Cinq

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Rurik se vio un poco fuera de lugar entre dos legionarios de Elíseos. Varias personas le miraban con sorpresa, algo que no se veía todos los días era un Íncubo junto a un Serafín y una Feresheda. Ambos conversaban sobre cosas que él no entendía.

Él nunca se interesó en formar parte de la legión de Infierno, su hermano mayor formaba parte de ella, pero nunca se interesó en eso y prefirió las artes. Su familia se decepcionó, pero tuvieron que acostumbrarse. Por ello esos temas relacionados con la guerra, armas, métodos de lucha o técnicas de sumisión eran temas que no le interesaban y no podría hablar de ello aunque quisiera. Y no es que quería.

Nunca imaginó que estaría en esa situación; pero Elíseos era el único lugar donde podía ir y quedar con vida. Los habitantes de Elíseos eran conocidos en Infierno por su excentricidad, pero compasión. Cosa que desmintió, pues, el tiempo en el que ha estado en Elíseos no fue molesto, es más. Se sintió muchísimo mejor que en su lugar de nacimiento.

Dyre después de un momento se giró y le explicó que debían de hacer. Se sentaron en uno de los tantos parques que habían en Purgatorio, el lugar era realmente bonito, con abundantes árboles y el "sonido de la naturaleza" como Jens le había llamado, él se apoyó en sus rodillas y le miró.

-Bien, nosotros simplemente tenemos que dar una especie de rueda de prensa. Anunciando que Elíseos y Purgatorio están entrando en un período pacífico. Ahí es cuando Jens explica que Elíseos comenzó una nueva era, bla, bla. Luego estás tú, no debes hablar si no deseas hacerlo, Jens puede explicar que eres de Infierno y que todos te hemos aceptado -comentó ella y se peinó el cabello hacia atrás.

Rurik no pudo evitar sentirse como una especie de discapacitado; como si tuvieran que aceptarlo como es a pesar de tener cierto aspecto mórbido por una enfermedad muy seria o que le tuvieran burla, por ser un Íncubo. Era un pensamiento muy extraño, pues él sabía que estaba mal referirse a esas personas con discapacitadas en sí, pero fue la primera comparación que tuvo.

Y desde ahí todo pasó demasiado rápido para su gusto, ya era de noche. Ya era el anuncio público y él estaba casi ahogándose en un incómodo traje, siendo visto por miles de Ánimas como si fuera una atracción de circo. Queriendo sujetar la mano de Jens para sentirse un poco reconfortado, cosa que fue imposible. Porque era mal visto que un hombre anduviera con otro.

Mal visto que fuera feliz.

No escuchaba, no atendía lo que decían. Sólo mantenía un gesto de "puro interés" en lo que se hablaba, las cámaras, el mensaje para todo el lugar. Las advertencias a aquellos que fueran capaces de dañar a algún habitante de Elíseos.

Y sucedió; un disparo dio comienzo a una especie de agonía, los sensibles oídos de Rurik le dolían al escuchar una serie de explosiones demasiado cercanas a donde estaban, Jens se precipitó hacia él y lo cubrió con su cuerpo, comenzando a correr.

No entendía bien que sucedía, sólo corría lo más que sus piernas eran capaces, era incapaz de comprender el asunto y miraba todo confundido, como las personas se agachaban para evitar algún tipo herida en ellos mismos, sin preocuparse en la persona que estaba a su lado.

Pudo ver una cabellera roja cubierta por una capucha mientras corría, todo estaba sucediendo demasiado rápido. Jens lo subió a su espalda para poder andar más rápido y Dyre estaba retirando sus prendas a medida de que corría, revelando un pantalón corto y una blusa interior que estaba debajo de su elegante vestido negro que dejaba a la vista una apertura en la pierna. Se deshizo de sus zapatos y corrió hacia un desconocido.

-Cambridge, el arma -espetó y el muchacho le extendió una pistola, luego, un cuchillo-. Evita que los civiles de Purgatorio salgan heridos.

-Dyre, eres una teniente. No puedes ordenar a varios pelo-

Él se detuvo al ver su intensa mirada, asintió y se fue corriendo. Rurik pudo entender finalmente lo que sucedía.

Querían asesinarlos.

-¡Protege a Rurik, él no tiene la culpa! -gritó Dyre-. ¡Evita que te maten, Tae-! ¡Jens!

Jens sonrió al notar la equivocación de Dyre, y miró a todos lados, se encontraban en la zona trasera del segundo piso de aquel enorme edificio, que desprendía luces azules y verdes en aquella noche que estaba siendo desastrosa. Él se volteó hacia Rurik, quien estaba temblando como un cachorro, le apartó el cabello que caía sobre sus ojos y le dio un beso en la frente. Lo atrajo hacia sí en un abrazo.

-Quiero decirte que vamos a salir de aquí ilesos. ¿Si? -aseguró él, y sostuvo sus mejillas-. También quiero que sepas que...

Escucharon una explosión lejana y Jens se tensó por completo, se alejó de Rurik y sonrió de forma casi imperceptible. Le susurró que se mantuviera escondido, que si alguien llegaba, no emitiera ningún ruido. Que intentara escapar en caso de que le encontrasen.

Entonces fue que Rurik se giró y vio a una muchacha, su cabello estaba rapado a un lado, negro, como la noche que estaban presenciando. Su nariz respingada le recordaba a Dyre y su estatura igual, Jens abrazó con fuerza a Rurik y caminó hacia ella.

-¿Dyre te mandó? -le preguntó y ella asintió-. Gracias, Evelien.

-Si mi hermana no hablaba, te quedabas sin armas -le contestó ella y le dio un arma de fuego-. Te necesitamos junto a Dyre. Estoy dirigiendo mi propio pelotón, ¿No es increíble?

Rurik enlazó en su mente lo que ellos decían, Evelien y Dyre eran hermanas. Eso no le importó demasiado en el momento, Jens se retiró el saco que traía y se quedó en camisa, caminó hasta el borde del edificio, hasta quedar en el borde del barandal que lo separaba del vacío que había entre el segundo piso y las calles infestadas de gente corriendo y queriendo salvar sus vidas.

-¡Jens! -exclamó Rurik y él se giró-. ¿Qué tenías que decirme?

Jens sonrió y Evelien subió al barandal, luego él lo hizo, miró a Rurik. Sus ojos mostraban una intensidad increíble que hizo su Rurik sentirse nervioso, algo estúpido debido a la situación en la que estaban. Así que lo terminó de matar con su sonrisa ladeada.

-Que te amo -contestó, y tras eso. Se lanzó al vacío junto a Evelien.

Rurik corrió a inclinarse por el barandal para verlo, pero Jens no estaba. Había caído en el balcón del primer piso con tal gracia que asustaba. Luego, bajó a las calles donde predominaba el desastre, los disparos se escuchaban y las vidas ajenas peligraban.

Al final Rurik se dio cuenta de algo; la belleza de Jens no era relevante para sus acciones.

Retrocedió varios pasos, volviendo a la salida trasera del segundo piso al balcón y dejó que su cuerpo se deslizara por la pared. Solo, sin nadie que pudiese protegerlo de cualquier persona que tuviese deseos de hacerle daño.

Pero al fin y al cabo, moriría feliz. Porque Jens lo amaba y él amaba a Jens.

No diría que lo esperaba, porque era una cruel mentira. Alguien había entrado al balcón y dejó de respirar, con la intención de que no fuera interceptado, fue inútil. Porque lo vieron, el rostro de aquella persona se le hacía tan conocido que le dolió reconocerla.

Los habitantes de Infierno también estaban metidos en este asunto. Pues, quien le estaba apuntando con un arma, no era nada más y nada menos que Amun. Su corazón se detuvo y levantó la mirada, era él, legionario de Infierno, sonrisa cruel y con pocos sentimientos.

Era él, el mismo. Amun Jakov, su hermano.

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