El Encuentro

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Hoy volvía mi mejor amiga del extranjero. Sentí una combinación de felicidad y nostalgia. Siempre estuve enamorado de ella.
Durante estos años, el pequeño grupo se fue disolviendo. Al final quedamos Melina, Celina y yo. Ambas eran hermanas.
Ese día, que iba a ser un encuentro fue un desastre. Cada situación qué se presentó era mas rara y ridícula que la anterior.
Para empezar.
Estaba dando vueltas cerca de un banco. Acordamos que con Natalia íbamos a encontrarnos en el banco de aquélla plaza frente el colegio. En ese sector que con el grupo hacíamos estupideces.
Hacía un poco de frío así que "patrullaba" encogido y con las manos en los bolsillos del saco.
Empezó el desastre...
Para mi desgracia, mis dos "hermanas favoritas" también estaban por la plaza.
-¡Ay por favor!-vociferó Celina.-¡Daniel! ¡Tanto tiempo querido! ¡Cambiaste un montón!
-Celina.-me tomé mi tiempo.-trabajamos en la misma oficina.
Sabía qué se estaba burlando. Ambas sabían que ella volvía
-¿Qué haces en esta plazucha de pueblo?-preguntó Melina. Siempre actuando como divas. Pero notaba qué estaban exagerando demasiado esta vuelta.
-Nada.-dije perdiendome en el basto escenario.-Simplemente espero a una amiga...
Ambas se miraron con picardía.
-¿Sabes qué Nati vuelve?-dijo Celina adelantándose a su hermana.
-Nos dijo que tiene algo muy, pero muy importante qué decirnos al grupo.-dijo Melina.
-No se les escapa ni una a ustedes...
-¡Obvio querido!-dijo Celina.
-Osea, los chismes nos buscan a nosotras.
-Uff, seguro...-dije riendome.
-Osea ¿Vos pensas que nos importa la vida del populacho?
-¡Claro qué no Mel!
-Le dije a Natalia que la esperaba aquí.-dije fríamente.
-No es que me moleste la presencia de mis hermanas postizas favoritas pero...
Se rieron.
-Te entendemos gor.-dijo Celina agarrandome el hombro.
-Osea, todos sabíamos que te gustaba...
-Como la mirabas...
-Como hablabas con ella...
-Como intentabas cuidarla...
-Eh...creó que ya fue suficiente.-dije intentandome alejar de aquéllas sucias arpías.
-Absolutamente todo el mundo sabía.-dijo Melina haciendo señas y pasando su brazo a través de mi hombro uno vez que había safado de Celina.
-Claro, todos menos ella...-dijo Celina con maldad. Hasta la veía sonriendo de forma maquiavélica. Bueno...me lo imaginé.
-No te veo tan emocionado por la llegada de tu amada, querido.-dijo Melina.
-Me iba a encontrar solo con ella.-dije agachandome y saliendo del abrazo de Melina.
-¡Ella y yo! ¿Acaso ven un tercero? ¿O un cuarto?
Un pequeño silencio me incómodo. No habían escuchado esto último y miraron para otra dirección prácticamente ignorandome.
-Ay boluda...Esta igual qué en el insta.-dijo Celina.
-Quitale un par filtros y capaz que si.
Se dieron la vuelta y me miraron riéndose.
-Bueno gor...te dejamos solo con tu amada, parece que esta viniendo.
-Mira querido. Esta bien que seas un cagón pero no te hagas la caca esta vez querido.
Se fueron.
Mentiría si digo que nunca me sacan de mis casillas.
Estaba en la otra esquina de la plaza. No sé como hacen las otras locas...
Mientras se acercaba me acordaba del pasado...
Ella siempre sonriendo, siempre tan viva, tan bella...
Mudarme de ciudad no fue muy linda experiencia. Ni cambiarme de colegio. Todo por trabajo de mi madre.
Ella y su familia nos saludó cuando llegamos. Su mirada podía enamorar a cualquiera.
Esperaba verla en mas sitios que sea en el barrio por "coincidencia".
Para mi sorpresa estaba en la misma clase que yo.
Nos hicimos amigos. Mejores amigos...
Si tenía un día tormentoso buscaba una excusa para verla. Con solo verla me alegraba.
Cuando a ella le pasaba algo...Cuando ella lloraba...
Yo lloraba con ella.
Y mientras se acercaba con su hermosa sonrisa, yo quedé igual que la primera vez que la ví. Y mientras ella se acercaba, me sentía igual de inocente que antes.
Cuando estuvo bastante cerca gritó "¡Daniel!" y corrió a abrazarme.
Cuando me abrazó, algo en mi volvió a nacer.
-Tanto tiempo...-le dije con una sonrisa.
-Si...¡Casi no te reconocí!-dijo riéndose.
Nos sentamos en aquél banco y hablamos durante una hora.
Pero todo siempre sale mal...
Parece que el estúpido Señor Ruiz tiene otras "aficiones"...
Siempre tan orgulloso, siempre tan idiota. Caminó hacía mi. Del brazo colgaba Sandra. Alguien a quién consideré mi otro "mitad"...
-Lindo día Sr Toledo.
-Si...muy lindo...-me alejé un poco de Natalia. Me encorve y apoye mis codos en mis piernas dejando a mis brazos caer. Le hice una mirada de poco amigos a el y a Sandra.
Natalia solo miró...
-¿Quien es la muchacha que la acompaña? Igual de hermosa que esta tarde...
Miré a Natalia. Ella también me miró. Baje la cabeza apuntando al suelo y tome aire.
-Es mi amiga.-dije firmemente mirándolo con desprecio a los ojos.-Si, tiene razón. Es igual de bella que esta tardé.-me levanté del asiento.-Pero diría que es igual de fría para los desconocidos...
Sandra se sorprendió y le susurró algo en el oído al Sr Ruiz...
-Esta bien que sea un sábado pero no tiene derecho de hablarle así a su jefe.
-Si sabe lo que le conviene...-dijo con astucia Sandra.
-No creó que deba advertirle de vuelta Señor Toledo...-se acercó a mi y me dio unas palmadas en la mejilla.-Si sabe lo que le conviene, claro. Después de todo no creó que consiga otro buen trabajo como el que le doy yo.
Tenía razón. Pagaba bien, mis títulos me capacitaban para la enseñanza pero por un pequeño curso me pagaba lo mismo que a un profesional.
Pero pasaba tanto tiempo encerrado escuchando las quejas de Celina. Pasaba demasiado tiempo escuchando las burlas e insultos del Señor Ruiz. Miré a Natalia. Estaba preocupada.
Sandra se acercó a mi oído.
-Chau soñador...-susurró burlándose de mi.
Cuando se alejaron un poco Natalia se paró al lado mío y me pasó la mano por la espalda...
-Cuando necesites hablar de lo que acaba de pasar...
-No...-la interrumpi
Me acerque a ambos y tomé del hombro a Ruiz.
-Escucheme, estoy harto de su trato. Estoy harto de la vida qué tiene.
-¡Soltame pelotudo! ¿Quien te crees que sos para criticar mi vida?
-Llegara un momento en que todo lo que tiene se transformará en humo. Su casa, sus autos, su hermosa familia y la empresa.
-¿Qué hablas tarado? ¡Dale, soltalo!-dijo Sandra.
-¡Toda la gente que aplastó! ¡Toda esa gente a la que le aplasta los sueños!-lo solté del hombro y lo señalé.
-¡Acuerdese bien de ellos y sus rostros! ¡Porque algún día vera que sus sueños y la vida que usted tiene ahora valen mas que cualquier cosa!-me acerqué a el y lo agarré de su camisa.-¡Acuerdese bien de Daniel Toledo! ¡Porque algún día! Algún día...algún día cuando usted no tenga nada verá mi nombre en todas partes...-lo solté y me di la vuelta para encontrarme con Natalia qué solo se había quedado mirando.
-¡Despedilo al pelotudo ese! ¡Hacele mierda la vida!
-¡Si! ¡Tenes razón! ¡¿Escucho Señor Toledo?! ¡Esta despedido!
Me di la vuelta.
-¡No hace falta viejo verde asalta cunas! ¡Renuncio!
Natalia se acercó preocupada.
-¿Que hiciste Daniel?
-Estaba harto Natalia...-empecé a dar vueltas.-Cuando eramos jóvenes tenía otras expectativas, otros sueños...
-Querías ser profesor, querías ser periodista...
-Si...-dije melancólico.
Saqué del bolsillo de mi saco una caja de cigarrillos. Inmediatamente me llevé uno a la boca y lo prendi.
-¿Desde cuándo que fuma el Señor Toledo?-dijo burlista Natalia. Quería cambiar de tema.
-Empecé un mes después que te fueras del país, lo dejé cuando salía con Sandra.-hice señas para que sepa que era la mujer qué acompañaba a Ruiz.-Y lo volví a agarrar cuando cortamos.
-¿Por qué cortaron?
-Si estuvimos saliendo tres años ponele qué me estaba engañando uno por adelantado.-le acerque la caja de cigarrillos.
-No, no. Yo no fumo.-dijo suavemente.
-Oh disculpa...
Nos callamos de repente.
Ella se agarró las muñecas y miraba hacía sus pies.
Yo la miraba sin saber que decir.
Tantas oportunidades que perdí...
Tomé aire. Miré al suelo, luego al cielo y finalmente a su rostro.
Me acerque lentamente.
-Natalia...-dije suavemente.
Ella levantó la mirada y me encontré con su sonrisa.
Me detuve.
Volví a tomar aire.
-Natalia...-repetí.-Estuve pensando durante demasiado tiempo...-me tome un respiro.-Jonás, Carolina, Fernando, Milagros...ya estan juntos y yo...-volví a tomarme un respiro.-Me di cuenta que fui un estúpido...-me acerque y la tomé de las manos.-Te amo, desde qué te conocí Natalia. Nunca tuve el valor de decirtelo. Fui un cobarde. Y cuando más te necesité, cuando mas me arrepentí y cuando mas pensaba en ti... tu ya te habías ido...No puedo expresar todo lo que siento por ti y un simple "te amo" se queda corto para lo que siento cuando estas conmigo.
El silencio fue incómodo. Yo estaba incómodo. Ella estaba incómoda...
Se alejó un pasó y buscó algo en su bolso.
Extendió su mano con el sobre. Creó que estaba triste.
-¿Que es esto?-pregunté desconcertado.
-Me voy a casar Daniel.
Nos miramos en absoluto silencio.
Hasta que escuché unas pisadas fuertes.
Alguien me tomo del hombro y me dio la vuelta.
-¿Que pretendias con mi novia?-dijo aquel hombre con su acento.
-¿Qué?
-¡No me tomes el pelo amigo!
-Andrew, para. No pasó nada. Solo fue un mal entendido.
El no escuchó. Solo me empujaba. Estaba en shock para reaccionar.
-¡Andrew para por favor! ¡No hizo nada!
Un golpe voló hasta mi mejilla.
Caí al suelo.
-¡No te acerques!
-¡Maldicion Andrew! ¿Que no entendes?
El la agarro del hombro y se alejaron.
Luego de un rato me levanté y me senté en el banco.
Miré el sobre durante un rato.
Desconcertado era poco para lo que sentí en ese momento.
Fui un idiota.
Me dije mientras rompía en dos el sobre y me disponía para volver a mi casa.

Simplemente DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora