Simplemente Daniel

Café

Era viernes. Desperté con muchas ganas de ir a esa escuela pero a la vez muy  cansado.
No creo haber querido ir a la escuela en algún momento.
Me dirijo al baño. Abro la canilla y me miro en el espejo.
Parezco un vagabundo. Me lavo la cara. Abro la ducha.

Desayuno un café. Término de cepillarme los dientes y al salir tomo una gabardina negra. Salgo apresurado. Miro la hora y estoy llegando tarde.
Aunque viva a seis cuadras de la escuela, me demoro mucho. Aparto a la gente de forma educada, me choco con algunos desconocidos. Me insultan giro y grito "¡Perdón!" sin detener mi marcha.
Llego a la escuela a tiempo. Se completa la rutina de inicio y entro al aula. Me siento en el escritorio y miro por la ventana. No me fijé si estaba Natalia.

Entra mi curso. Un primer año.
Tengo qué dictarles ética. Pero es algo tan aburrido qué se me ocurrió una idea. Aunque malvada...

-Buenos días-me levanto del escritorio.-Hoy, vamos a hacer un trabajo práctico. El tema es este. Lo qué los inspira a hacer sus obligaciones. Ya sea escuela, entrenar o lo qué hagan. Hasta sus hobbies. No quiero dos trabajos iguales ni qué levanten la voz. Empiecen.

Me siento el escritorio. Comienzo a examinar el aula. Algunos escriben, otro grupo habla y escribe, otros hablan y no escriben. Y otro no hace nada.
El qué no hace nada esta apoyado en sus brazos en el pupitre. Esta encorvado y mira a través de la ventana. Debe estar buscando inspiración.
Pasa un tiempo. Mi mirada también se pierde por el patio qué observo aquí sentado. Algunos recuerdos empiezan a venir. Algunos graciosos, otros felices y bueno, los que se deben olvidar...

-¡Silencio!-grito desde mi posición. Los jóvenes están levantando mucho la voz.
Me río para mis adentros.

¿En que momento dejé de ser de la edad de mis alumnos?

No me imaginaba siendo profesor...Bueno, sí. Era mi sueño antes.
Pero se borró. Mejor dicho me olvidé del Daniel qué deseaba ser profesor y ayudar a mis alumnos.
La oficina y el trabajo con Andrés me afectó mucho. No estoy haciendo nada aparte de venir y dictar la clase. Trabajar de algo que no te gusta te mata por adentro. Te amarga y te olvidas de los demás, te olvidas que querías, no trabajas con motivación.
Se acerca una alumna, es bajita y usa grandes anteojos.
-Terminé profe.-dice con una voz aguda mientras extiende su brazo con la hoja.
Lo recibo, ella se vuelve a sentar. Leo el ensayo.
Corto pero claro.
Dejo la hoja a un lado del escritorio. Miro el techo.
¿Cuanto tiempo habré perdido mirando a otro lado? ¿Cuanto tiempo habré perdido pensando y no actuando?

-Profe.-suena una voz desafiante.
-¿Si?-contesto con desinterés debido a que estaba en "trance".
-¿Cual es el chiste de esto? 
-¿A que se refiere?
-Esta reemplazando al profesor Jaime que faltó hoy. Usted enseña historia.
-Aprovecho estas horas para conocerlos. Si quieren dicto ética o pido carpeta y hacen una prueba.
-Se pasa de enfermo.-dice el joven desafiante.
Me río igual que el.
-Si usted, joven, no tiene respeto por una autoridad no me imagino con sus compañeros.-ahora yo también lo miro de forma desafiante. El no titubea.-¿Hiciste el ensayo?
-Si. ¿Lo queres leer?
-Acercate con tu tarea.
Se acerca con una sonrisa y con la hoja. Me la extiende.
-No, yo no la leo. La lees vos frentes tus amigos y compañeros. Tu personalidad me da la sensación que también te reís de tus compañeros.
El me mira sorprendido.
Me levanto.
-¿No esperabas esto? ¿Verdad? Yo no soy como los otros profesores. Estoy muerto por adentro y es difícil que me saquen de mi lugar. Solo te voy a hacer firmar el libro de disciplinas si te pasas con algún compañero. No me interesan tus razones para atacarme.
-¿Qué pensas que sos el único con problemas?
-Cuando seas superior que yo o alguno de tus compañeros me avisas. Ahora lee tu informe.
El joven lee su ensayo, su meta es ser futbolista. Solo va a la escuela para terminar el secundario.