Capitulo 1

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Por fin había terminado este horrible día, después de treinta y dos horas de guardia lo único que necesitada era una buena ducha caliente, un poco de comida china y dormir todo lo que queda del día. Entré al estacionamiento del edificio en donde vivo, un lindo piso en Manhattan con vista al Central Park, salude a Sam el portado del vestíbulo, él cual me asintió con una sonrisa, era una de las pocas personas que me sonreían después de saber mi nombre y apellido, subí por las escaleras a pesar de que eran unos 20 pisos, no podía arriesgarme a subir por el ascensor, era algo que odiaba pero simplemente no podía.

Sin darme cuenta había llegado, me aplaudí a mi misma por mi gran estado físico, a pesar de ser una doctora de Bellevue Hospital Centno podía dejar que la grasa se acumule en mi cuerpo. Seria asqueroso.

El increíble olor a lavanda invadió mis fosas nasales y de un salto me tire a mi sofá, pude estirarme y cuando me estaba por quedar dormida el ruino de mi móvil me exalto.

En la pantalla aparecía el nombre de mi papá, me sorprendí demasiado desde hace meses que no hablábamos.

- George. ­- Hablé.

- Hayley, soy tu papá, tienes que decirme papá o papi.

- George. - Repetí.

- Hayley, tus abuelos cumplen 45 años de casados y toda la familia está invitada.

- Me llamaste para decirme que dos señores antipáticos e inservibles cumplen cuarenta y cincos años de casados y te invitaron a la fiesta de su aniversario pero no solamente a tu despreciable e insignificante persona sino también a tu pareja gay, tu ex esposa millonaria y tu hija problemática.

- Sí. - Contestó suspirando. - Hija es importante, sino lo fuera no te llamaría, es solo que pensé que ya seria la hora, estas viva hija.

- Para ya, por favor.

- Te lo suplico Hayley.

- Esta bien. - suspiro derrotada. - Voy a ir, pero solamente dos horas.

- Eso sería increíble, a las 8 en punto mando un auto a recogerte.

Corte la llamada.

No puedo creer haber aceptado espantosa cosa, hace años no voy a un evento público ni me muestro en sociedad, esto va a ser horrible.

Fui a mi habitación y me mire al espejo, ahí se veía algo insuficiente, ordinario e horrible. Yo, estaba ahí.

A pesar de que las personas creamos mundos con castillos, dragones, príncipes azules, nada de eso existe. Vivimos en un mundo donde las personas que creemos que son malas son las buenas y donde las buenas son las malas, donde no importa cuánto vales sino cuento tienes, donde tus amigos son tan escasos que se los pueden contar con los dedos de las manos y donde enamorase es casi imposible.

En el espejo estaba Hayley Baker, una chica de ojos verdes grisáceos con un tono peculiar de cabello, que era muy inteligente, demasiado, que para tener 21 años, estaba a dos meses de ser doctora. No era inteligente, era brillante.

- Esta bien, niña lista, si tu papi quiere que vayas a una fiesta llena de gente que te odia, vas a ir de la mejor manera posible, nada que unos zapatos Gucci y un vestido Chanel no puedan remediar. - Me dije a mi misma.

Bien, eran las 4pm, tenia por lo menos una hora y media para buscar un vestido perfecto y unos increíbles zapatos para poder callar al mundo. Plan " Bienvenida a tu mundo" estaba a punto de iniciar, baje por las escaleras lo más rápido posible y llegue al vestíbulo, salude a Sam y este me asintió con una sonrisa, seguí bajando las escaleras hasta el estacionamiento y me encontré con mi Audi TT blanco, respire hondo y me subí. Ahora, tenía que ir primero a Chanel, el aniversario de mis abuelos era trending topic, literal, el gran Scott y su pequeña Alicia tenían su cuadragésimo quinto aniversario de casados, algo que la Elite de Manhattan debe presenciar. Y no podía usar un vestido de segunda mano por más que quisiera, eran mis abuelos, a pesar de todo ellos siempre me apoyaron, creo que mi familia es lo primero. Estacione en la esquina de las tiendas, ni siquiera tuve tiempo de cambiarme, estaba entrando a Chanel con el uniforme verde de doctora y bata blanca también de zapatillas, genial, por suerte tenía un bolso Prada blanco y negro, por más que ya no perteneciera a la alta sociedad no perdía el buen gusto.

Nuevo DíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora