Night. > l.s

capítulo nueve. (final.)

“Lunes 30 de mayo.”

La policía vino a buscarme; sus ojos me observaban atentamente y casi con repulsión cuando me los topé en la puerta. Le dije a Harry detrás de mí que la policía vino por nosotros y él no me contestó, se quedó callado; hace días no habla conmigo, ni me toca. Seguro se enojó.
Detrás de la policía estaban las cámaras tomándome fotografías y pidiéndome explicaciones, me sentí aturdido ante todo. Una chica gritó "Oye Mitch, ¿cómo lo mataste?" Y me confundí, ¿quién es Mitch? ¿quién murió? Giré sobre mis talones y observé a Harry aún sentado sobre el sofá, con la mirada fija en el techo como cuando suele masturbarse y se corre observando el techo, justo así. Un hombre alto y fornido me tomó por las muñecas y yo grité. Está vez llamé a Harry, porque quería tocarme, estaba por violarme. Casi sentía como me tiraba al suelo y presionaba mi cabeza contra la fría madera de mármol. Sentí como sus manos recorrieron mi cuerpo tocando mi figura y yo solo podía gritar llamando a Harry, pero él no vino por mí. Al igual que mis padres. Estaban violándome, tocándomey Harry no me ayudó. Me sentí de nuevo a la deriva, solo como en aquella plaza con el culo descubierto y el semen recorriendo entre mis nalgas hasta llegar a mis genitales, la sangre cayendo en pequeñas líneas hasta perderse entre la yerba seca. La diferencia fue que había gente viéndome, viéndonos y nadie hizo nada para que ése hombre dejara de tocarme. Vi sus ojos, los ojos de Harry cuando un hombre acomodó su cabeza. Sus pupilas estaban de un verde agua y me sonreía ampliamente como cuando me violó. Él disfrutó verme siendo violado de nuevo. Le grité de nuevo, pidiéndole piedad a Harry pero alguien se puso frente a mí y me decía que me callara. ¿Cómo podía callarme? Estaban violándome, tocándome, manoseándome y nadie hacia nada. Me sentía impotente, débil, cansado y totalmente avergonzado. Creí que Harry podía ayudarme pero él seguía sentado viéndome, viéndolos. Al final, vi luz. Mis ojos se cegaron y mis labios se murieron en la deriva del frío natural. La gente me gritó y empujó, me golpeó y luego de vuelta vi oscuridad. Nada más que la oscuridad que me trajo calma. Mi alma y mi cuerpo se tranquilizó; me sentí como un bebé en el vientre de mi madre. Simplemente oyendo sus palabras a la lejanía, un dulce canto mientras me deshacía en susurros. También me sentí cálido, entre los brazos de mi madre; ella diciéndome que todo estaría bien, que todo había pasado y que nosotros estábamos bien. Yo alcé la vista y vi sus labios sonriéndome, un escalofrío placentero recorrió mi cuerpo mientras aún sonreía hacía mí y yo le sonreí. Sentí sus suaves manos pasando por mis mejillas, las yemas de sus dedos pasándose con sumo cuidado y luego un beso en mi cabello. Sus ojos brillando y luego un lento susurro que me hizo tomar su mano para marcharme con ella. Me sentí feliz, ya no sentía el pene de un hombre en mi culo, no sentía vacío ni tristeza. Me sentía tranquilo, sentía mi corazón lleno de paz y la sonrisa en mi rostro crecía ampliamente observando los ojos de mi madre.
Miré hacia atrás y solo vi personas saludándome, familiares y amigos gritándome cuanto me querían, luego observé los ojos de mi madre y ella asintió para irme. No sé a donde nos dirigimos pero estoy demasiado feliz. Me siento feliz.

FIN.