capítulo 18

20 1 0
                                    

Llege y no había nadie, ¡por fin había llegado pronto!.
Era la primera vez y por fin podía demostrar a mis amigos que si quería podía llegar a ser una persona bastante personal.

Eran las 8:55 y no habían aparecido, no había rastro de ellos. Estaba cogiendo el móvil para llamarlos cuando de repente...
Hola, Amelia. ¿Amelia eres tu?- dijeron los 3 a la vez.
Sí, por qué no os podéis creer que haya llegado antes que vosotros y mucho antes he llegado a las 8:20-dije yo.
Es que nos sorprende, siempre llegas tarde- dijo Alberto.
Ya ya lo se, pero si quiero llegar pronto puedo ¿lo veis?- dije yo.
Sí, lo vemos- dijeron ellos.

Nos sentamos en unos bancos y empezamos ha hablar.

Así estuvimos horas hasta que...
... Ufff, ya son las 12:09, me tengo que ir- dijo Claudia.
Sí, yo también me tengo que ir- dijo Esteban.
Yo también me tengo que ir - dije yo.
Pues ya quedamos otro día, pero con más tiempo, que ya estamos en semana santa- dijo Alberto.
¿Semana Santa? - dijimos.
Sí, ¿no os ha llegado el mensaje?- dijo Alberto.
¡Pi, pi, pi...!- sonaron nuestros móviles.
Mensaje del colegio:
Queridos alumnos, ya estamos en Semana Santa, se nos olvido comunicarlos. Las notas se os entregarán en vuestra casa, mirad a menudo el buzón.
Saludos, el colegio de siempre.

¡Vaya, no me lo esperaba!- dijimos Amelia y yo.
Yo tampoco- dijo Esteban.

¡Hasta otro día! - dijimos todos a la vez despidiendonos.

Esteban y Amelia ya habían partido.
Entonces Alberto me dijo:
Amelia, mira, no se si te ha llegado mi carta.
Mira, me gustas, ¿querias salir conmigo?.

Me quedé en blanco durante unos segundos, al menos sabía que la carta era de él, el misterioso A.

Cogi aire y le dije:
Mira, Alberto, me caes muy bien, somos buenos amigos, pero no me imagino saliendo contigo.
Pero espero que sigamos siendo amigos.
Lo entiendo- dijo él.

Nos despedimos y volvimos a nuestras casas.
A mi me quedaba una buena caminata. La próxima vez teniamos que quedar en otro lugar y que estuviese más cerca de mi casa. Yo no me podía pegar esas caminatas, que acababa casi sin piernas.

¿ Por qué no me contestastes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora