Capitulo 27

660 46 5
                                    

  - Iremos al mejor lugar del mundo. – la miro. – según yo. – rió.

- Así, ¿se puede saber cual es el mejor lugar del mundo?

- Claro, es la playa. – sonrió, una excelente elección, estarían en la playa...tranquilos, relajados con el sonido de las olas romperse en la rocas, el sonido del mar, solos.

- Me encanta. – Jorge solo sonrió mirando el camino, faltaba aun media hora y conocía la playa perfecta para ambos. Donde se podía hacer una perfecta cena romántica, una playa especial para una 'declaración' y proposición.

No lo negaba, estaba nervioso, jamás le había salido tan difícil una proposición de novios, con la única que lo había hecho fue con Stephie, las otras solo eran besos y no llegaba a nada más de eso, era un perfecto mujeriego y casanova y aunque imposible, aun era virgen.

Puso la radio, de fondo sonaba Beyoncé, una canción que ninguno de los dos escuchaba, sólo estaban en sus pensamientos, los cuales ambos se centraban en una cosa 'ellos' ¿qué cosa? Que pasaba con ellos, que pasaría con ellos está noche, lo de la apuesta, el sufrimiento, novios, besos, citas, risas, absolutamente todo lo que habían pasado en estos dos meses, si aun el sufrimiento no lo pasaban, estarían por sentirlo y estaba más cerca que nunca.

- No te vayas a quedar dormida. -Martina lo miro, adormecida, no era muy buena para los viajes largos, se queda dormida o sólo, se aburría fácilmente. – Falta poco. – sonrió, tomando su mano cariñosamente, Martina se acomodo en el auto y cambio la canción, si quedaba camino, pondría algo más movido.

- No me gustan lo viajes algo largos.

- Lo note, llegamos en diez. – se estiro hacía atrás en el asiento y tarareo la canción de Rihanna que ahora sonaba.

Jorge la miraba sonriendo, aun estaba muy encantado por como ese vestido color azul le quedaba a ella.

- ¿Llegamos? – pregunto Martina, una vez que él aparco el auto a un lado de la carretera, entre unos arbustos, para que no se viera.

- Claro que si. – apago el motor y se bajo del auto, para otra vez, abrirle la puerta como todo un caballero.

Al bajarse del auto, Martina sintió como la brisa marina jugaba con sus cabellos, el sonido del mar y la exquisita sensación de la arena en sus pies. Era una playa completamente solitaria, pero hermosa. Desabrocho los zapatos de tacón y los tomo en sus manos mientras veía a Jorgw que sacaba algunas cosas del auto.

Camino un poco más para sentir la arena entre sus dedos y cerró los ojos, recordando cada y uno de los momentos felices que paso con sus padres en aquella playa, claro que la conocía, venían cada sábado luego de que su padre saliera del trabajo.

- ¿En que piensas? – unos brazos la rodearon por atrás. Se giro para quedar frente a frente con Jorge.

- En todo le que pase en está playa. – sonrió y luego rió.

- ¿Por qué te ríes?

- Porque. – rió un poco y se aguanto. - ¿Por qué tan formales? ¿y en una playa?

- Bueno, siempre quise tener una cita en una playa y con ropa formal, lo lamento.

- ¿Qué? – pregunto Martina. – Me encanta, fue una idea completamente original. – paso sus brazos alrededor del cuello de Jorge.

- Gracias entonces. – rozó sus labios con los de ella, causando un ligero escalofrío en la chica.

- Te quiero. – confesó Martina, se sonrojo al instante, era primera vez que se lo decía, a un chico...que no fuera Chris.

- Yo también te quiero. – Y ahora si, la beso, tan bien como sólo él lo podía y sabía hacer.

Jorge preparo un pequeño picnic, donde tenían una magnifica vista al hermoso mar.
Aun lado de la playa, había una hogareña cabaña, la cual hace dos años no se encontraba allí. Su cara de incógnita miro a Jorge, quién se encontraba acomodando unas fresas con nata. Sintió la mirada de Martina y la miro. Sabía a lo que se refería.

- La construyo mi padre hace un año. Nadie venia aquí, así que seria un lugar para vacaciones o si alguno quisiera salir a despejarse. – Martina sonrió.

- Con mis padres veníamos acá, hace unos años. Ya ni me acordaba que esta playa existía.

- Pues, podemos venir cuando quieras. – sonrió Jorge, frotándole el brazo a Martina, que ya tenía los ojos acuosos.

La hermosa velada continuo, entre risas, besos, juegos, correteos y caminatas a la orilla de la playa. Había sido completamente estúp¡do la ropa de gala, que Jorge había querido que se pusieran, pero le daba un toque especial. Que sólo él – y ella – podían darlo...juntos.

- ¿Qué han hecho? – pregunto del otro lado de la línea.

- Nada interesante, besarse, comer, jugar como unos críos, estoy ya aburrida Stephie.

- No puedes dejarlos solos. – insistió ella. – podrían hacer algo mientras no estés.

- Pero Step. – se quejo Madison. – estoy cansada, tengo frío y hambre.

- Aaaaagh, está bien. Vente, tampoco lo creo, quizás, vuelvas más tarde, ahora ven y muéstrame que es lo que tienes. Todo puede servir. – sonrió.

- Oka, estaré haya, lo que tengo puede servir.

- Claro. Te esperamos en mi casa. – y cortó. Madison los miro nuevamente, no habían hecho absolutamente nada hoy, que ayudará a Stephie a realizar el maléfico plan que tenía.

*

- ¡No Jorge! – se carcajeó Martina, gritando y pataleando. – no lo hagas, arruinarás el vestido.

- OH, no. – rió él también. – me encantaría ver como te ves mojada.

- No por favor. Debe estar congelada.

- No importa, luego vamos a la cabaña y te abrigas. – ya se acercaban al mar. El agua llegó hasta los pies de Jorge y el dio un salto.

- ¡M¡erda! – mascullo. – está completamente fría. - Martina rió bajito. A Jorge no le importo el agua. Cuando ya le cubría por las rodillas – claro, tenía el pantalón arremangado, un poco más arriba.

- ¡No lo...! – pero cuando terminaría la frase. ¡Splash! Cayó a la congeladísima agua. Jorge ya había corrido hacía la orilla y una vez que se encontraba allí, se tiro a la arena a reír como un loco desquiciado. Martina al contrario salio del agua y se dirigió hacía donde estaba él. – ahora si me las pagas Blanco.

Se lanzó encima de él y estuvieron largos minutos jugando al te tiro o no al agua, jugaban como dos pequeños con el agua. Estaba congelada ¿y eso qué? Estaban juntos y eso era lo que importaba en ese momento.

- Tengo frío. – rió Martina, con la cabeza en el húmedo pecho de Jorge, lo había lanzado al agua, pero estaba más que claro que se había dejado, pues el cuerpo de Martina no podía con él del musculoso de el chico.

- Pero si el agua está congelada. Como se te ha ocurrido jugar con ella. – bromeo Jorge y ella lo miro mal, pero no pudo más, ya que exploto en carcajadas.

- Eres un tonto. – le dio un golpe en el hombro, Jorge se quejo.

- Claro, pero así me quieres. – se enderezó para quedar sentado en la arena. - Martina - pronuncio nervioso.

- ¿Sí? – pregunto ella. Mirándolo atenta.

- Hay algo que quería preguntarte. - Tini lo seguía mirando con una hermosa sonrisa en sus labios. –

- Hazlo.

- Bueno... se que comenzamos a conocernos hace dos meses solamente, pero déjame decirte que han sido meses completamente maravillosos, te he conocido y me he dado cuenta que tuve un grave error al haberte tratado como lo hice hace mucho tiempo. – sonrió y continuo hablando. – eres una hermosa persona Martina, digan lo que digan lo eres y mucho. La he pasado bien, me he divertido y he sido yo mismo contigo, no debo aparentar algo que no soy y eso me agrada. – ahora si, hablaba con el corazón, se le había olvidado todo, la apuesta, Stephie, todooo, ahora solo por su mente pasaba Martina. – te he aprendido a querer y me haz enamorado. – confeso, ella lo miro sorprendida y conmocionada, por las palabras que él había dicho. Pero estaba más sorprendida porque le había dicho que estaba enamorado de ella, este día no podía ser mejor. – me gustaría saber si, ¿quisieras ser mi novia? – Jorge la miro esperando alguna respuesta, Martina no se movía, ni hablaba. De un momento a otro se lanzó a los brazos de Jorge y lo beso tiernamente, sobraban las palabras, esa había sido su respuesta, estaba mas que claro. - ¿Eso es un sí? – pregunto luego de que sus labios se separaran.

- Es un me encantaría. – lo beso nuevamente.

Jorge se arrimo encima de ella sin dejar de besarla, siempre y cuando procurando no hacerle daño. Ahora ya no era un beso inocente, era algo más apasionado y provocativo.

Jorge comenzó acariciar las mejillas de Martina, bajando con pequeños besos por su mentón y cuello. Pequeños gemidos se escapaban por parte de ambos. Jorge quería seguir, a este momento estaba cubierto por una nube de lujuria, pero, no podía continuar, simplemente no podía continuar, no así y no aquí. Se separo de Martina quien respondió con un gruñido.

- Debemos ir a la cabaña para que te cambies está ropa, princesa. – se levanto y la ayudo a hacer lo mismo. – no me gustaría que agarres algo. - Martina sonrió, se dio cuenta de lo que podía pasar, no se sentía avergonzada, le había gustado. Y no entendía porque Jorge no había continuado.

- Claro, vamos. – tomo la mano de Jorge y ambos hicieron como si nada hubiera pasado, quizás así seria mejor.

Martina al entrar a la cabaña quedo sorprendida, era más grande de lo que se veía por fuera. Tenía muy bien organizada cada cosa, una sala, dos habitaciones y una cocina.

- Woo. – se sorprendió Tini. – pero mira que hora es.

Eran las una menos cuarto de la mañana, el tiempo había pasado volando y quizás su madre estaría más que preocupada.

- Ha pasado rápido el tiempo. – comento Justin.

- Si. - Ella busco su teléfono y reviso por si tenía alguna llamada perdida de su madre, Jenny o Chris, pero nada.

- ¿Te han llamado?

- No. - Martina hizo una mueca.

- ¿En serio? – pregunto, Martina asintió. – se que tu madre a lo mejor puede estar preocupada, pero es tarde y me he quedado sin gasolina, tendríamos que quedarnos aquí está noche. – esa idea a Martina le aterro ¿pero por qué? no harían nada malo ¿no es así?

- Llamaré a mi madre.

Uno, dos, tres... nadie contesta, intenta otra vez. Uno, dos...

- ¿Alo? ¿Tini?

- Hola, mamá.

- Hola ¿qué sucede? - Martina se extraño. ¿No había notado que su hija no se encontraba en casa?

- Te llame para decirte que hoy no llegaré, me quedaré en casa de una nueva amiga.

- OH, claro hija. – dijo su madre desinteresada. – 'Cuelga ya el teléfono y ven para acá'- se escucho una voz al otro lado. – debo irme, cuídate, adiós. – y corto ¿des de cuando su madre se comportaba así con ella?

Se tomo el pelo, aun lado, debería quedarse en una cabaña sola con Jorge yo...ahora su novio. Sonrió al pensar eso, al fin, eran algo más que amigos, si algunos creían que era imposible. He aquí la muestra de que lo imposible, se vuelve posible.

Ya eran novios, la apuesta estaba completamente ganada, sólo faltaba el día del baile para obtener a Claire y los tres mil dólares.

- ¿Qué te dijeron? – pregunto Jorge, cuando Martina se giro luego de haber guardado el teléfono en el pequeño bolso azul conjunto con el vestido.
- Pues, que no hay problema. -Miro al suelo, su madre estaba con otro hombre, esa voz que se había escuchado allí no era la de su padre.

- ¿Qué sucede? – saco a Martina de sus pensamientos.

- Nada. – contesto ella aun sin mirarlo, le dolía saber que su madre le era infiel a su padre. Pero no podía sacar conclusiones aun, si no era lo cierto.

- No te creo. – levanto del mentón la cara de Martina y pudo ver pequeñas lágrimas resbalar por sus mejillas. Se veía completamente adorable con todo su pelo mojado y alborotado, sin una gota de maquillaje, sus ojos cristalinos y el pequeño rubor que había en sus mejillas. - ¿Qué sucede?

- Mi madre. – dijo con hilo de voz, aguantando el llanto.

- ¿Qué pasa con ella?

- Estaba con otro hombre. – su voz se quebró y ya no pudo aguantar más, abrazo a Jorge y lloro en su hombro, él la atrajo más con sus brazos, dándole la confianza y apoyo que necesitaba en este momento.

Martina solo lloraba abrazada a Jorge, mientras él se meneaba lentamente de un lado a otro, tratando de tranquilizarla. Lloraba desconsoladamente y la entendía, habían hablado semanas antes de sus vidas y ella le había contado la relación de sus padres y con sus padres. Era una chica la cual sufría y demasiado, y él estaría por aplicarse a ese sentimiento.

Camino con ella aun abrazados y entro a una de las habitaciones, donde se recostaron ambos, estaría con ella hasta que parará de llorar y se durmiera tranquilamente. Martina tenía su cabeza apoyada en el pecho de Jorge, no solo lloraba por la infidelidad de su madre, si no por todo. También lloraba de alegría, al fin era la novia de Jorge y ya no lo podía ocultar, se había enamorado completamente de él, de su personalidad, ojos, sonrisa, cabello, absolutamente de todo lo hermoso que tenía Jorge Blanco.

La respiración de Martina era calmada por lo que Justin supo que estaba completamente dormida, aun con ese mojado vestido, pero la dejaría dormir y luego le daría algo para que no se enferme.

Se dispuso a salir cuidadosamente de la cama. Beso la cabeza de Tini y se trato de levantar, pero las manos de la chica lo sujetaron fuertemente.

- No te vallas. – le pidió Martina, mirándolo a los ojos. – no me dejes sola por favor. – murmuro.

- No lo haré. – sonrió besando los labios de Martina.

Ella no había estado dormida, solo se había tranquilizado y ahora solo pensaba en ellos.

El beso al igual que antes se intensifico, y ambos se besaban dulce y apasionado. Se estaban demostrando todo el amor que tenían, en tan solo un beso.

Se subió encima de Martina cuidadosamente. Y comenzó a subir el vestido que le llegaba a medio muslo. Acariciándole las piernas de arriba hacía abajo, causándole escalofríos por todo el cuerpo. Ella se divertía besando con pequeños, húmedos y sonoros besos el cuello de Jorge.

Jorge paso una mano por la espalda de Martina, separándola un poco del acolchado para poder bajarle cómodamente la cremallera del vestido. Pero antes de comenzar a hacerlo. Se separo de Martina y la miro.

- ¿Estás segura, princesa? – pregunto respirando agitadamente, Martina solo lo miro, analizando lo que podía pasar y en respuesta, lo beso, diciéndole con eso, que lo amaba y le encantaría darle lo más preciado que tenía a él.

Jorge comenzó a bajar la cremallera del vestido azul, lentamente. Mientras daba pequeños besos en el cuello de Martina. Una vez toda bajada la cremallera, Jorge comenzó a bajar los tirantes lentamente deshaciéndose de está prenda, que en este momento incomodaba.

La desnudó. Sin dejar de besarla. Ella le apartó le quito la camisa y los pantalones.
Tuvo el placer de contemplar el bello cuerpo de Jorge. Era completamente perfecto.
Él sonrió y volvió a besarla, colocándose entre sus piernas. Sólo faltaba el boxer de Jorge, para que ambos estuvieran completamente desnudos.

En un rápido movimiento ella fue la que llevó el mando de la situación y quedo encima de él. Besándolo, acariciándolo, sintiendo el placer, con el, con Jorge Blanco.

Jorge desde allí tenía una asombrosa vista de la hermosa mujer que era Martina, así, desnuda, mostrando su bien formado cuerpo, sus mejillas ruborizadas, su cabello despeinado y alborotado era la mujer más bonita; perfecta que había visto en toda su corta vida.

La chica estiro su mano hasta tomar el elástico del boxer de Jorge para comenzar a bajarlo, pero unas manos la detuvieron. Él tenía que estar seguro de que Martina quisiera dar este paso tan grande y con él.

- Mar...Martina. – respiro agitadamente. – no quiero hacer algo que tu no quieras. ¿Estás segura?

- Si. – sonrió – quiero dártela a ti, quiero que seas el primero.

- ¿Por qué? – pregunto.

- Porque te amo. – lo beso, y Jorge ya estaba seguro, él también quería darle a ella lo más hermoso que tenía. ¿Por qué? ¡joder! Ya no podía esconderlo más, la amaba, estaba completamente enamorado de Martina Stoessel, patito, su apuesta. Estaba enamorado, de su apuesta.

Se posiciono arriba de ella, ayudándola a deshacerse de esa pequeña prenda que cubría el cuerpo de Jorge. Martina abrió un poco las piernas para una mejor posición y él, lentamente, entro en ella.

**

Las respiraciones estaban calmadas. Ya no era virgen, estaba enamorada y todo eso, era de él. Su virginidad, su corazón y su alma eran solamente de él, de Jorge. Él chico que le había cambiado la vida, que la había hecho mirar la vida de otra forma, él chico que se había robado su corazón.

- Gracias. - Martina levanto la cabeza.
- ¿Por qué me das las gracias?
- Por todo lo que haz hecho por mi. – lo miró a los ojos. – por hacerme sentir respetada y amada. – Jorge sonrió, a medias. Ahora si que era una completa basura. Pero ya nada importada, solo ella. Le importaba una mismísima m¡erda la apuesta, Stephie, todo. Estaba enamorado, de la chica más espectacular que pudo conocer. Y eso era lo único que importaba.

Ambos se encontraban acostados, desnudos, sin decir absolutamente nada. Las palabras sobraban, era un momento completamente magnifico.

- También te amo. – confeso Jorge, si ella se lo había dicho a él, debía hacerlo también.

- ¿En serio? – pregunto Martina, levantando la cabeza para poder mirarlo a los ojos. Que en ese momento se encontraban brillantes.

- Claro, ahora lo se. Estoy completamente enamorado de ti. – ella sonrió, inclinándose para poder besar los labios de ese hermoso chico.

- Yo también estoy enamorada de ti, muy enamorada. – susurro a centímetros de los labios de él. Y Jorge la beso, fuerte y posesivo entregándose, por segunda vez, en cuerpo, alma y corazón.

**

- ¿Son novios?-pregunto Jenny intrigada.

- Si. – dijo Tini, sin poder aguantar una sonrisa. – fue muy especial.

- Cuéntame.

- Bueno, fuimos a una playa, hermosísima, cenamos, jugamos con el agua y comenzó a decirme muchas cosas hermosas, todo lo que habíamos pasado y me lo pidió.

- Y luego ¿qué hicieron?

- Como era tarde, dormimos en la cabaña. – dijo con un doble sentido el cual Jenny no capto, le diría...luego.

- Me alegro mucho por ti Tini. – la abrazo.

- Gracias Jenny, te quiero mucho.

- Yo también hermosa.

- Hablando de eso, recuerda que mañana.

- Si lo recuerdo, hemos estado hablando con Chris y tenemos una magnifica idea, nos vemos hoy para hablar y mañana lo hacemos.

- Me parece estupendo. ¿Piensas que le gustará a Jorge?

- Pues claro que le gustará.

- Es que, puede que le guste como soy ahora.

- Pero esto no es por él, es por ti.

- Lo se pero...

- Mira. – la interrumpió. – si no quieres hacerlo, te comprendo. Te lo he dicho muchas veces, eres hermosa y no necesitas un cambio para serlo.

Pero Martina no sólo quería demostrárselo a Jorge, si no a cada chico que la molestó y humilló.



Hola! Capitulon!!!!! Felices?! Es largo. Algo así como 3248 palabras. Así que no subiré por un rato.

"Patito Feo"-(Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora