4. Confesión nocturna

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El día había sido extremadamente cansador, aparecieron dos akumas al mismo tiempo y debo admitir que, fue una ardua y difícil pelea. Pero ahora, sin saber por qué, en vez de estar durmiendo en mi cama estaba esperando a Chat Noir cerca de la preparatoria. Según él, era porque necesitaba decirme algo muy importante.

-My Lady- oí a mis espaldas.

-¡Por fin llegas!- dije como si hubiera aguardado una eternidad, aunque mi casa quedara a unos pasos -Bien, dime qué es eso tan importante.

-Vamos, no puedo soltarlo así como así- musitó mientras con una de sus manos me llevaba hacia él y la otra se aproximaba a mi rostro.

-Chat Noir...- hablé un poco desconcertada por nuestra cercanía -No vine a jugar.

Notando mi molestia se separó y de inmediato bajo la cabeza, quedándose ahí. Él estaba raro, lo notaba. A veces me gustaría tratarlo mejor, pero no puedo, sé que tal vez sienta algo por mí y eso no me deja siquiera hablarle con amabilidad.

Sé lo que son las ilusiones y también lo mucho que duelen. Sé lo que es suspirar por alguien cada vez que lo ves y esforzarse en vano...

-Perdón- interrumpió mis pensamientos de repente, mientras se sentaba en el piso y alzaba la vista hasta la luna -Yo... Yo venía con un objetivo claro, digamos que quería verte.

-Qué voy a hacer contigo- dije, entre un suspiro y una pequeña risa, sentándome a su lado -Cada vez eres más idiota.

-Es el amor.

Sus palabras me llegaron. Eran débiles, pero las calles estaban vacías y no había ningún ruido, haciéndome imposible el hecho de fingir que no lo oí.

Estaba quieta, resistiéndome para no voltear. Si lo hacía, me encontraría directamente con la mirada de Chat Noir.

Lamentablemente mi corazón no escucha a mi mente y efectivamente terminé ahí, teniendo un contacto visual tan fuerte que lanzaba la valentía de Ladybug lejos y la frágil Marinette entraba en acción.

-Q-Qué dices...- fue lo único que salió de mi boca.

-Te amo- dijo esta vez sin dudarlo, dejándome peor.

Sin poder moverme sentía la respiración del gato acercarse. Intentó besarme una vez, pero sólo por instinto corrí mi rostro hacia atrás. En su segundo intento fue más listo y con sus manos sostuvo mis mejillas, dejándome sin escapatoria alguna.

Fue un beso que comenzó suave, pero luego no me resistí a seguir. ¿Por qué me haces esto corazón idiota? ¿Por qué lates tan rápido? No lo entiendo.

-Tú...- susurré separándome de él, recobrando el aire -No puedes decir eso... No tienes lo suficiente para decirlo.

-Entonces, déjame tener todo eso, aprenderé todo lo que sea necesario- ahora su manos buscaban las mías -Enséñame a amarte, por favor. Si dices que no tengo algo, dámelo, yo lo tomaré con gusto.

Tragué saliva. El sabor a sus labios seguía en mí y apenas podía prestar atención a lo que decía. Esto no debería pasar, a mi me gusta Adrien... ¿Cierto?

¿Cierto?

-Respóndeme- insistió él mientras sus dedos jugaban con uno de mis mechones de pelo.

Su cara estaba roja y no me molestaba demasiado verlo así. Solté varias carcajadas, él se confundía más y yo no paraba de reír, hasta que pensó que me burlaba de sus palabras o sentimientos.

-L-Lo siento- me disculpé un poco avergonzada -No sé qué decir.


-¡Con que me dejes intentarlo está bien!- su sonrisa hacía un verdadero reto el hecho de decirlo que no.

-Bien, te dejaré- susurré, cruzándome de brazos -Más vale que valga la pena.

Bastaron sólo unos segundos para sentir sus brazos rodeando mi cuerpo y apretándome con fuerza. Correspondí al gesto, y sabiendo que él no me veía dejé una gran sonrisa formarse en mis labios.

Ni idea de qué estaba pasando, pero no podía mentirle a mi corazón. Un pequeño sentimiento comenzaba a surgir.

One-shot's Miraculous LadybugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora