora después llegaron al hospital, en donde el rubio se dio prisa en ayudar a bajar a Sung Kyu.
—Duele.
Se quejó el de los ojos pequeños.
—¿Puedes caminar?
—No... sé.
Y Sung Kyu intentó dar un paso. El dolor se intensificó y estuvo convencido de que estaba sufriendo un aborto. Sin importar qué iba a perder a su bebé, a lo único que le quedaba en la vida.
—Vamos.
Lo sacó de sus pensamientos pesimistas la voz del chico rubio a la vez que sus fuertes brazos cargaban a Sung Kyu, el cual sólo atinó a sujetarse de el cuello del otro con fuerza.
—Con el doctor Choi.
Murmuró Sung Kyu, cerrando los ojos de nuevo, dejándose llevar. Aquel chico olía bien. Y de alguna manera extraña le inspiraba confianza. No sabía si eran sus ojos o su tono de voz... Pero era por confiar en un hombre que Sung Kyu estaba en esa situación. Lo cierto era que si hubiese pensado bien las cosas no se hubiera acostado con Hoya. Y aún menos sin protección. No era como si él no supiera lo que podía pasarle.
—Sung Kyu.
Se alarmó el doctor Choi Min Ho en cuanto lo vio, pálido y tembloroso, en brazos del rubio.
—Me duele.
Se lamentó el joven Kim, sin soltar su agarre en el cuello del otro.
—Vamos a revisarte.
Y los llevó a ambos al consultorio más cercano, en donde aguardaba una enfermera. Minutos después Sung Kyu se hallaba sobre una camilla y el médico revisaba su abdomen, todo ante la atenta mirada del joven que le había llevado al sitio. Sung Kyu quería que se fuera, pero no se le ocurría como pedírselo sin parecer grosero. Claro que en su situación eso era lo de menos.
—Parece que le duele el estomago —comentó el de cabellos dorados—. Tal vez sea una infección. O podría ser una solitaria. Yo tengo un tío qué...
—Tienes una amenaza de aborto, Sung Kyu.
Le cortó el médico, sin mirarle siquiera. De alguna manera parecía que el chico le desagradara. Y Sung Kyu no entendía el porque.
—¿Qué? ¿Una amenaza de aborto? ¿Como la que tienen las mujeres cuando van a tener un bebé?
—¿Puede... hacer algo?
Indagó Sung Kyu, pasando también de las palabras del chico.
—Te daré un medicamento para controlarlo. Y vitaminas. Estás muy delgado. ¿No te alimentas bien?
—Más o menos.
Murmuró el aludido, mientras una enfermera se acercaba para conectarle un suero en el antebrazo. Supuso que también le administrarían la medicina vía intravenosa.
—Muy mal, Sung Kyu.
Rebatió el médico y le lanzó una mirada resentida al joven que lo acompañaba, el cual tenía los ojos fijos en el abdomen descubierto de Sung Kyu. Y su boca se abrió lentamente, comprendiendo.
—Oye, ¿tú estás... esperando un bebé?
—Si —asintió Sung Kyu—. Estoy embarazado.
—¿Embarazado? ¿Y como fue que eso...?
—Y tú lo preguntas, Ho Won.
Se volvió hacia el joven el médico; y Sung Kyu lo entendió, incorporándose a medias.
—Doctor Choi... Min Ho... Él no es Hoya. Sólo es un chico que amablemente me trajo aquí.
—¿Qué? ¿En serio?—. Se extrañó el médico, mirando al chico rubio con intriga—. Pues pinta de engreído si tiene.
—¡Un momento!—. Habló el chico—. Antes de que sigan llamándome engreído, ¿me pueden explicar como es eso de que esté chico va a tener un bebé?
Sung Kyu miró al médico, quién no demoró ni un segundo en comenzar a explicar los hechos, de forma breve, pero completamente entendible.
Sung Kyu se negó a mirar al chico, imaginaba su reacción, pensaría que era anormal, asqueroso...
—¡Wow! ¡Increíble! ¡Genial!—. Le sorprendió el joven—. ¿Significa que yo también podría tener un bebé? Me encantan los niños.
—No —replicó Min Ho —sólo los donceles pueden.
—Ya veo—. El rubio miró a Sung Kyu con seriedad—. ¿Eres un doncel?
Sung Kyu abrió la boca para responder, pero Min Ho intervinó:
—De cualquier manera —y el joven doctor se volvió hacia Sung Kyu —quiero que te quedes aquí un par de horas, con el suero y el medicamento te sentirás mejor. Eres un chico fuerte, Sung Kyu.
El mencionado asintió, acomodándose en la camilla mientras que el médico y la enfermera salían, este último indicándole al rubio que hiciera lo mismo. Y Sung Kyu se quedó solo, respirando hondo. Su bebé estaría bien. Confiaba en Choi Min Ho, al cual conocía de toda la vida ya que había sido su padre el que descubriera su condición de doncel.
En algún momento Sung Kyu se quedó profundamente dormido. Aunque de forma inconsciente le seguía preocupando lo que haría. Casi inmediatamente después de empezar a salir Hoya le había propuesto vivir juntos, cosa que Sung Kyu había aceptado. Teniendo como resultado que dejase su bonito piso alquilado y que en su situación actual no tuviese a donde volver. Era obvio que Ho Won no le dejaría ni siquiera entrar. Sin añadir además que su ex amante le había obligado a renunciar a la cafetería donde laboraba.
Asqueroso.
La hiriente palabra se filtró en sus ya inquietos sueños y le hizo abrir los ojos, despertando de golpe y encontrándose con la bolsa de suero casi vacía.
Sung Kyu se incorporó, respirando con fuerza. Se sentía mucho mejor. Era hora de marcharse.
La enfermera apareció, quitándole las dos agujas intravenosas que le habían colocado. El doctor Choi no tardó en llegar también, con las vitaminas que Kim debía tomar, que no eran otra cosa que una bolsa de plástico llena de cápsulas de todos los colores, más un par de indicaciones, la receta médica y la orden de volver la siguiente semana para una revisión.
Sung Kyu consideró hablarle de su situación, pero cuando Min Ho insistió en no cobrarle ni la consulta, ni el suero, el medicamento ni las vitaminas Kim desistió. El médico ya había hecho demasiado por él y no quería abusar.
—No quiero que hagas esfuerzos ni tengas emociones fuertes.
—Si, doctor.
—Y nada de sexo, Sung Kyu. Díselo a Ho Won.
—Entiendo.
—Tenemos que cuidar a ese bebé.
Añadió Min Ho antes de despedirlo. Y Sung Kyu pronto se vio en la entrada del hospital, solo y con una bolsa repleta de píldoras, en el bolsillo trasero llevaba la receta medica. Pero no tenía dinero ni móvil. Se lo había dejado todo en el departamento de Hoya.
Era realmente un imbécil. ¿Como pretendía cuidar de su hijo en esas condiciones? Tendría que volver a casa de sus padres, pero no tenía dinero para el boleto de autobús. Y su orgullo le impediría pedir prestado.
Entonces, ¿qué era lo que iba a hacer?
—¡Oye!
Lo sobresaltó una voz, reconociendo al rubio del auto.
—Creí que no volvería a tiempo —dijo, llegando a su lado y extendiéndole una bolsa de papel—. El médico dijo que estabas muy delgado y tienes que comer por dos.
—¿Qué...?
—Es kimchi. No es picante. La verdad es que no sabía que podrías comer. Pensé en traer pollo frito, pero cuando mi madre estaba embarazada de Sung Jong le daba asco.
Sung Kyu tomó la bolsa, desconcertado. Lo cierto era que había creído que el chico se había marchado ya, porque, ¿qué razón tenía para quedarse? Sólo eran dos extraños.
Pero al pensar en ello no pudo dejar de lado la reacción del chico. No se veía asqueado, sino fascinado. Claro que una vaca con dos cabezas también podía resultar fascinante.
—Gracias.
—Comelo todo.
—Lo haré.
—¿Quieres que te lleve?
—¿Eh?
—A tu casa. Puedo llevarte.
—No es necesario.
—Vamos, casi te golpeó con mi auto —el chico frunció el ceño —es decir, casi los golpeó a los dos con mi auto. Me sentiré culpable si no los veo llegar a casa sanos y salvos.
Sung Kyu vaciló. No quería decirle la verdad, pero después de que el joven se tomará la molestia de comprarle comida no quería parecer malagradecido.
—No tengo a donde ir —admitió al fin, aferrándose a las dos bolsas que ahora tenía—. Terminé con mi novio hoy y... no tengo a donde ir.
El chico lo miró en silencio unos segundos y, repentinamente, una sonrisa iluminó su atractivo rostro, tal vez demasiado atractivo para el propio bien de Sung Kyu.
—Quédate conmigo.
—¿Qué?
—Vivo con mis padres, mis hermanos y mi abuela. Y uno que otro tío. Y estarás un poco justo, pero todos te recibirán encantados.
—Pero...
—Te llamas Sung Kyu, ¿verdad?
—Si.
—No se diga más entonces, Sung Kyu, te quedarás conmigo —y lo tomó de la mano, tirando de él, volviéndose un segundo y sonriendo ampliamente, logrando estremecer el corazón de Kim—. Por cierto, soy Woo Hyun. Nam Woo Hyun.
