Capitulo VI

9 0 0
                                    

Adam Thompson.

Luego de salir a comer pizza con April y Caytlin, tuve que ir prácticamente volando hacia mi hogar. ¿Por qué? Por Aaron.

No sé qué demonios hizo esta vez pero por cómo me llamo, está muy asustado. Ya estoy hastiado de todo, no puedo más con esto y esta vez no le diré a nadie. Simplemente haré todo por mi cuenta y me llevaré a Aaron conmigo, si es que quiere dejar de vivir bajo el techo de mis negligentes padres; ya no sé si llamarlos así.

Por suerte, el local en el que me encontraba anteriormente no estaba lejos de mi casa, así que voy corriendo para llegar inmediatamente.

Mientras más me iba aproximando a la casa más me preocupaba, sea lo que sea que hubiera pasado no era nada bueno, en absoluto.

Escuché unos gritos provenientes del sótano. Genial, lo más seguro es que Aaron se haya hecho daño con alguna de las cosas raras de mi horroroso padre.

Cuando entré, rápidamente bajé las escaleras hacia el sótano de dos en dos, hasta finalmente llegué y ahogué un grito al ver lo que pasaba.

Había una chica aproximadamente de mi edad, amarrada a una silla de madera y le sangraba el vientre.

—¿Pero qué demonios...? ¡Mierda! ¿Qué ha pasado? —pregunté cada vez más nervioso.

—Adam, le prometí a papá que no te contaría, lo siento. —dije y lo mire muy mal.

—¿Hablas en serio, Aaron? ¡Toda esta situación, y tú no puedes contármelo porque "se lo prometiste a papá"! —Dije alterado e imitando una voz chillona—, ¡Sabes perfectamente que papá es un asco de persona!

—Bien, los insultos para después. Lo que pasa es que mi padre me dijo que había encontrado "una nueva forma efectiva" de quedar en embarazo sin necesidad de espermatozoides. —Puse los ojos en blanco, por lo tonto que se oía eso— Consiste así: él me saca treinta y cinco mililitros de sangre y los disuelve en su "fórmula especial" la cual no me quise contar detalles, y se lo inyecta a una mujer y esta empezará a gestar dentro de veinticuatro horas. Realicé el supuesto procedimiento y al parecer no funcionó, la chica empezó a sangrar un par de minutos antes de que te llamara y aún no deja de hacerlo, siento lástima por ella.

—Vaya, no sé por qué no me sorprende esto de nuestro padre. Bien, tendremos que extraerle el líquido rápido y por si acaso, que se tome unas pastillas para el dolor. La chica no parece tener más de diecisiete años.

Y así lo hicimos, logramos extraerle la gran mayoría del líquido, y la sangre fue disminuyendo hasta que ya no volvió a salir más.

Luego de darle un par de pastillas para el dolor y una botella de agua para que se hidratara un poco, charlamos y resultó tener quince años y ser muy agradable. La chica se llama Mérida, pero prefiere que le llamen Mer.

—Desde hace rato te quiero preguntar algo —dije y ella asintió—, Espero no incomodarte. ¿Estás aquí por tu voluntad?

Ella rió, pero no lo hacía con gracia, sino como si le hubiera dicho la cosa más ridícula que ha escuchado en su vida.

—¿Tú qué crees? ¿Que el sueño de toda mujer es ser encerrada y que experimenten con ella? Ajá, claro.

—Si, supongo que mi pregunta fue algo estúpida. ¿Ósea que a ti te... Se... Se... Secu...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 12, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cadena de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora