Capítulo 24:

1.3K 97 24
                                    


Era él. El verdadero hijo del mejor alcalde en la historia de la ciudad. El mismísimo Adam Leonsales. Y nuestra peor pesadilla.

-------------------------------------------------------------

Judy P.O.V.

Se había convertido en una completa abominación, un monstruo. Con la fuerza de un león y las habilidades de un tigre, totalmente imparable, imposible de vencer, quería correr, salir de ahí junto con Nick lo antes posible, pero su temblorosa voz me ordenó que no me moviera.

-¡J-Judy! ¡Donde sea que estés no te muevas de ahí! ¡Leonsales no podrá encontrarte! – gritó el zorro tratando de gastar la menor cantidad de aire posible, no podía soportar verlo agonizar de esa forma.

El híbrido rio enseñando sus enormes colmillos y expulsando pequeñas gotas de saliva por el aire, con solo pensar que alguien podía divertirse tanto al ver a un animal sufrir me hacía pensar la gran tortura que le esperaba a Nick una vez lo atrapara.

-Hahahaha, no querido zorro, yo no puedo encontrarla. Tú lo harás por mí.

Nick P.O.V.

Tratar de soportar el dolor solo me hacía más daño, estaba en mi punto final, no podía soportar más, iba a ceder. Mi cuerpo empezó a actuar por sí solo, la sed de sangre poco a poco llegaba a mi mente, sentía que debía matar algo, cazar lo que estuviera a mi camino y enterrarlo en la nieve para consumirlo más tarde. El ligre empezó a caminar en mi dirección, con cada paso, cada carcajada que salía de su boca me convencía más de que era nuestro fin, todo lo que habíamos logrado, todo lo que alguna vez creímos y vimos no serviría de nada. Era la hora de despedirse.

-Vaya vaya vaya. Nunca había visto a alguien soportar los Aulladores con tanta terquedad. Eres bastante fuerte.

Judy P.O.V.

No estaba dispuesta a dejar que sucediera, por primera vez sentí que debía dejarme llevar por mis instintos, por mis emociones, por todo lo que había logrado ser gracias a Nick. Dejarlo morir ahí no era una opción, incluso cuando sabía que me esperaba una muerte lenta sofocante y horrible no iba a abandonarlo. Él no lo hizo con Bellwether, yo tampoco podía hacerlo.

Por fin pude sentir mi cuerpo reaccionar, mis músculos ya no estaba paralizados, volví a sentir la sangre correr por mis venas y mi corazón palpitar, era la hora de ser valiente y darlo todo.

Nick P.O.V.

Estaba delante de mí, conmigo a sus pies, como un esclavo que se inclina ante su amo. Ya no había nada más que hacer. Salvaje o no salvaje ese era mi fin.

-Todos tenemos nuestro momento Piberius. El momento de dejar este mundo para irnos a uno mejor. Y parece que a ti ya te llegó la hora. Lamento de verdad que no puedas casarte con la oficial Hopps, habrían hecho una gran pareja juntos – abrió su mano derecha y escuché el salir de sus garras felinas, curvadas como un gancho y tan filosas como una katana. Se inclinó hacia mí y puso su dedo índice en mi espalda, provocándome un gran dolor - Terminó el juego, Wilde.

Estuvo a punto de subir desde mi espalda hasta mi cabeza, pero un enorme golpe lo aturdió, una patada, directa en el rostro, era ella, el único rostro que quería volver a apreciar antes de morir, nunca me sentí más feliz... y más triste... ahora no sería yo el único que se iría...

-Lamento que pienses eso Adam, porque ya acepté su propuesta, y ambos saldremos de ésta a como dé lugar – Judy... ahora ella me protegía.

-¡¿Zanahorias?! ¿Qué diantres haces aquí? ¡Te dije que te quedaras en tu escondite!

Zootopia: Nuevos tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora