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Nuestro hijo.
Sung Kyu no pudo sacar esa frase de su mente durante los días siguientes. Se había resignado a utilizar las blusas de Soo Min, pero con el firme propósito de no dejar que nadie lo viese. Meta imposible. Ni Woo Hyun ni la madre de éste lo permitían. Decían que estar encerrado todo el día no le hacía bien ni a él ni a su bebé. Y que Min Ho lo confirmara no le había hecho muy feliz, aunque había algo que Sung Kyu no podía negar y era que pasar tanto tiempo con Woo Hyun le hacia muy feliz.
Nuestro hijo.
¿Así era como Woo Hyun veía al bebé dentro de él?
Un hijo de los dos.
Unas semanas después Woo Hyun lo llevó a otra de sus citas con Min Ho. Todo parecía estar en orden. Y la cesárea fue programada para finales de ese mes.
La noticia emocionó a ambos. Después de tantos meses de espera su bebé nacería, estaría listo para llegar al mundo. Y aquello sonaba casi como si fuese alguna clase de platillo en el horno.
Se rió en voz bajita aquella mañana, apartando las sábanas para levantarse, recordando de nuevo la cita con el médico. Min Ho les había preguntado si querían conocer el sexo del bebé, pero Woo Hyun había dicho que no. Que deseaba que fuese una sorpresa. Sung Kyu había fruncido el ceño, pero no había dicho nada ante esto.
Woo Hyun se comportaba como si fuese el padre, aunque no como si fuese el esposo.
Él y Sung Kyu seguían siendo simplemente amigos.
Pensaba ganarle a Woo Hyun, ir a la cocina a ayudar con el desayuno antes de que esté fuese a despertarle, pero cuando intentó incorporarse de la cama perdió el equilibrio y el peso extra que cargaba lo hizo caer hacia adelante, golpeándose directamente el vientre con el frío suelo. Sung Kyu dejó escapar un alarido de dolor que resonó en toda la casa. Intentó levantarse pese a todo, pero las piernas no le respondían.
Escuchó entonces la puerta de la habitación abrirse de golpe.
—¡Sung Kyu!
La voz aterrada de Woo Hyun le llegó a los oídos mientras sentía como era levantado en los fuertes brazos de éste, tan fuertes que eran capaces de aguantar su peso y sus kilos extras, unos treinta según se calculaba él mismo. Era una ballena.
—Duele.
Gimió Sung Kyu sin poder explicar lo ocurrido, llevando una mano a su vientre, mientras Woo Hyun lo sacaba de la habitación, gritándole a alguien en el pasillo:
—¡Avisen a mamá que llevaré a Sung Kyu al hospital!
Y al momento la alta figura de Sung Yeol se materializó a su lado.
—Los llevaré.
Woo Hyun asintió sin replicar. Sung Kyu se preguntó si habría reaccionado igual con Dong Woo o Sung Jong, esos dos tenían problemas con la conducción.
—Woo Hyun... Duele... Mi bebé...
Gimió Sung Kyu, aterrado y adolorido, reprochándose mentalmente por ser tan estúpido, mientras que Sung Yeol conducía tan rápido como le era posible.
—Está bien, Sung Kyu, ya verás que todo saldrá bien.
—Me resbalé.
Lloró el mayor, aferrándose al pecho del rubio.
—No fue tu culpa.
Murmuró Woo Hyun, abrazándolo, pasando una mano por el vientre abultado de Kim. Sentía suaves espasmos, como las pataditas que el bebé venía dando desde hacia unos meses.
Sung Kyu gimió, dejando que las lágrimas resbalaran por sus mejillas mientras que Sung Yeol estacionaba el auto ante el hospital.
Apenas Min Ho lo miró, ordenó un quirófano. Practicarían una cesárea de emergencia.
—¿Estará bien mi bebé?
Sollozó Sung Kyu, aferrándose a la mano de Woo Hyun mientras lo obligaban a acostarse en una camilla, listos para prepararle para la operación.
—Claro que si, Sung Kyu.
Respondió Min Ho con una sonrisa. Una en la cual Sung Kyu no encontró la menor pizca de sinceridad.
—Tengo miedo.
Le confesó Sung Kyu a Woo Hyun, tomándolo del brazo cuando dos enfermeras intentaron empujar la camilla.
—Todo estará bien —respondió Nam con una sonrisa mucho más sincera que la del médico—. Nuestro bebé estará bien.
—¿Lo estará?
Lloró Sung Kyu, buscando su mirada.
—Te lo juro.
—Te amo, Woo Hyun.
Soltó Sung Kyu sin más, apretando con fuerza la manga del abrigo del joven rubio, quién le miraba con los ojos muy abiertos.
—¿Qué?
—Estoy enamorado de ti.
Replicó Kim, soltándolo entonces y permitiendo así que las enfermeras le llevasen. Dejando al otro en el sitio. Pero entonces la voz de Woo Hyun le llegó hasta el final del pasillo:
—¡Yo también te amo, Sung Kyu!—. Y la voz de Nam era nasal, como si estuviese aguantándose las ganas de ponerse a llorar—. ¡También estoy enamorado de ti!
Pero eso fue todo lo que pudo decirle. Y eso fue todo lo que Sung Kyu pudo escuchar. En menos de cinco minutos le habían llevado al quirófano, tras aplicarle la anestesia por la columna, haciéndole morder los labios para no gritar.
—Tranquilo.
Repusó Min Ho para transmitirle confianza, aunque con el cubrebocas que usaba era imposible para Sung Kyu saber si estaba sonriendo.
—Si.
Susurró en respuesta, tratando de no pensar en todo lo que estaba por ocurrir. Por lo menos no en el momento en que cortaran su piel, dando con el útero y con su bebé.
Su bebé.
Sung Kyu pensó en él con fuerza. Su precioso bebé. Ese por el que haría cualquier cosa.
Había mirado programas de nacimientos las últimas semanas, así que se daba una idea del proceso y de lo que tendría que esperar.
Por eso cuando Min Ho anunció que tenían al bebé para que, inmediatamente después el quirófano quedará en silencio, Sung Kyu supo que algo iba mal.
—¿Qué ocurre?
Vio a Min Ho darse la vuelta, llevándose a su bebé en brazos. Y el otro cirujano, Tae Min, se acercó a él.
—Está todo bien, Sung Kyu. No te alteres.
—¡No! ¿Dónde está mi bebé? ¿Dónde...?
Y se interrumpió. No. No podía ser cierto. Pero... ¿dónde estaba el llanto prometido? ¿Dónde?
Woo Hyun le había jurado que estaría bien, pero... pero...
Y entonces lo escuchó. El sonido más maravilloso que escucharía en toda su vida. El fuerte, hermoso y decidido llanto de su hijo recién nacido.
Min Ho se acercó a él, rodeando el minúsculo cuerpo entre sus brazos. Tenía apenas unos cuantos mechones de cabello, pero debido a la sangre y a los fluidos que lo envolvían era imposible ver de que color era.
—Lo siento, Sung Kyu —dijo Min Ho, acercándole a su hijo —pero tenía parte de la placenta en la boquita.
Boquita.
—¿Está bien?
—Oh si. Es una niña hermosa.
—¿Niña?
Sung Kyu empezó a llorar. El exceso de hormonas haciendo de las suyas de nuevo, pero no le importó.
Se incorporó a medias, mirando de reojo a Tae Min encargarse de su herida. No le extrañaba, su pediatra era Min Ho después de todo.
Sung Kyu besó la frente de la pequeña con ternura. Era hermosa y frágil. Era su hija. Suya y de Woo Hyun.
Y con este último pensamiento se desmayo.

Doncel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora