Cap.2 Un nuevo hogar.

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Acaba de aterrizar este gran autobús con alas en el aeropuerto de Daytona Beach. Se por el decano de la universidad que alguien de la empresa vendrá a recogerme Espero de todo corazón que no sea un alto mando, porque sólo llevo unos vaqueros, mis converse y una sudadera roja.
Nada más aterrizar en la pista, el calor del sur me hace recoger mi larga y morena melena en una coleta. Vaya, tendré que acostumbrarme a esto.

Entro en la terminal para recoger la maleta, espero y espero. Y por fin la veo venir por la cinta, la verdad es que desentona con el resto pero a mí nunca me han importado las apariencias, sólo me fijo en el interior. Recojo mi maleta vieja, que dentro lleva un sueño, mi sueño.

Paso el último control de la seguridad y enchufo mi móvil. Llamaré a mis padres cuando haya llegado a casa, y por supuesto a mis dos amigas.

Veo un tipo grande, parece un armario ropero, sujeta un cartelito que pone "Lillian Simons, Moore Internacional". Levanto la mano y se acerca a mí.

-          ¿Señorita Lillian Simons?

-          La misma,¿ y usted es?

-          Soy el chófer del señor Moore, Mark.

-          Encantada Mark-sonrío pero él se muestra seco.

-          Vamos, la llevaré a su nuevo apartamento.

Que tío más soso, pues menuda bienvenida. Subimos al coche, y cojo mi teléfono. Mando mensajes a mi madre, y a mis amigas, diciendo que el clima es fantástico y que he llegado bien.

Mark conduce con mucha práctica por el centro de la ciudad, y entonces veo que estaciona en un gran edificio, todo acristalado que tendrá al menos cuarenta pisos de altura. Se baja y viene a abrirme la puerta, no me gusta que me sirvan.

-          No tiene por qué..- me interrumpe.

-          Es mi obligación señorita-me tiende la mano para ayudarme a salir del todo terreno.

Mi cabeza sube hacía arriba, observando todo mi alrededor, cuando Mark me llama ya  cargado con mi maleta. Pasamos por el lujoso hall, hasta llegar a uno de los cuatro ascensores. Entro seguida del divertido Mark, y subimos hasta la planta quince.

-          Señorita, su apartamento es el número diez de esta planta-me da las llaves.

-          Gracias Mark-le sonrío y él lo intenta, pero no puede, está hecho de mármol.

-          A las nueve de la noche la llamará el señor Moore.

-          Gracias de nuevo.

Le digo mientras avanzo por el pasillo y me quedo sola, con mi maleta y mi nuevo hogar, al menos por seis meses.

Mi mano atina a poner la llave en la lujosa puerta de mi nuevo apartamento, giro la llave sobre el pomo para abrir.

Mis ojos casi salen a pasear fuera de sus órbitas al ver semejante decoración. Un espacioso apartamento a todo lujo. Entro y  me meto de lleno en el salón que tiene la cocina integrada, salida de cualquier programa de cocina de la televisión.

Dejo mi maleta en medio del salón y me dedico a explorar el apartamento. Un gran ventanal preside la vista principal, me acerco, y veo a quince pisos de altura esta bonita ciudad, de hecho veo hasta el mar!

Mi humor aumenta, no me esperaba esto. Paso por la cocina y veo dos puertas, las abro, una despensa y un cuarto de colada. ¡Bien! Adiós ir a la lavandería los domingos.

Veo un pequeño pasillo al lado de la cocina, tres puertas. Un despacho, un baño y una habitación enorme, con baño y vestidor incluido.

La casa está totalmente equipada. Ahora entiendo por qué éramos tantos peleando por esta oportunidad. Es sabido por muchos alumnos que la empresa Moore International ayuda mucho a sus nuevos becarios, y cada año da trabajo y alojamiento a un alumno de mi universidad. Y esta vez, he sido yo.

Veo el reloj, las ocho y media. Me da tiempo a darme una rápida ducha. Corro hasta la maleta y la llevo al vestidor, un vestidor que parece una boutique. Dejo la maleta sobre la mesa del centro y la abro. Saco un vestido azul de gasa y unas sandalias del mismo color, y por supuesto recambio de ropa interior.

Entro al baño de la habitación y me quedo anonadada. Un jacuzzi preside la estancia junto al inodoro y un mueble con lavabo de cristal. A la derecha, en la esquina veo una ducha de cascada, que delicia!

Me doy una ducha rápida, lavando mi cabello con un champú que huele jazmín. ¿Qué sería poder vivir aquí por siempre? Retiro esa fantasiosa idea de mi cabeza al recordar lo lejos que estoy de mi familia.

Me enrollo con una suave y esponjosa toalla y salgo de la ducha. Me siento en la cama y saco mi neceser, me aplico crema corporal cuando suena mi móvil. Limpio la crema que tengo en las manos con la toalla y veo la pantalla, desconocido. ¿Será el señor Moore?

Cojo la llamada.

-          ¿Señorita Simons?-una voz varonil, gruesa.

-          Sí soy yo- ¿Por qué me acabo de poner así de nerviosa?.

-          Soy Alexander Moore,¿ha llegado bien? ¿Está todo a su gusto?-esa voz, penetra hasta lo más profundo de mí.

-          Si señor Moore. Está todo fantástico, gracias.

-          No hay de qué, se lo hacemos a todos- ¡ala! Alexander, acabas de caerte con todo el equipo.

-          Ya, claro.

-          Mañana pasará a recogerla Mark, y la traerá a la empresa para hacer la entrevista inicial. Venga adecuadamente vestida por favor- Capto enseguida que aquí importan las apariencias.

-          No se preocupe señor Moore -Ni que fuera a ir con un saco de cebollas como vestido.

-          Ah, por cierto. No llame a este número, cuando quiera algo de mí tiene que hablar con mi secretaria para pasarle el recado.

-          ¿Por qué?-Lillian, eres una bocazas.

-          Por qué lo digo yo, hasta mañana Lillian-me cuelga.

-          Hasta mañana señor -le digo a mi teléfono ya a negro en mi mano.

Que simpatía, entre él y Mark, menudo recibimiento. Espero sinceramente que en la empresa no sean todos como ellos, por qué sino, que seis meses más aburridos voy a pasar.

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Familia, el segundo capítulo de esta adictiva historia.

M.

Locuras en la oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora