Quatre

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Rurik se aferraba fuertemente al cuerpo de Jens, con su respiración acelerada, los sentidos agudos y su cabeza dando violentas vueltas.

Jens tenía su cabeza escondida en el cuello de Rurik, depositando besos en aquella curva. Los suspiros y jadeos de Rurik para él eran una especie de deleite.

Rurik sólo podía recordar el momento donde ambos comenzaron a besarse, no fue hace tanto. Era incapaz de volver en el pasado y ver cual fue la razón de su nueva placentera experiencia, pero le encantaba. Se estaba olvidando de su inseguridad, se olvidaba de su confusión. Solo disfrutaba el momento. Pero una diminuta parte de su cerebro pedía respuestas, los labios del pelirrojo acariciaron su sien y él disfrutó aquel tibio y húmedo tacto, su cordura iba a desaparecer.

-No sé como terminamos así -el aliento de Jens chocó contra su oreja y se estremeció, pasando sus manos por sus hombros-. Pero quiero estar así, contigo, lo que queda de mi vida.

¿Lo amaba? ¿Siquiera sentía algún tipo de apego fuera de lo carnal hacia él? Rurik empujó a Jens con delicadeza y él se mostró desorientado.

-¿Hice algo mal? -preguntó-. Si fue así, lo siento, no quería...

-Este mes ha sido largo en cuanto a ciertas cosas, pero corto en este ámbito -susurró Jakov, y suspiró; todo su cuerpo se estremeció en un tentador calor-. No me siento seguro... Jens, no quiero hacer esto, no ahora.

Jens se alejó y se pasó las manos por la cara, asintiendo. Le pidió disculpas al de ojos gatunos reiteradas veces, quien se limitó a sonreír y decir que no sucedía nada, aunque por dentro estuviera muriendo. Lo que restaba de día se mantuvieron en silencio, sin hablar, dirigiéndose una que otra mirada.

A la noche, arreglaron sus maletas.

(...)

Rurik soltó un bostezo y abrió sus ojos, escuchando como alguien decía su nombre en voz un poco baja, como si quisiera despertarlo y no quisiera al mismo tiempo. Abrió sus ojos con lentitud y pereza, tratando de estirarse. Cosa que no pudo hacer porque unos brazos estaban aferrados a su cintura, era capaz de sentir el calor del cuerpo ajeno que se abrazaba a él.

Cuando cayó en cuenta de quien lo había despertado, soltó un chillido y pellizco los brazos de Jens. Podía recordar claramente como durante la madrugada él se había escurrido entre su cama, justificando sus acciones con la excusa de que cada vez que debía ir a Purgatorio tenía pesadillas, nunca especificó de que. Pero Rurik estaba tan atontado por el sueño que no dijo nada y dejó que lo abrazara. Pero Dyre los veía cruzada de brazos, con un femenino vestido azul cielo que caía en forma de campana hasta sus rodillas y con un cinturón rosa pálido que resaltaba su delgada cintura, el vestido no tenía mangas. Y Rurik admitía que se veía bien, y que su cuerpo corpulento no la hacía ver como un hombre.

-Pellizcalo más fuerte -le ordenó ella y sonrió un poco-. Aunque, se ve tan tranquilo...

Rurik se quedó callado un momento y comenzó a llamar a Jens, intentando despertarlo, el pelirrojo abrió sus ojos y parpadeó repetidas veces, con su cabeza escondida en el hombro de Rurik, la levantó.

-Oh, hola tenien- ¡A la mierda! -exclamó y se alejó rápidamente de Rurik, Dyre soltó una carcajada y negó repetidas veces al ver su reacción-. Maldición. Rurik, ¿Por qué no me despertaste antes?

-No sé, tal vez yo también estaba en el quinto sueño. Idiota -respondió y se sentó en la cama-. Yo me voy a bañar antes, que te acabas el agua caliente.

Dyre volvió a reírse y se dobló, sintiendo como su vientre dolía. Jens se incorporó y Rurik se puso de pie, caminando hacia el baño. El más alto de los tres se pasó las manos por la cara y pudo sentir como a sus mejillas ascendía el color, pues las sentía cálidas.

-¿Vamos tarde, teniente Van der Carp?

-Uno, solo dime Dyre, es enserio -dijo ella y sonrió-. Dos, vamos jodidamente temprano, se veían tan lindos durmiendo.

Dyre sabía que había algo entre esos dos. También tenía muy claro que debían callarlo, no sabía muy bien de las otras dos regiones, pero en Elíseos era muy mal visto que dos hombres sostuvieran una relación sentimental. Van der Carp no podía evitar ver a su hermano menor en Jens, tan parecidos, tan diferentes.

En una situación tan similar ambos, a diferencia, de que uno se había suicidado y el otro seguía en su apreciada y bella vida. Dyre veía a Jens de esa forma, la rubia avisó que iría a la sala de estar a esperarlos y el pelirrojo, algo distraído, asintió.

-Por cierto, teniente Van d- -se detuvo y negó con su cabeza al ver al mirada fulminante que le dio la teniente-. Digo, Dyre... usted, pues, ¿Le dirá a alguien lo que acaba de ver?

-¿Por qué debería? -preguntó ella-. Solo estaban abrazados, no es para tanto Jens.

Jens asintió y bajó su mirada, como si se sintiera avergonzado, gesto que Dyre se encontró de lo más tierno. Ella terminó por salir de la habitación y el pelirrojo se cubrió el rostro con ambas manos, sintiendo la vergüenza recorrerlo. Por otro lado, tenía un incontrolable deseo por volver a abrazar a Rurik de la manera en la que lo estaba haciendo en aquel momento, tal vez entrar su mano dentro de su camiseta.

Escuchó la voz de Rurik avisando que ya era su turno de ducharse, pero la escuchó lejana, como si fuera en otra casa o un eco. En ese momento se sentía un morboso, pero cuando salió de su ensimismamiento se puso de pie, notó que Rurik había entrado a la habitación, con el cabello húmedo y terminando de arreglarse su suéter, el cual tenía remangado.

Jens se fue al baño y Rurik se quedó en la habitación, revisando si había algo más que guardar. Dyre volvió a entrar a la habitación mientras el proveniente de Infierno hacía sus cosas.

-Rurik.

El mencionado dio un salto en su lugar, poniéndose una mano en el pecho y sintiendo en sus sienes como su pulso estaba acelerado. Miró que Dyre, quien se colocó una mano en la cadera.

-¿Te asusté? -preguntó ella, de forma burlona.

-No, solo me gusta saltar y ponerme la mano en el pecho, ya sabes -respondió él con voz aguda-. ¿Qué sucede?

-No, es solo que ahí fuera me aburrí mucho -ella se encogió de hombros y se recostó de la pared-. No es por apresurarte. Pero date prisa.

Él solo se quedó callado y después de unos minutos Jens entró a la habitación, con una camisa negra de cuadros grises abierta y una camiseta blanca lisa por debajo, unos pantalones anchos y zapatillas.

Sin hablar demasiado, dieron marcha fuera de Elíseos en el vehículo de Dyre, para ir camino a Purgatorio.

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