Este iba a ser sin lugar a dudas un verano diferente. Mi familia y yo nos mudamos a Estados Unidos, concretamente a un pequeño pueblo costero. Yo antes vivía en Sydney, Australia, y aunque estaba muy emocionada por este nuevo cambio también estaba un poco nerviosa.
Los primeros días los pasé con mi familia, pero no podía evitar preguntarme si todos los demás serían así, o si conocería a alguien.
Mis padres hicieron algunos amigos, la mayoría vivían en nuestra urbanización y algunas parejas también tenían hijos adolescentes. Así conocí a Frenchy, una amiga que nunca seré capaz de olvidar, pero yo sólo quedaba con ella a veces, ya que pasaba la mayor parte del tiempo con sus amigas, un grupo llamado las ''damas rosas''.
Lo cierto es que sentía bastante curiosidad por ese grupo y me hubiese gustado poder conocerlas, y tal vez formar parte de él. Es como una especia de hermandad, o club de amigas, la verdad es que los estadounidenses se inventan unas cosas muy raras.
No obstante, toda mi forma de ser cambió cuando lo vi. Era un chico alto, fuerte, moreno y de ojos claros, pero en un principio no me atreví a hablarle.
Pasaron un par de semanas y no había día que alguno de los dos faltásemos a la playa. De vez en cuando me miraba pero yo, sin poder evitarlo, apartaba la vista. Un día estaba jugando con otro chico, también apuesto, y este lanzó la pelota justo hacia donde yo me situaba, falto poco para que me golpease, pero afortunadamente cayó a pocos centímetros de distancia.
Me agaché para recoger la pelota, y justo cuando me levantaba para entregársela me encontré a aquel chico por el que estaba colada desde principios del verano.
-Toma- dije de forma escueta.
-Gracias, la próxima vez procuraré que mi amigo Johnny tenga más cuidado. Por cierto, ¿cómo te llamas?- me preguntó con una sonrisa.
-Sandy, Sandy Olson- respondí de nuevo de forma escueta.
-Bonito nombre Sandy, yo soy Danny, pero... tú no eres de por aquí, ¿no?
-No, soy australiana, de Sydney. Pero he venido a pasar las vacaciones aquí.
-Ahh, con que australiana, yo siempre he querido ir allí... Entonces no tendrás muchos amigos en el pueblo, ¿no?
-Unos pocos.
-Si quieres puedes venirte conmigo y Johnny hoy.
-Muchas gracias por tu invitación, pero no se si a mis padres les va a parecer bien...
-Tus padres no le pondrán ninguna objeción, y si lo hacen, yo me encargo de hablar con ellos y les diré que fui yo el que te convencí.
-Está bien...
Llegamos a donde Johnny estaba y me lo presentó, pero este se tuvo que ir poco tiempo y nos quedamos Danny y yo a solas.
-Bueno..., y ¿cuántos años tienes?
-Tengo diecisiete, este año será mi último curso de instituto.
-Ahh, ¿enserio? entonces estamos en el mismo curso, yo también tengo diecisiete, aunque estoy deseando cumplir los dieciocho...
-Yo también, pero en parte me da mucha pena. Me sería duro irme a estudiar fuera...
-Ya, pero de esa forma podría ser yo mismo, sin tantas preocupaciones ni normas. Por cierto, ¿tienes frío? Esta empezando a refrescar.
Lo cierto es que tenía un poco de frío pero no quería ser una chica fácil, por lo que le dije que no. No obstante, él incrédulo me cogió la mano y dijo:
-¡Pero si estás helada! Toma mi chaqueta.
-No es necesario, de veras...-insistí pero mientras lo hacía, él me puso la chaqueta por los hombros sin importarle lo que dijera, y lo único que consiguió fue que me gustase aún más.
-Gracias...
-No hay de que- dijo mientras me guiñaba un ojo- ¿quieres que demos un paseo por la orilla?
-Esta bien- acepté al fin.
-¡Genial!
Pasaron un par de horas hasta que mi padre vino a buscarme, por lo que me fue que despedir de Danny y quedamos en volver a vernos al día siguiente. Desde aquel momento si que no pude de dejar de pensar en él.
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Noches de Verano
RomanceTodas esas noches de verano que el gran conocido musical ''Grease'' nunca nos proporcionó. Esta es la historia de como Sandy Olson y Danny Zuko se conocieron.