17-"Un cambio repentino"

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NARRA SAMATHA

Cuando dicen tengo el corazón roto, todos sabemos que es literal, pero el dolor no lo es.

Lloras tanto, te acompaña la desilusión, probablemente porque te hiciste la idea que esa persona en verdad sentía algo por ti o por que el dio alguna señal con la cual caíste rendida a su perfección, si me preguntaran cómo describiría el dolor lo describiría como algo cruel, como mil navajas atravesando tu pecho. Eso es lo peor que podemos sentir cuando estas enamorada pero es una gran mentira, duele la indiferencia el ver a esa persona junto alguien más, el saber que tu no serás la que está en su lugar, que no estas presente en sus pensamientos, incluso que eres una molestia. Muriéndote de ganas de decirle "Hola" pero sabes que ese hola, no tendrá respuesta, incluso quedaras avergonzada.

¿Por qué amar a la persona incorrecta? Se supone que esta desilusión te quita esa "venda" que tienes en los ojos cuando estas enamorada, cuando todo lo vez perfecto, ¿Pero es verdad? No es acaso que tenemos la ilusión de que haya una mínima esperanza que todo cambie y resulte perfecto?

¿Por qué nos aferramos tanto a la idea de actuar como si nada hubiese pasado?

Todos los días esta era mi nueva rutina, una larga reflexión acerca de mi vida y situación sentimental, estaba enamorada de Harry, me ilusione como una estúpida y término destruyéndome. Que tonta fui.

-Samantha, cariño apúrate tenemos que salir en 20 minutos!!.- mamá grito del otro lado de la puerta.

Íbamos a visitar a mi querido hermano a la Universidad, últimamente mis padres estaban muy cariñosos conmigo, lo cual valoro porque he tenido suficiente los últimos meses.

Tengo prohibido salir a solas, el tema de la seguridad en la ciudad es un caos, las bandas cada vez crecen más, y mis padres vueltos locos con ese tema, ni de loca les contaría que he estado tal vez involucrada con alguno de los responsables, maldita sea Harry siempre metiéndome en apuros.

Papá ocupaba un puesto demasiado importante en la ciudad, no podía dejarme hacer de mi vida un desastre como antes, ahora era importante; su gran sueño era un día tal vez llegar a ser Presidente, una persona que siempre ha aspirado a lo grande, y me parece que va por un buen camino.

Salí de mi habitación no muy convencida de tener que visitar al molesto de mi hermano, la verdad me la he pasado muy bien sin él.

Un viaje de 3 horas en carro, el día estaba nublado pero eso lo hacía perfecto, me puse mis audífonos, movía la cabeza de un lado a otro siguiendo el ritmo de la melodía.

Yo era todo lo contrario a mis padres, un desorden. Pensaba que el viaje se me haría eterno, pero como era de esperarse me quede profundamente dormida hasta que mis padres me despertaron cuando estaban estacionándose.

Nos encontramos con mi hermano en una pequeña cafetería no muy lejos del Campus, se veía más delgado, cansado y más feo de lo normal.

Mi madre corrió a abrazarlo y llenarlo de besos, nos sentamos en una mesa donde a lo lejos se alcanzaba a ver el imponente edificio de la universidad.

-Es un programa excelente, los maestros son exigentes pero siempre hay tiempo para todo.- hablaba entusiasmado presumiendo su vida.

-Es un gran orgullo cariño, te hemos echado mucho de menos.- mamá no le quitaba los ojos de encima.

Mi padre como era de costumbre hablo de los problemas que últimamente se habían presentado en el trabajo. Yo a lo lejos escuchaba la conversación pero no me importaba mucho.

-Sería genial que estudiaras también aquí no crees, Samantha?.- papá me pregunto, mientras tomaba un poco de soda.

-Eh? Que dices?.- pregunte confundida.

-Medicina, no querías eso? Por lo que he escuchado hay un buen programa aquí.- mamá intervino audazmente.

-Ah, si claro. Luego veo eso.- No había pasado por mi mente la Universidad, en mi vida habían pasado cosas tan extrañas últimamente que eso era lo último que estaba en mi lista mental, o tal vez un semestre de descanso no estaría mal.

-Por cierto no vieron que los Stevens están también aquí visitando a los gemelos?.- pregunto mi hermano mientras le daba una enorme mordida a su hamburguesa.

-Oh, sí. Se me ha olvidado mencionarlo en la mañana Zack estaba afuera de la casa, fue a preguntar a qué hora nos iríamos.- de una manera calmada hablo mi madre, quien seguía sonriendo, con un brillo en los ojos.

-Para eso existen los celulares, que clase de tonto es el.

Para sorpresa mi hermano se rio de mi mal humor, se sentía bien tan siquiera verlo unas pocas veces de vez en cuando.

-Nos hubiese encantado venir de nuevo juntos, pero la última vez Samantha se quejó todo el camino de su "espacio vital"

Era verdad, Zack había regresado más insoportable, no lo toleraba.

Cuando salimos del restaurante mis padres quisieron ir al campus y preguntar por el programa de medicina yo decidí esperarlos junto a mi hermano.

-¿Como está el asunto de las bandas en la escuela?.- pregunto tranquilamente mientras comprábamos unas golosinas en una máquina.

-¿Bandas? Ya no hay nada de eso.- conteste pensando en cómo era antes la vida en la escuela de esa manera.

-¿A qué te refieres?.- frunció el ceño.- Ya sabes, los Granate, los salt; los que te hacen la vida imposible.

-Ya no existe, dejaron de ser eso, ahora literalmente estamos con la mafia.- conteste, hasta este momento finalmente pude ponerle nombre a todo lo que pasaba. Harry estaba en la mafia.

-¿Le has dicho algo a papá?.- pregunto.

-No.- respondí, de nada serviría.

-Está bien, solo ten cuidado.- mi hermano siguió comiendo golosinas

Pasamos unas horas más juntos, hasta que llegó el momento de irnos, mi madre le prometió a mi hermano que lo visitaríamos en dos semanas. Por el retrovisor vi como mi hermano se dirigía a su edificio y nosotros nos fuimos hacia la autopista, mientras escuchaba música una leve lluvia nos siguió durante el camino, el cual tenía unas leves curvas.

-¡¡No puedo frenar!!.- grito papá.

Y tardamos en reaccionar porque cuando desperté el carro estaba bocarriba, mi cara estaba cubierta en sangre, me dolía todo el cuerpo y a lo lejos se escuchaban varias ambulancias que se dirigían a toda velocidad, nadie hablaba todo dentro de la camioneta parecía tranquilo, no podía moverme, no podía llorar.

Entre sueños veía como los paramédicos me sacaban de la camioneta, fui la primera en salir, el panorama no se veía muy bien.

"Tranquila nena, te vamos a ayudar" decía una paramédica que estaba en la ambulancia.

"Femenina de aproximadamente 17 años de edad, en estado grave, nos dirigimos al hospital"

Y sin razón lógica mi vida acababa de dar un giro nuevamente.

X.

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⏰ Última actualización: Mar 20, 2016 ⏰

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