Más que un baile

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Pasamos un buen rato en el jardín, con la música bien alta y todo el mundo bebiendo, a mi me ofrecieron una cerveza y aunque la acepté, lo cierto es que no me la bebí. No soy de ese tipo de personas a las que le gusta el alcohol y emborracharse.

Pero en cambio, el resto ya habían consumido varias bebidas cada uno, y se podía decir que no estaban en su estado cien por cien, aunque sorprendentemente aun siendo Tom el más mayor era el que mejor se encontraba.

Solo se había tomado dos cervezas y al como parecer ya estaba acostumbrado no le hicieron apenas efecto.

En aquellos momentos pusieron música para los más jóvenes, es decir, nosotros. Primero varias canciones de Rock N' Roll que me encantan y luego algunas lentas. Para mi sorpresa, Tom me sacó a bailar, quizás si que le gustaba de verdad y no era sólo por hacer una gracia.

-Eh Sandy, bailas muy bien, ¿dónde has aprendido todos esos pasos?

-En Sydney me apunté a unas cuantas clases de baile, y la verdad es que me fueron muy útil, ahora puedo salir a cualquier lado y poder bailar rock n' roll sin ningún tipo de problema.

-Bueno, lo de si ningún tipo de problema es relativo, porque... ¿y si te toca una pareja de baile tan catastrófica como yo?- dijo entre risas.

La verdad es que no pude evitar reírme, Tom era un chico encantador, gracioso, amable y apuesto, y sin duda muy atento.

-No seas tonto, ¡estas bailado bastante bien!

De repente la canción acabó y pusieron una lenta. Me daba un poco de corte seguir bailando con Tom, y más una canción lenta, pero tampoco quise decirle de parar, por lo que seguimos bailando, ahora más lento aunque yo estaba un poco más nerviosa.

-Bueno, el baile no es en verdad mi especialidad..., hay otras cosas que se me dan mejor- dijo Tom, y acto seguido me cogió suavemente y me dio un beso.

Sentí muchas cosas por dentro, y aunque no estaba enamorada de Thomas, si que me sentía atraída por él y no pude dejar de besarle. Poco a poco separamos y un poco avergonzada aparté la mirada de sus ojos, y me apoyé en su hombro para evitar el contacto visual.

Una vez terminó la canción le dije que estaba cansada y que no quería bailar más, y me fui sin saber a dónde. No obstante, Tom me siguió y me preguntó que me pasaba. Pasaron unos minutos hasta que decidí hablar pero mientras tanto estábamos los dos solos sentados en un lugar desierto de la casa.

-Estoy bien, de verdad.

-No, no lo estás, ¿que te ha ocurrido? ¿ha sido lo del beso? Si quieres no lo repito más y lo olvidamos- me contestó.

-No lo sé ni yo..., es que... me gusta otro Tom...

-Oh, vaya. Entonces, lo siento.

-No, no es culpa tuya, sino mía, debería haberte frenado y habértelo dicho, pero supongo que me he dejado llevar...

-No te preocupes, no me voy a enfadar- me dijo, pero lo cierto es que a partir de entonces lo noté un poco más apagado aunque seguía detrás mía.

-Gracias, aunque ahora la verdad es que no tengo ganas de seguir en la fiesta. Creo que voy a volver a casa, ¿podrías decírselo a mis padres?

-Claro, pero primero te acompaño.

-No hace falta, me se el camino de vuelta- dije con una pequeña sonrisa.

-Lo sé- me contestó con otra sonrisa, y como había dicho me acompaño a casa- Y bueno, ¿quién es? ¿quién es ese misterioso chico?

-No creo que lo conozcas.

-¿Es australiano?

-No.

-¿Es del pueblo?

-Tal vez.

Tom me miró con cara de sorpresa y levantado una ceja.

-¿Ah, sí? Entonces seguro que lo conozco, vivimos en un pueblo muy pequeño. Aquí todo el mundo se conoce.

Tras unos minutos preguntándome cosas sobre el dicho chico misterioso le dije:

-Bueno, creo que ya te he dado demasiadas pistas ahora te toca a ti adivinar quién es. Cuando lo sepas me avisas.

En esos instantes llegamos a mi casa, nos habíamos pasado todo el trayecto hablando de Danny, aunque para mi suerte el aún no sabía quién era, ya que me resultaba un poco incómodo que el chico al que le gusto y me acaba de besar sepa quién es el chico que me gusta a mí.

-Bueno, muchas gracias por acompañarme y por invitarme a la fiesta.- le dije, después me acerqué un poco a él, le di un beso en la mejilla y entré en mi casa.

Desde luego había sido un día muy largo, todo lo que no había ocurrido en diecisiete años ocurre en un día. Subí a mi habitación, cogí mi pijama y me dirigí al cuarto de baño. Allí me salvé la cara y me puse la ropa de dormir. Salí del baño y me fui a mi cuarto.

Allí, tumbada en la cama me puse a reflexionar sobre todo lo ocurrido. Hoy había hablado por fin con aquel chico de la playa. Se llama Danny y era encantador, y además habíamos quedado mañana de nuevo. Por otro lado, estaba Tom, habíamos charlado juntos, después habíamos bailado y por último me besó.

Noches de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora