Unión de mundos

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¡Hola! Aquí tenéis la continuación de esta historia de amor precolombino. Un choque de tres mundos, un acontecimiento que devasto a una civilización.

FanFic participante del evento "El Uke más fuerte de la humanidad" de la sexy página Rivaille Uke.

¡América!

Unión de mundos

"¿Moriré, me perderé si lo hago?", dijo el joven. Entonces él [...]que estaba en medio del árbol habló. "¿Qué deseas? Estos... no son más que huesos", dijo el cabeza de Dragón, hablándole al adolescente. "¿Los deseas todavía?", añadió. "Ése es mi deseo", dijo el joven. "¡Muy bien! Extiende solamente el extremo de tu mano"" – Popol Vuh. Capitulo III. Segunda parte.

Kennimaquic era un hombre sabio, y más que sabio era astuto, eso lo había llevado a conservar su posición como Ahaú más que por haberlo heredado de su torpe padre, había estado en muchas batallas de conquista y sus ojos habían visto muchas cosas en todas las lunas de vida que tenía, así que cuando las ligeras marcas de desvelo empezaron a aparecer debajo de los ojos de su "pequeño orgullo" comenzó a sospechar. Fue pues, que un buen día decido ser él mismo quien hiciera guardia en las escaleras del templo de los Dioses formadores, creadores, el templo que guardaba el tesoro de la Ciudad Oculta.El tiempo se escurrió por el cielo, mientras él escondido detrás de unos pilares vigilaba, cuando la luna estuvo en el centro del cielo, lo vio, su Leviuic envuelto en telas blancas escapa veloz del templo.

Siguiendo sus pasos a una distancia prudente vio como llegaba a los bordes del bosque prohibido y ahí un hombre alto, moreno, de cabello castaño lo esperaba, vio cómo se murmuraban algo y luego se dirigían al bosquecillo de jícaros que rodeaba el lago del lugar, Kennimaquic se quedó de pie viendo como su niño – porque su Leviuic apenas tenía catorce inviernos – se perdía entre los follajes tomado de la mano de aquel demonio, y decidió dar la vuelta y volver a la ciudad porque nada podía hacer, Leviuic era la voz de los Dioses y también su tributo, decirle a su gente que su hijo había fallado en su misión seria desatar una tormenta salvaje en una civilización que dependía tanto de la decisión de su hijo y su imagen, además que era su único vástago y aunque sabía que sería decapitado para la felicidad de los Dioses no quería verlo muerto en la deshonra, era mejor callar, callar y defender a su "pequeño orgullo".

Con la luna como testigo silenciosa, los dos jóvenes se encontraron caminando al lugar donde solían ir a conversar o sólo permanecer en silencio en compañía del otro. Sus encuentros se venían dando desde hace tres lunas atrás y los dos hombres sentían que cada vez algo florecía con mayor ímpetu entre ellos – el amor –, era un sentimiento que los carcomía pero sentían que no podían dar un paso más allá porque no era correcto o más bien era peligroso, mientras Eren era el que parloteaba sobre su gente, las costumbres y el mundo de dónde venían, Leviuic sólo escuchaba, gustaba de ver como los labios carnosos del moreno se movían, el joven tributo no solía hablar de nada en particular, pero a pesar de saber que estaba deshonrado sus responsabilidad se quedaba hasta casi al alba junto al castaño, en una de esas noches el mayor le había dado un beso y él había corrido desaforado hasta el templo, lleno de vergüenza y culpa porque había deseado que el contacto se prolongara.

— Sabes mis padres me hablaron de la nieve, me recuerda a ti. — soltó con una sonrisa el castaño.

— ¿Nieve? ¿Qué es nieve? — el azabache lucía confundido.

— Es algo muy bonito y frio, tiene el color de tu piel — su diestra viajo hasta las mejillas del menor que al contacto con él se tiñeron de rosa —. Eres hermoso Leviuic, tan hermoso como un pecado, mi amado pecado.

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