Y tal como lo supe, allí estaba ella. Sentada sobre la barra, mesiendo sus pies, como lo estábamos la madrugada del sábado. Una vez más, esa noche hace acto de presencia en mi mente, poniendo en juego todo el tiempo que he sido su amigo.
Dejo la mochila en el piso silenciosamente sin despegar la vista de ella y de lo hermosa que se ve con el rojo tenue de la luz que emana de los vidrios polarizados de tal color sobre el techo. El resto del lugar está en penumbras.
Mis pasos no emiten sonido alguno mientras me acerco a ella.
—No hay otro lugar del cual despedirse más emotivamente en todo Miami... —levanta la mirada de sus convers –que se detienen de su va y ven –, y los clava en mi. Continuo —... Que el club 19 de la Calle del Vago —rió por el apodo que le habíamos puesto una noche de borrachera en honor al vago que nunca se le veía fuera de esta.
—No, supongo que no lo hay —apoyo la palma de mis manos sobre la barra dándole la espalda y de un brinco estoy sentado al lado de la castaña. Miro su mano a un lado y la atrapó con la mía, entrelazo nuestros dedos por primera vez. Se siente genial.
—Y no hay otro mejor amigo del cual no despedirse en toda Florida más que yo —menciono con melancolía.
— ¿Qué quieres que te diga? —levanta sus hombros y los deja caer, intentando parecer despreocupada o una disculpa. Pero se que se está poniendo nerviosa.
—Cuando me pregúntaste sobre la chica que me gustaba, y dije todo aquello cursi y tonto... Creo que sé que sabes de quien hablaba —con el dedo índice de mi mano libre coloco detrás de su oreja el cabello alisado que hacía de cortina en su cara, esta se relaja ante mi tacto. Pero sus ojos nerviosos –y muy abiertos– no dejan los míos —... Yo estaba hablando de ti. De como me sentí cuando nos conocimos. De como me siento a tu lado... De como me enamoré de ti —cerró los ojos y no noté lo cerca que estábamos.
—Di algo —le pido.—Yo también te quiero... También me gustas... Eso —hace un ademán con la cabeza apuntando nuestras manos hermosamente unidas. Respinga soltando el aire que quedaba en sus pulmones.
— ¿Entonces...? —me interrumpe.
—Simplemente no puedo despedirme de ti.
—No tienes que hacerlo. Puedes simplemente...
—No tengo corazón para hacerle eso a mis padres —me interrumpe nueva mente.
—algunos corazones tienen que romperse —iba a decir algo, pero esta vez la interrumpí yo al unir nuestros labios. Mi mano fue a parar a su cuello, profundizándolo aún más.
Nos separamos al minutos por falta del –desgraciadamente – vital aire. Pegamos nuestras frentes. Soló se oía nuestros jadeos por llevar de nuevo oxígeno a los pulmones.
—No puedo perderte solo así —Choqué nuestras bocas una vez más. Nuestros dientes se tocaron y fue una sensación breve inolvidable.
Mis manos se siñieron a su cintura delgada y la jalé hasta estar ambos sobre nuestros pies. Sabía a cereza y era muy dulce. Inevitablemente mordí su jugoso labio inferior y subcioné. Separó los dientes y fue mi oportunidad para meter mi lengua en esta, y que explorara con libre albedrío su cavidad bucal, hasta que puso resistencia y solo fue para mayor deleite.
Sus brazos hicieron lazo tras mi cuello. La pegué a la barra. Parecía estar en un sueño, uno que deseaba no viera fin.
—Algunos corazones tienen que romperse —repetí. Negó con la cabeza y salió corriendo.
Estaba equivocada si pensaba que sería todo entre nosotros. Que se acabaría antes de comenzar.
ESTÁS LEYENDO
Life Of The Party |Rara |One-Shot
De TodoÉl se acababa de mudar, solo quería fiesta. En una de ellas la conoció a ella. Ella... Tenía auriculares, una aplicación de mezclas en su computadora y talento. Así como tenía una doble vida. Ella tuvo miedo de enfrentarse a ello. Él sólo pudo darle...