Capítulo 6:

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Entramos a la pastelería del tal Gideon Grey y el olor a pays inundó nuestras fosas nasales, era deliciosa, se me hizo agua en la boca y casi empiezo a babear al ver un exquisito pay de mora azul que estaba en la ventana de exhibición, dios, que delicia, me quedé con las ganas. Miré con detenimiento cada repisa y cada paquete de galletas y hojarascas que se mostraban y te decían "Cooomemeeeee... ¡COMEMEEEEEE!" pero no encontré nada malo así que bajé la guardia, de todos modos, si hubiera habido algo malo en los alimentos lo habría detectado gracias a mi sentido del olfato.

-Bueno. ¿Y sobre qué son las preguntas? – preguntó el zorro limpiándose las manos con un trapo de cuadros rojos y blancos - ¿no estoy arrestado, verdad?

-Jaja, no... aún no – contesté.

-¿Q-qué?

-Es un chiste. Tranquilo, no pasa nada, solo necesitamos que escuches y respondas, eso es todo. Mira, se supone que ayer ibas a recibir una entrega por parte de un guepardo: una planta. Y la usarías como saborizante para un pastel que le darían al alcalde Leodoro Leonsales la noche en la que saldría de prisión. ¿Es cierto? – le pregunté levantando una ceja.

-Sí, es cierto ¿pero cuál es el problema?

-Que la planta es venenosa – contestó Judy.

-¿Qué? – Gideon tomó la planta con sus patas y la olfateó, poco después alejó su hocico de la hierba y habló – Dios, es cierto... yo, por favor perdónenme, no tenía idea de que era peligrosa.

-No te preocupes por eso. El criminal no causará más problemas – dijo Judy con una sonrisa.

-¿Está en la cárcel?

-Encerrado y vigilado las veinticuatro horas. No escapará – dije con toda seguridad.

-Qué bueno, me alegra oír eso.

De repente, como por arte de magia, sonó una alarma y los tres saltamos por el susto, para luego darnos cuenta de que la alarma provenía nada más y nada menos que del celular del pastelero, quien tomó su teléfono, apagó la alarma y se sobresaltó.

-Oh bueno, lo siento amigos, lo siento pero tengo una cita con hermosa zorrita y no debo llegar tarde, tengo algo muy especial preparado para ella y no quiero arruinarlo con mi impuntualidad – dijo el zorro con tanta prisa que apenas podía distinguir las palabras por la rapidez con la que hablaba – ahora, si me disculpa, tengo que cerrar el local. Espero verlos pronto, fue un placer señor Wilde, cuídense, adiós – segundos después subió a su camioneta más apurado que cuando Judy y yo tratamos de llevarle la evidencia de los Aulladores a la comisaría, arrancó el auto y se fue.

-...Bueno, al menos me alegra saber que tiene novia.

-¿Dijiste algo? – preguntó Judy.

-No, no dije nada – contesté rápida y nerviosamente, más rojo que un tomate.

Tres horas más tarde:

Nos dieron las doce y media del mediodía cuando llegamos al centro de la ciudad, le dimos las buenas noticias al jefe Bogo y dimos el caso por resuelto, el alcalde estaba a salvo.

-Excelente trabajo oficiales, espero que no haya más tragedias por un tiempo, me gustaría tener un fin de semana tranquilo, en especial por esto – dijo Bogo extendiendo su pata derecha, que sostenía dos boletos dorados.

-¿Qué es eso? – preguntó Judy.

-Son entradas para la fiesta de mañana, aprovechando que hoy es sábado decidimos hacer una celebración para el alcalde, quien saldrá mañana de prisión.

Zootopia: Nuevos tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora