Capítulo 1

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Nuevamente sola, la noche era más fría que de costumbre, las calles parecían vacías, ella era como un espectro, invisible... solo acompañada por el hielo, pequeños mariposas se hacían añicos, era una linda vista ni siquiera al romperse se veían mal, cuando unas desaparecían otras nuevas surgían.

Jamás estaría sola, no mientras pudiera crear lo que quisiera con su hielo, aunque eso solo era una fachada, prácticamente siempre había estado sola ¿Por qué? ¿Por qué le temían?

Ella jamás les haría daño, algo estaba roto en su interior, igual que sus pequeñas mariposas de hielo, su corazón se rompía a pedazos, solo que para este no había repuesto, le hubiese gustado pensar que solo se sentía así porque estaba en un lugar desconocido, pero sabía que no era cierto, en ningún lugar se sentía feliz, Konoha era su hogar, pero... jamás se había sentido a gusto allí, su casa era un completo desastre, al igual que todo lo que la rodeaba ¿Cuándo había ocurrido eso? ¿Por qué su hogar se estaba rompiendo? No hacía falta pensar mucho, todo era su culpa, sus poderes eran un arma de doble filo, tal vez debería olvidar sus sentimientos, ser solo un arma para la aldea, después de todo a nadie le importaba si ella moría por dentro, solo era eso, un objeto peligroso y vacío, a pesar de que conocía y aceptaba esta realidad, pensarlo la hizo tambalear, lágrimas silenciosas cayeron, Oyuki podría llorar a gritos que nadie la escucharía en ese estúpido y aislado cubo de arena, sin embargo su voz parecía rota, incapaz de elevarse produciéndole una terrible agonía y agitación, su cuerpo empezó a temblar y Oyuki se derrumbó en el suelo.

-No hay dolor, no hay dolor... no hay nada, solo vacío- Oyuki cerró sus ojos momentáneamente, para luego levantarse tambaleante del suelo, no podía quedarse en el medio del desierto a las afueras de Sunagakure, al fin y al cabo era un poco peligroso incluso para ella, teniendo en cuenta que akatsuki merodeaba por allí, aunque para eso la habían enviado, realmente a la hoja no le importaba si completaba el examen chunnin, solo querían que midiera sus fuerzas con los miembros de akatsuki, el examen había terminado, sin embargo le habían pedido que alargara sus estadía unos días más, ellos solo esperaban que Oyuki tuviera un enfrentamiento con algún miembro de la organización, prácticamente la habían mandado a matar o morir, aunque no se podía esperar otra cosa de Danzou Shimura, a él solo le importaba sus tonta aldea, sacrificaría cualquier vida sin pestañear, y los demás tampoco habían intentado detenerlo... ¿Pero por qué debía hacer lo que Danzou quería? ¿Por dar su vida por una aldea que ni siquiera la valoraba? La respuesta era muy simple, porque allí estaban sus padres, ellos no eran perfectos pero intentaban serlo, a veces tenían sus bajas, la mayoría de las veces, con sus absurdas discusiones- Discusiones que yo causo- musitó Oyuki con un nudo en la garganta, eran sus padres, ellos si la amaban a pesar de que ella fuera un monstruo, Oyuki no necesitaba un amor perfecto solo quería que alguien la viera como a los demás, que alguien deseara hablar con ella, solo quería un confidente, un amigo, pero eso era una estupidez, ella solo era un objeto, además no mostraría sus debilidades y por nada del mundo mendigaría la amistad de nadie. Una explosión la distrajo de sus pensamientos, casi sin poder creerlo algo cayó del cielo, parecía ser una enorme ave, con un poco de dudas se acercó a la zona de la explosión.

Todo era confuso, el ave no estaba viva, realmente tampoco estaba muerta solo parecía ser un objeto inanimado, tal vez algún jutsu, si seguramente era eso, sobre el ave había un joven desmayado, Oyuki observó todo con detenimiento, el chico era de akatsuki, su capa y la bandana que llevaba en su frente lo indicaban con claridad ¿Qué haría, debía matarlo acaso? A pesar de ser solo un arma para la hoja, le costaba mucho matar o dañar a sus oponentes, a diferencia de otros ninjas, no tendría el valor para hacerlo, de hecho secretamente estaba aprendiendo jutsus médicos y eran mucho más interesantes que sus tontas estacas de hielo que solo destruían, cualquiera podía matar, pero no cualquiera podía sanar, le había sorprendido descubrir que sus manos también podían curar.

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