Qué triste se siente mi mundo, solo escucho un silencio tétrico, un silencio que dice más de lo que podría considerar, respiro el aire contaminado de mi ciudad, veo como el humo de los autos se apodera de todo el espacio, en las calles caminan felices algunas parejas, se ve esa ilusión en el reflejo de sus ojos, en medio de la calle un hombre está tendido en el sucio y frío asfalto, se ve como las gotas de lluvia caen sobre su rostro y limpian de culpas su alma, mientras empieza su último viaje, en el que su cuerpo ya no será más suyo, sus ojos muestran la tristeza de una oportunidad tirada a la basura, de un amor marchito y que se olvidó en la recámara de un hostal, su sangre corre por las blancas líneas que claramente se bañan con su dolor, él sabe que se marcha, pero no puede darse a la idea de que esa luna a medias sería su última mirada en este mundo. Es una noche sin igual, las estrellas brillan de una forma poco usual como si se prepararan para recibir la esencia de aquel hombre que a las 11:59 descansaba en el asfalto mientras su alma buscaba otro lugar para seguir mirando a la luna.