—Creo que soy como el zorro —dijo una vez— «si vienes a las cuatro comenzare a extrañarte desde las tres» ¿no es así?
—¿No sería yo el zorro entonces?
—¿Eso quiere decir que me extrañas? —Ella se sonrojo— Yo lo hago, extrañarte, me refiero.
Eran las ocho de la noche pese a la hora muchos niños jugaban frente a sus casas disfrutando de calor. Maite y Marcos caminaban tomados de la mano ajenos de todo lo demás. Los últimos días fueron los más divertidos para Maite porque cada día se la había pasado al lado del misterioso chico que ahora agradecía haber conocido.
—Ha sido un paseo excepcional, señorita —deposito un beso en el dorso de su mano—, incluso me atrevo a decir que usted ya tiene mi corazón, pero eso se le dejo a su criterio. En usted está si decide recibirlo o rechazarlo.
Maite sonrió por su caballerosidad que desapareció cuando le guiño un ojo y la atrajo hacia si para besar su mejilla.
—La mejor de todas mis noches —susurro en su oído.
ESTÁS LEYENDO
Quédate conmigo en Primavera
Short StoryLe dio un beso en la frente demorándose más de lo necesario. -Lo siento -susurro. Y luego se alejo.