Las mejillas del chico que tenía al frente se tornaban rosadas.
Pude jurar que el tiempo se detuvo. Su mano en la mía y con mi mirada perdida en sus pupilas.
-L-lo siento...- la voz de Tylor me regresó a la realidad.
-No, yo tuve la culpa- jalé de su mano para ayudarle a ponerse de pie.
-G-gracias... este... m-mi mano...- cierto, aún no soltaba su mano.
-Disculpa- solté su mano.
El silencio se hizo incómodo, Tylor bajó la mirada para luego recoger algo del suelo. Era un libro.
-¿Te... gusta leer?- decidí romper el silencio. Tal vez era una pregunta muy estúpida pero mi mente estaba en blanco.
-¿Eh?... sí, m-me encanta- y ahí estaba de nuevo, esa sonrisa que me volvía loco-. ¿Y a ti?
-Un poco, los únicos libros que he leído son los de Harry Potter- Tylor soltó una risita ahogada y yo sonreí como tonto-. Soy Dan.
-Y yo Tylor- el rubor en sus mejillas se incrementaba. Dios, tenía tantas ganas de besar ese incesante rubor.
-Tu nombre es muy bonito, ¿qué libro es?- no quería terminar esa plática.
-¿E-este?- Tylor acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja y acomodó sus lentes. Este niño me quería matar con tanta ternura-. Se llama Asylum, p-podría prestartelo si gustas...
-Me encantaría, ¿ya te vas?
-Sí, fue demasiado por hoy.
-Ni que lo digas, ¿puedo acompañarte a tu casa?- mierda, no quería ser atrevido.
-E-está algo lejos.
-No te preocupes, tengo mucho tiempo, tal vez vivimos cerca.
-... e-está bien.
-Gracias.
-¿Por qué?
-Por permitirme acompañarte.
Y de nuevo las mejillas de Tylor se pintaron de carmín mientras se aferraba fuertemente a su libro.