Eres muy gracioso – dije sin dejar de reír. Él también comenzó a reír.
- ¿No me crees? – Me pregunto en medio de una carcajada
- No – le dije divertida y negando con la cabeza. De repente dejo de reír, provocando que yo también dejara de hacerlo.
- Pues deberías – me dijo mientras me quemaba con la mirada. Sentí mis piernas temblar.
- ¿Sabes? Se me hace tarde para el trabajo – le dije y comencé a caminar sin dejar de mirarlo – Muy buena broma amigo
- _______, por mi – me dijo. Me gire a verlo aterrada ¿Cómo sabía mi nombre? Yo nunca le dije mi nombre.
- ¿Cómo sabes mi nombre? – le pregunte algo asustada. Sonrió sin separar los labios.
- Ya te lo dije preciosa, soy el Diablo – me dijo. ¿Acaso piensa que soy estúpida?
- Si quieres tener sexo solo dímelo, pero si pretendes llevarme a la cama diciéndome que eres el Diablo estás mal – le dije y seguí mi camino.
- ¿Tendrías sexo conmigo? – me pregunto. Sonreí levemente antes de girar a verlo.
- Claro, mírate eres tan hot – le dije bien pronunciado la última palabra.
- ¿Tan qué? – me pregunto.
- HOT Honestamente, Obviamente Te doy – le dije. Sonrió dejándome a la vista sus blanco y perfectos dientes – Pero señor Diablo, ahora tengo que ir a trabajar
- Lo sé, y voy contigo – me dijo. Lo mire bien.
- ¿Qué? – pregunte. Pasó su lengua sobre sus labios, excitándome.
- Me encanta cuando dices ‘que’, suena tan… - clavo sus ojos en mi cuerpo - HOT
Sentí mi cuerpo estremecerse ante sus palabras, sus ojos me calentaban con solo mirarme fijo. Pero, ¡por el amor de Dios! Hace menos de 5 minutos que lo conoces ¿Y ya estas caliente por él? Si que estás mal _______. Sacudí mi cabeza y lo mire.
- Se me hace tarde – dije y camine. Él comenzó a caminar a mi lado.
- Lo sé, a mi también – me detuve a verlo – Richard se enojara mucho si llegó tarde a mi primer día de trabajo.
- ¿Qué? – dije sin poder creerlo.
- No digas ‘que’, no puedo controlarme tan fácilmente – me dijo.
Este hombre es extraño, excitantemente extraño. Debo correr, alejarme y gritar. Antes de poder detener me gire a verlo.
- ¿Cuál es tu nombre? – le pregunte. Nos detuvimos en el semáforo. Él miro el mismo y al instante cambio de verde a rojo. Lo mire bien.
- Odio esperar que los semáforos cambien – me dijo sin mirarme. No, eso había sido casualidad.
- No sé que hago caminando contigo – dije y apure mi paso.
Lo perdí de vista, por suerte. ¡Dios, ese hombre sí que era extraño! Llegue a la oficina y subí hasta el último piso. ¡mi.er.da, había llegado tarde!
- ¿Dónde estabas? – me pregunto Sea.
- Se me hizo tarde – le dije y entre del todo a la oficina.
- Richard nos espera en su oficina, quiere presentarnos a nuestro nuevo jefe en Administración – me dijo. La mire algo extrañada y asentí. Entramos a la oficina del gordo Richard.
Ese olor a humo y grasa de hamburguesas es horrible. Fruncí mi rostro ante el espantoso olor, Sea hizo lo mismo. Entramos y Richard nos miro bien, nos entrego una mirada furiosa y luego nos apunto hacía el hombre que miraba hacía la ventana. Lo miramos bien. Se giro lentamente y cuando lo vi por completo, mi corazón dejo de latir. Levanto una de sus cejas y me guiño un ojo.
- El es su nuevo jefe en Administración – dijo Richard. Mi boca estaba bien abierta hasta que reaccione.
- Buen día – dijo él. ¿Cómo puede ser? No, no, esto no es verdad.
- Buen día, soy Sea Carter – se presento mi amiga. Yo solo lo miraba fijo, solo podía hacer eso. Sea me movió levemente.
- Soy _______ _______ – dije apenas. Él sonrió de costado y miro a Richard.
- Bueno Rich, voy a ver unos papeles – le dijo y salió de la oficina. Sentí mi piel arder cuando paso cerca de mí. Sea se giro a verme.
- ¡Oye! ¿Qué te pasa? – me pregunto. Como pude me gire a verla.
- Nada – le dije y salimos de allí.
Lo busque con la mirada. Necesito una explicación de eso, ¿Cómo hizo para estar más rápido que yo aquí? Antes de seguir buscando entre a mi pequeña oficina. Deje mi cartera y mi abrigo sobre el perchero.
Me acerque a la silla, pero esta se giro de repente, para dejarme al frente al hombre al que había estado buscando.
- Hola preciosa – me dijo. Mi sangre se congelo.
- ¿Cómo mi.er.da hiciste eso? – le pregunte. Sonrió provocadoramente.
- Ya te lo dije, soy el Diablo – dijo. Negué con la cabeza y me acerque a él. Lo mire fijo a los ojos.
- No juegues conmigo, ya no es divertido – le dije apuntándolo con un dedo. Miro mi dedo y abrió su boca. Lo tomo, lo mire bien. Mordió levemente la punta de mi dedo y me derretí.
- Mmmm, que mala eres. Me das miedo – dijo. Lo mire fijo, era solo moverme un poco más y tendría sus labios en los míos.
- ¡DEMONIOS! – escuchamos que gritó Richard. Él miro hacía la puerta.
- No debe decir eso – dijo negando con la cabeza. Me miro – A ellos no les gusta, les molesta y mucho.
- ¡MALDITA SEA, ME CA.GO EN EL DIABLO! – siguió gritando.
- Uuuuuh, eso me dolió – me gire a verlo. Levanto la mano y chasqueo los dedos. En eso un gruñido de dolor por parte de Richard se escucho – Ahora se va a ca.gar en el mismo – dijo y sonrió. Sea entro asqueada a la oficina.
- Lo siento si interrumpí algo, pero eso fue ¡Asqueroso! – dijo tapándose la nariz. La mire bien – Richard se acaba de hacer encima – mire al hombre que estaba sentado en mi sillón. Creo que voy a tener que empezar a creer un poco más en esto.