«Ocho.

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SEBASTIAN.

Tenía que usar todas las armas para ligar; ¿Pero que armas? Sino sabía hacerlo. Me sentía un completo idiota, con 22 años y sin saber como ligar, éxito Sebastian.

Ella había aceptado ir a tomar algo, pero habían dos cosas que no podía descartar aún:

1. Aún hay más chicas esperando para las citas.

2. ¿Como se llamaba ella?

Mi primera idea para aprender a ligar era, hacer una lista de cosas que se deben saber para hacerlo, y lo primero que iría anotado en la lista sería: Preguntar su nombre.

Supongo que el nombre era esencial, no iría por la vida llamándola "ella" o "tú" quizás "Cosita" hasta llegar a terminar en "chunchita" no; definitivo tenía que preguntar el nombre.

Dejando el sitio atrás, y hasta llegar mandándole un mensaje a Juana en el cual mencioné que nunca, jamás de los jamases volvería a ir a esas citas; para finalizar en una cafetería a unas cuadras del restaurante con un nombre totalmente ridículo; llegando al punto en el que me encontraba totalmente envuelto en la confusión, decidí dejar de pensar tanto mi siguiente movimiento y mejor empezar a actuar.

Al tomar ambos asiento, los muchos pensamientos nerviosos llegaron a mi mente; ligar lo estaba añadiendo a lo que tenía que lograr, algún día; aunque sea uno muy lejano.

— Sabes, hay veces soy muy lento; diría que demasiado. Tanto que olvido cosas esenciales, como preguntar ¿Como te llamas? –la observé, con nervios y ansiedad; temía de alguna manera que ella terminara burlándose.

¿Que pasa con el amor a primera vista? ¿Solo uno podría sentir eso? Lo investigaría luego.

— Soy Elizabeth –sonrió; de una manera extraña me perdía en ella, en sus ojos y hermosa sonrisa.

— Es –pensé una manera discreta de ligar, a quien engañaba era malo en eso– Un muy lindo nombre.

¿Un muy lindo nombre? En mi mente eso había sonado estúpido, últimamente todo lo que decía para mí sonaba tonto y sin sentido; y necesitaba arreglar mis pensamientos, para avanzar en esto.

Se sonrojó levemente— Gracias.

Eso, había sido un progreso.

Una Hora Más Tarde.

Llegué al apartamento; bien no había nadie. Suspire cerrando la puerta. Esta era la escena en la que la chica acababa de haber besado al chico fuera de su casa y entraba, cerraba la puerta; y suspiraba de amor.

Blah, Blah, Blah. Para mí eso era habladuría, y obvio de una película. Pero para mí, ese suspiro era de frustración, me empezaba a gustar esa chica y yo siendo un asco ligando ¿Como conseguiría conquistarla?

Me senté en el sofá, bien. Necesitaba pensar; necesitaba calma; paz y tranquilidad.

— ¡Sebastian llegó! –se escuchó un grito; gracias amigo que casualmente se llama como yo, pero con un acento en la ultima á, te lo agradezco.

No podría tener calma, ni paz, menos tranquilidad; definitivo.

Juana fue la primera en llegar, sentándose frente a mí; empezó el tan esperado interrogatorio:

— Encontraste a tú chica –sonrió; con afirmación. Me sorprendí al no escuchar ni una pregunta al inicio por parte de ella.

¿Encontré a mi chica?

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