Loki de Asgard

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(Ingrid P.O.V)
"I see you driving 'round town with the girl I love, and I'm like fuck you..." Escucho por los auriculares de mi móvil mientras miro por la ventana del autobús.
A mi lado, una persona se mueve. Me giro rápidamente, porque creo ver un atuendo conocido. Como siempre, no es él, y la señora que se sentaba conmigo me mira mal, así que me pongo de pie, y ella me sigue con los ojos.
Mientras espero que aparte la mirada, recuento las veces que he creído verle esta semana. En la sala de conferencias de la universidad, en el portal de mi casa, en el parque, y hoy en el autobús.
Desde que el lunes me choqué con aquel extraño en la calle, he estado viendo su sombra en cada lugar al que voy. Siento que me sigue. Además, desde que agarró mi collar, la piedra
parece estar mucho más fría, incluso me deja marca.
Ensimismada, no me doy cuenta de que el autobús va a parar. Cuando quiero agarrarme a algo, el conductor está frenando bruscamente. Me tropiezo y caigo de rodillas. Nadie me ayuda a levantarme. Estúpida gente de esta ciudad... En Seattle alguien habría, al menos, hecho ademán de tenderme la mano.
Con cuidado, me pongo en pie y me sacudo el polvo de los pantalones. Salgo de debajo de la parada y abro el paraguas. Despacio para no empaparme, aligero el paso hacia el edificio blanco. "Columbia University" leo en el grabado un poco más adelante.
Antes de darme cuenta, estoy en la puerta del salón de clase. El profesor aún no ha aparecido, y menos la mayor parte de los alumnos.
Subo las escaleras hasta los asientos centrales, mis favoritos, y me acomodo en el sitio que suelo ocupar. Saco mi portafolios y un lápiz, y me pongo a hacer pequeños dibujos en los bordes de las hojas de apuntes. La mina arañando el papel es un sonido que me tranquiliza. Me recojo el pelo con una cinta para que no me haga cosquillas y se me meta en la boca. Así pasan los minutos, hasta que por fin el profesor llega y cierra la puerta detrás de él.
Levanto la vista, y compruebo cómo el salón se ha llenado en comparación con el momento en el que llegué.
Mr. Cooper comienza a explicar anatomía. Es un hombre alto, rubio y con barba. Aparenta unos cincuenta y pocos años, a pesar de tener sólo cuarenta. No para de subirse las gafas, tiene un tic nervioso que le impide parar. Suele pasar con la gente que las necesita, yo lo tenía hasta que me operé el año pasado.
Trato de concentrarme en lo que explica, pero mi mente divaga por otras cosas. Juego con un mechón de mi pelo, y me planteo abandonar la clase, porque no la estoy aprovechando, cuando llaman a la puerta.
Tres golpes rítmicos y seguidos, un gesto de Mr. Cooper y se abre la puerta, para dejar pasar al rector de la universidad.
El aula entera se congela, mientras el rector le susurra algo al oído a Mr. Cooper. Todos sabemos que solo algo muy importante puede hacer que el mismo rector venga a interrumpir la clase.
Entonces Mr. Cooper señala hacia la zona donde estoy yo. No dice nada, nadie lo hace, pero nos damos cuenta de a quién señala. Me pongo en pie. La mirada se me nubla, y bajo las escaleras con paso tembloroso.
- Mis padres, de vuelta en Seattle; Ella, mi compañera de piso; mi hermano, de misiones en la India- son algunas de las personas a las que imagino muertas, enfermas o en la cárcel.
Desde el estrado, Mr. Cooper me dirige una mirada de lástima. ¿Qué sabe él, y por qué no quiere contármelo?
El rector me hace una seña hacia la puerta y salgo, precediéndole. Después, me guía en total silencio hasta su despacho, un lugar oscuro y frío.
Al entrar, espero que el olor a café me asalte, y me desconcierta encontrar solo un tenue aroma. El rector es un apasionado del café. Latte, mocca, cappuccino, los adora todos, y las pocas veces que me lo he cruzado por los pasillos llevaba una taza en la mano.
- Señorita, tome asiento- me pide, y yo me apresuro a obedecer.
Él se acomoda en su el enorme sillón marrón que hay detrás de su escritorio.
- Supongo que sabrá por qué la he llamado- dice.
Trago saliva y niego con la cabeza.
- ¿De verdad?- el brillo de sus ojos se torna verdoso- ¿ni la más mínima?
Antes de que a mi cerebro le dé tiempo a procesarlo, el bajito y rechoncho rector se convierte en un hombre alto, pálido y de pelo largo, vestido con una armadura completa.
- ¿¡Q-quién eres!?- me pongo en pie y retrocedo, asustada.
- Soy Loki, de Asgard- él se acerca- habrás oído hablar de mí.
- No sé quién eres, ni qué quieres, ¡déjame en paz!
Él abre los ojos, sorprendido, no esperaba esa respuesta.
- ¿Estás diciendo que no me conoces? ¿Loki Laufeyson? ¿El semidiós que casi consigue dominar tu patético mundo? Vaya, S.H.I.E.L.D sí hizo un buen trabajo.
Llevo la mano al bolsillo de mi pantalón, intentando alcanzar mi móvil. No está, me lo debí dejar en el bolso, que aún estaba en clase.
El tal Loki me inspecciona. Mientras, yo intento retroceder hasta la puerta.
De repente, como un rayo, se lanza sobre mí, me empuja contra la pared y me agarra del cuello con la mano.
- Veamos, Midgardiana. He perdido la paciencia. Dame lo que quiero, y todo saldrá bien.
A través de las lágrimas, veo en sus ojos y en su sonrisa que miente.
Intento respirar- No sé lo que quieres- digo entrecortadamente.
- Sabes que sí. Dámela.
Entonces lo reconozco. Esa voz... Ya la había oído. Es el extraño de la calle... Y quería mi collar.
Sé que debo dárselo, o me hará daño. Sé que es lo mejor, seguro que me perdonarían si lo hago, a fin de cuentas, él es un semidiós, y ha hecho magia.
Pero algo en el fondo de mi cerebro me impulsa a no hacerlo, tira de mí para que pronuncia la palabra equivocada.
- No- respondo- voy a quedarme el collar.
- Oh- ríe él- estúpida.
Tira de mi collar, intentando arrancarlo de mi cuello. Por alguna extraña razón, no se suelta, ni tampoco se clava en mi piel.
Sus ojos se estrechan, formando dos finas rendijas, y frunce el ceño.
- Qué...- murmura.
Vuelve a tirar, y nada. También prueba a sacármelo por la cabeza y no consigue mejor resultado.
- Bien, niña. No me dejas otra opción- me suelta, y de sus manos salen dos largas espirales verdes que se acercan a mí.
La piedra del collar brilla y, por un momento, Loki sonríe, triunfante. Entonces, noto una onda de energía que sale del pequeño cuarzo, choca contra él y lo derriba contra el escritorio del rector.
Creo que es mi oportunidad para huir, pero Loki se incorpora de un salto, como si el golpe no le hubiera molestado siquiera.
- No lo entiendo- gruñe.
De repente, sus ojos se abren. Se ha dado cuenta de algo, pero no sé de qué.
Maldice por lo bajo en lo que parece ser algún idioma escandinavo y se vuelve a acercar a mí.
- Volveré a por ti, no creas que hemos acabado. Oh, y ni pienses en contarle esto a alguien si aprecias tu vida- susurra, y al instante desaparece.
Me quedo mirando el lugar donde hace unos segundos estaba, y luego contemplo mis manos. Están pálidas, pero igual que mi cuerpo entero. No voy a mentir, estoy muy asustada.

Heros of our time  ||Loki fanfic||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora