3. La manita del niño rubio

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Conforme se iba acercando Jack a los niños, comprobó que se trataba de siluetas flotantes con el rostro ennegrecido que carecían de piernas y que llevaban consigo unos pequeños cubos con palas y rastrillos de plástico.
Impulsivo y sin pensar en las consecuencias, Jack avanzaba con paso decidido hacia ellos, pero cual fue su sorpresa que, cuanto más se acercaba, más se alejaban esas siluetas de niños por las inmediaciones del tenebroso bosque.
El joven inglés, dejó suavemente la vespa sobre el frío asfalto de la carretera y decidió adentrarse en un mundo que no le era conocido, el mundo de lo sobrenatural.
Paso a paso, estaba más seguro que esas formas querían jugar con él, como si de un pilla pilla se tratara. Tras avanzar unos 100 m, Jack se encontraba desorientado, perdido y asustado. Dejó de ver las figuras, y empezó a escuchar pequeñas voces de niños jugando y pequeños pasos que le rondaban muy cerca. Paralizado por el momento con los brazos hacia abajo, derrepente Jack notó la manita de un niño en su palma de la mano derecha. Paralizado, se armó de valor y se atrevió a mirar hacia ese lado.
Con los ojos cerrados, giró la cabeza y poco a poco decidió abrirlos, contemplando a un niño con traje de baño de rayas blancas y azules que llevaba un cubo en la otra manita. Su rostro y piel estaba ennegrecidos y su cabello era rubio como los rayos del sol. Sin pensarlo, Jack se tiró al suelo y observó detenidamente la figura hasta que desapareció a los pocos segundos.
Aturdido y confuso de lo que había visto, Jack salió corriendo cono alma que lleva el diablo hacia la motocicleta, la arrancó y con la rueda pinchada avanzó sin mirar atrás.

Los Niños Del CuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora