-El último señor de la fila, ¿cuál es su nombre?
La odiosa voz del viejo al cual tenía que llamarle maestro me sacó por completo de mis pensamientos.
-Sí, el joven que está junto al rojito, el que no sabe de qué estoy hablando.
Comenzaba a odiar a el maestro.
-Dan.
-¿Dan qué?
-Jankowski.
-Bien, señor Jankowski- escupió cada una de las sílabas- deje de ligar con el pelirrojo, después tenderán tiempo para ir al hotel.
Luke se cubría la cara avergonzado y mordía el piercing de su labio. Supongo que también estaba reprimiendo las ganas de aventarle algo al maestro.
Traté de no prestarle atención al maestro y de nuevo mi mirada se posó en el pelinegro que ocupaba un lugar junto a la puerta. Pero sus enormes ojos negros ya estaban apuntamdome.
Cuando nuestras miradas se cruzaron las mejillas de él se colorearon de carmín y volteó rápidamente hacia la puerta.
Era un encanto ese niño.
Para fortuna de todos terminó la clase y salimos del salón. Apenas era la segunda hora y ya quería irme, cosa que hubiera hecho si no hubiera visto a ese hermoso pelinegro.
-Dan- el brazo de Luke rodeó mis hombros- vamos por algo de comer.
-Pero, él está solo- señalé al pelinegro que era el único que no estaba acompañado de nadie.
-Pff, cuánto a que no te atreves a hablarle.
-...
-Lo que pensaba, ahora vamos por algo de tragar.
A veces me desesperaba que Luke me conociera tan bien.