Narrador omnisciente.
-Y... ¿Qué haces en mi casa, Chat Noir?- preguntó una joven peliazul, intentando no actuar agresivamente delante del felino.
Marinette veía como él ni se inmutaba y seguía devorando la tienda entera. Como todo un experto, se infiltró en la casa y aprovechando que los verdaderos dueños no se encontraban, no dudó ni dos segundos en arrasar con todo.
Mientras, la chica lo observaba, preguntándose por qué estaba metida en esa situación.
-¡Qué delicias!- exclamó el superhéroe, sintiendo en su lengua un increíble sabor.
Tan sólo algunos minutos desde que ese felino había entrado a la tienda como si nada, y sin dar explicaciones, la mitad de los mesones ya estaban vacíos.
-¡Ya basta, me hartaste!- Marinette decidió tomar cartas en el asunto -¿Crees que puedes llegar aquí y tener tu festín personal?
Él, desafiante, se colocó cómodamente sobre el mostrador y acercó su rostro peligrosamente a quien obviamente estaba furiosa.
-Sí, creo que puedo hacerlo- sus palabras no buscaban nada más que molestar a la peliazul -¿Harás algo al respecto?
Bastante irritada, ella estuvo a punto de llamar a Tikki, transformarse y darle un buen bofetón. Por suerte, aún le quedaba algo de cordura y prefirió guardar silencio.
Viendo que Marinette intentó frenarse, Chat Noir se comenzó a aburrir y decidió seguir con su juego, balanceándose hacia delante y atrás, fingiendo tener intensiones de darle un beso.
-Rayos, ya pobré todos los dulces de aquí...- su tono de voz "desafiante" había pasado a uno muy coqueto -Ah, no, no, no, aún me falta uno.
Posando la mirada fijamente en los labios de Marinette hizo que ésta se pusiera nerviosa y sus mejillas cobraran color, haciendo que los movimientos del héroe se entorpecieran y lo desestabilizaran, dejándolo caer de improvisto.
Lo malo, era que los rostros de ellos estaban tan cerca que un pequeño rose de labios fue inevitable, al igual que el sonrojo de Marinette y una sensación extraña en el felino.
-¡Chat Noir!- gritó la chica, apartándolo -E-Eso no debía pasar... Es decir, pasó, pero, ¡no!
El gato estaba bastante pensativo, sentado en el suelo. Había sentido unos labios tan suaves e increíbles, que quería agarrar a la chica y besarla nuevamente sin la necesidad de que ocurriera un accidente.
Además, ella estaba sonrojada y hacía su belleza resaltar. Más bien, él era un idiota, pues nunca la había mirado bien y ahora la veía muy diferente.
-N-No te quedes ahí como idiota...- volvió a hablar ella -H-Haz o di algo...
Fingiendo seguir sus órdenes, Chat Noir se levantó y rápidamente tuvo a Marinette acorralada contra la pared, la cual apenas pudo reaccionar y no logró poner resistencia.
-¿Te ha pasado que...- a él le costaba hablar -pruebas un dulce nuevo y luego no puedes dejar de comerlo? Deja una sensación en ti tan fantástica que hace todo tu cuerpo temblar, ¿lo has sentido?
Sin que pudiera responder algo, los labios del rubio estaban sobre los de ella nuevamente y ahora era porque él así lo había querido.
La peliazul no era de las que reaccionaban rápido, así que se tomó un rato para darse cuenta de lo que sucedía. Luego, sintiéndose atrapada por los brazos del felino, se excusó a sí misma para corresponder aquel acto.
-Sí, creo que he probado dulces exquisitos...- respondió Marinette al terminar con el beso -De hecho, ahora mismo, puede que me esté enviciando con uno.
A ambos no les quedó otra opción más que reír.
¿Qué está pasando?, era lo que se preguntaban. Ninguno había siquiera pensando en la posibilidad de que eso pasara algún día... Y pasó. Un beso fugaz, escurridizo, torpe y lleno de curiosidad.
-¿Sabes cuál es el único modo de descubrir algo?- preguntó Chat Noir, con una inquietante expresión en el rostro.
-N-No, no lo sé...- respondió una nerviosa Marinette.
-Experimentando- concluyó el gato negro sonriendo maliciosamente.
Ya bien lo había entendido... Desde ese momento, no era necesario decir nada más.
ESTÁS LEYENDO
One-shot's Miraculous Ladybug
FanfictionConjunto de mini-historias sobre Ladybug/Marinette y Chat Noir/ Adrien que duran un capítulo. "Muy juntos y a la vez separados. Tan correspondidos, pero al mismo tiempo, demasiado ingenuos como para notarlo. Simplemente, son dos valientes héroes que...