Avanzaba presuroso buscándolo como loco a Argot. Necesitaba solucionar el problema cuanto antes. Estaba sumamente desesperado por encontrarlo, que no noté el paso del tiempo, hasta que Valien me informó que mi padre ya tenía tiempo de haber llegado al castillo y requería de mí presencia en el salón. Tan pronto me lo dijo, mis brazos se volvieron pesados y comenzaron a sudarme las palmas de las manos. A lo lejos escuchaba el sonar de las horas en el viejo reloj que adornaba uno de los jardines.Continúe mi andar mostrando una tranquilidad que estaba muy lejos de sentir. Me costaba trabajo respirar y un terrible dolor de cabeza se comenzó a concentrar alrededor de mi sien izquierda. A cada paso, mis nervios empeoraban y en un inútil intento por tranquilizarse me concentré en tener una respiración más calmada y normal.
Pronto las puertas quedaron frente a mí. Los guardias, parados a ambos lados de la entrada, se irguieron cuando los saludé con un gesto antes de cruzar el umbral. Ante mí apareció el salón del trono con mi padre sentado en su ornamentado asiento.
Tan pronto como hice la reverencia, habló.
–Espero un informe detallado para mañana a primera hora –dijo con tono severo.
–Como ordené –intenté hablar con toda la calma que pude recoger en ese momento.
–Argot me ha informado ya de algunos acontecimientos relevantes –musitó. Después de un instante, que se me hizo eterno, prosiguió–. Debo admitir que me han sorprendido tus recientes acciones –esbozó una sonrisa retorcida–. Nunca hubiera imaginado que serías capaz de tomar la sabia decisión de matar a un criminal que atentó contra la seguridad del reino.
¿Había escuchado bien? ¿Argot informó a mi padre sobre una abominable decisión que aparentemente yo ordené? Pero, es que no entiendo ¿Cuándo apareció? Por más que intenté buscarlo, no lo encontré. Estaba seguro que no había salido del castillo y podría poner mis manos al fuego como muestra, ya que él nunca suele salir, y de ser necesario enviaba a Jensen, su mano derecha, en su nombre.
–Debo admitir que también me sorprendió cuando el capitán me lo comunicó –escuché que alguien dijo causando que saliera de mis pensamientos. Miré a mis espaldas para encontrarme con Arredian.
–Me disculpo por interrumpir de esta forma tan impropia –dijo haciendo la reverencia de rigor. Se incorporó y continuó–. Pero, es de suma importancia hablar con su majestad. En privado.
–Hablemos en la cámara del Consejo –se levantó de su asiento mientras posaba su mirada en mí–. Retírate.
–Cómo ordene, alteza –lo reverencie y salí.
¡Maldita sea! ¿En qué momento el capitán había hablado con mi padre? Sé que en momentos como esos debía de estar más intrigado por lo que Arredian le informaría a mi padre, pero mi mente en ese instante solo tenía cabida para encontrar al capitán de la guardia.
–Se me informó, que lleva rato buscándome, alteza –habló Argot quien se encontraba recargado en la pared a unos pasos de la entrada. parecía que estaba ahí esperándome desde el momento en el que entre a la sala– ¿En qué le puedo servir?
–Sígueme, este no es el lugar apropiado para hablar –dije continuando mi andar.
Pensé que el mejor lugar para hablar podía ser el más olvidado del castillo. La biblioteca. Eran pocas las personas que tenían gusto por la lectura y aunque eso me molestaba, en momentos como esos, estaba sumamente agradecido.
–Quiero saber dos cosas –hablé tan pronto como cerré las puertas–: una, ¿se puede saber quién te dio la orden de matar al prisionero? Que yo recuerde nunca dije tal mandato y, dos, ¿por qué misteriosamente desapareciste en el momento justo en el que necesitaba hablar de este asunto contigo?
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Los Beltza
FantasyLos relatos de esta historia darán inicio con una serie de extraños asesinatos que comenzaron a causar pánico entre los habitantes del reino. Él o los culpables caminan en libertad como seres inocentes sin dejar en claro su finalidad al hacer tales...