Imprevisto

17 2 0
                                    

Comenzaba la cuenta regresiva, tan solo quedaban unos cuantos días para que toda esta historia termine y llegue a su fin. Nací, crecí y quisiera morir aquí en mi gran y querido Santiago.

Ya no quedaba nada y todo terminaba, todo comenzó poco a poco a ser color gris.

Últimamente lloraba cada noche y cada segundo que pasaba, no quería más nada, debía seguir con la vida y continuarla progresivamente, a lo mejor en Antofagasta encontraría nuevas oportunidades, o mejores cosas que encontré y rescaté de aquí de Santiago. Mañana era mi último día y mi cumpleaños.

Ese día, había dormido solo un par de horas, la ansiedad me consumía, y por la mañana desperté muy temprano, bueno, me despertaron. Carolina estaba con una torta a los pies de mi cama, mientras la sostenía; cantaba. Que  linda, pensar que había gastado tiempo de sueño solo para llegar a mi casa, al salir estaban sus padres, quienes me llevarían al colegio por última vez. Tomamos desayuno y estuvimos todo el día juntos en la escuela, parecíamos novios pero... no lo éramos. Cuando ya era hora de ir a casa, después del timbre final, Antonia me llama por teléfono diciéndome que subiera al cuarto piso, bueno, eso hice, subí los escalones y allí estaba ella, lucía muy linda con su rostro al sol y sonriente, en ese momento recordé años anteriores, cuando estábamos juntos, cuando fuimos novios, cuando di mi primer beso junto a ella... era inevitable no recordarlo. Me acerqué a ella y nos abrazamos por cinco minutos, estaba bastante nervioso, debía admitirlo, esos mismos sentimientos se encontraban aún allí y debía hacer lo que quería hacer; ella se adelantó y nos dimos un largo y gran apasionado beso.

Lloré junto a ella por la emoción, la amaba, era lo más preciado que tenía en mi vida, en el rostro de Antonia se reflejaba lo mismo, según mi parecer, luego nos abrazamos y nos quedamos charlando unos cuantos minutos, había sido el mejor regalo de cumpleaños de la vida.

Nos vemos en la noche, me dijo al oído y se fue.

Quedé completamente loco.

Después de una larga ducha, me vestí, me puse unos jeans negros, mis típicas "Vans" de color burdeo y una camisa blanca que me la había comprado especialmente para la ocasión, ya estaba preparado y dispuesto a pasar una linda noche, mi última gran noche. Tomé la micro después de largos minutos interminables, ya me encontraba en frente de la casa de Antonia, toqué el timbre y allí estaba ella, tan linda como siempre, nos saludamos y me llevó al patio trasero, estaba lleno, estaban todos los compañeros de la clase, sí, todos, y alguna gente desconocida que sin duda me daba lo mismo si estuviesen o no, había un excelente ambiente, todos bailaban, gritaban y eso que recién todo esto estaba comenzando. De un momento a otro, no sé cómo, yo estaba bailando con Carolina, no recordaba cuando la saludé ni cómo llegó allí, bueno, pero esos eran solamente detalles, hasta que de repente veo que Antonia estaba bailando con otro chico, cuando de repente ambos se besuquean delante de todos, Carolina se daba cuenta de la situación y trataba de evitar que yo no mirase hacia ese lugar, pero yo no quería más, quería enfrentarla, me estaba cagando mi último día en Santiago. Debía reaccionar, estaba quedando como un completo estúpido delante de ella, esta situación me cabreó por completo, estaba muy molesto, ¿por qué mierda me había besado ésta mañana si quería a otro chico? Decidí encararla, creí que iba a ser para mejor, la tiré de un brazo y la saqué de la pista de baile, el chico que la acompañaba me siguió enrarecido, yo, bajo los efectos del alcohol no sabía que estaba haciendo, mientras Antonia me decía que él era su novio, yo lloraba y la seguía sosteniendo del brazo, y en ese instante todo cambió... recordé y pensé, él era el tal Sebastián que le había dado "Me gusta" Al momento en que ambos fuimos amigos por Facebook, él era el que estaba sometido a nuestra imposible relación, el entorpecía lo nuestro. Decidí dejar de lado todo, soltarla y dirigirme al baño. Eran recién un cuarto pasada la media noche y yo ya no resistía esto. Carolina tocaba la puerta desesperadamente para que yo la abriera y tratara de consolarme, pero nada de eso hice. Estuve allí dentro aproximadamente una hora, sentado en el suelo llorando, un poco más calmado y tranquilizado por lo ocurrido, hablé con Carolina, me abrazó y dijo que todo iba a estar bien, ya no me importaba nada. Bajé hasta el patio central y decidí bailar, gritar y hacer lo que fuera para no recordar lo que mis ojos vieron por un par de segundos y para disfrutar mis pocas horas de estadía en ésta ciudad, hasta que Antonia se acercó a mí, un poco rara y triste invitándome a que conversáramos en su pieza a solas a lo que yo accedí un poco molesto. Su habitación estaba bastante ordenada, en una posición distinta a la cual yo me acordaba. Me decía que se disculpaba de lo que había hecho en torno a mí , que estaba jugando y que decidía dejar de lado todo y comenzar de cero en todo sentido, que ya había terminado con su novio... creí y caí en las manos de Antonia... no entendía nada, ¿Yo era muy fácil? O ¿Ella era muy fácil y jugaba con todos? No sé, no sabía nada, no creía nada.

En fin, nos besamos intensamente sobre la cama, creí que iba a ser mi segunda vez, ahora sí con alguien que amaba y que valiera la pena hacerlo. Ella ya me había sacado la camisa y yo comenzaba a desvestirla poco a poco cuando de repente entra Sebastián y nos encuentra a ambos.

(Sí, una escena bastante típica, que ocurre en la mayoría de las películas y que termina de la siguiente forma)

Él me pegó un combo en mi humilde cara y yo caí al suelo, y resulta que era lo que estaba imaginando... Antonia me había estado utilizando todos estos meses, sus lágrimas de cocodrilo y sus disculpas eran una gran mentira, todo era una gran mentira.

Terminó la noche, decidí irme con Carolina a su casa, dormimos juntos. ¿Por qué me pasaba esto a mí?, en mi última gran noche toda la verdad se reveló ante mis ojos. Me bastaba el sufrimiento. Carolina me consoló toda esa interminable y desgraciada noche, lloraba en su hombro, limpiándome las lágrimas que caían y pasaban por mis mejillas intensamente.

Ahora solo me quería ir de esta vergonzosa situación y marcharme de Santiago lo más pronto posible, quedé en ridículo ante todo el curso, en un par de horas ante el colegio, entre un par de día ante Chile y entre un par de semanas ante todo el mundo. Ordenaba las cosas lentamente, acordándome de cada momento que pasé aquí en esta casa que me acompañó años de mi niñez y adolescencia y que me había visto nacer. Lloraba desconsoladamente, las cajas estaban inundadas en lágrimas... ¿Qué era lo que más extrañaría? Todo, la ciudad me gustaba, era fascinante caminar por las estrechas y grandes calles de Santiago, recorrer museos y ver paisajes hermosos de esta bella ciudad, ver a Carolina sonreír de mis tonteras, hablar hasta horas de la madrugadas con ella sobre diversos temas, ella ya formaba parte de mi vida y no verla más, sería como que me robaran una parte de mi corazón.

Pasaron varias horas, dolor de cabeza y ojos hinchados. Me veía bastante atractivo.

Ya teníamos listas las cosas para marcharnos de esta ciudad, la casa estaba vacía, nunca lo había estado, ahora sí que si definitivamente, una familia más de Chile se destruyó. La casa sería regalada para otra familia que recién se estaba formando, sí, mi hermano se quedaría con ella, Diego y Vitoria, su hijo pronto a nacer.

Carolina había llegado a mí casa corriendo y muy cansada cuando ya cerrábamos la puerta, mi madre, ya se subía al taxi que nos dejaría en el terminal de buses, hablé con Carolina, ambos lloramos y nos abrazamos cuando de la nada ella me toma la cara con sus dos pequeñas manitas y me mira a los ojos con su carita al borde de las lágrimas, yo nuevamente comencé a llorar, no sabía que estaba pasando, me tomo mis mejillas y las acercó a sus frágiles labios y todo comenzó, una explosión de sentimientos que circulaban por todo mi cuerpo y alma, me estaba concediendo el poder de sus labios y la castidad de ellos, realmente lo que busqué y necesité siempre había estado allí, tan cerca. Realmente lo de Antonia era toda una ilusión, una confusión entre recuerdos y amor, nos abrazamos necesitadamente, como si fuera el fin del mundo, ella me había estado apoyando desde el primer día de clases hasta el último, pensar en que ya no la vería más y que todo quedaría en nada, decidí en alejarme de ella y subirme al auto sin decir nada, no quería que ambos nos ilusionáramos, la distancia haría que todo esto terminará en nada, amaba a Carolina.

֝

VIDA DE UN ADOLESCENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora